Cosecha EPN aplausos de aseguradores; AMLO, con más pena que gloria y Quadri la libra

martes, 8 de mayo de 2012 · 23:01
MÉXICO, D.F. (apro).- Esta vez el sinodal no era el público masivo de la radio y la televisión, como los millones que vieron el debate presidencial la noche del domingo 6. Ahora era sólo un millar de ejecutivos financieros, en su mayoría especialistas del ramo de los seguros, congregados en la XXII Convención Nacional de la Asociación de Instituciones de Seguros (AMIS), en el Centro Banamex. Ante ellos comparecieron este martes Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Gabriel Quadri de la Torre. Un día antes lo hizo Josefina Vázquez Mota. Era, pues, un público distinto, de especialistas y, por tanto, más exigente. Sólo el candidato del Movimiento Progresista (PRD-PT-Movimiento Ciudadano) no lo entendió así y no se preparó para enfrentarlos, mucho menos para ganarse su confianza. Lejos quedó de agradarles. Votos menos para su causa. Pareció estar con sus fieles en la plaza pública. Y así le fue. Lo recibieron con un encendido aplauso, todos de pie, con la expectativa de escuchar y ver a un posible ocupante de Los Pinos… o de Palacio Nacional, como él ha insistido. Pero lo despidieron con un aplauso muy breve, apático, apenas de cortesía. Y todo mundo en el murmullo, con gestos de sorpresa y desaprobación. Seguro que no será el próximo presidente… o al menos no el que estos ejecutivos apoyarán en las urnas. Y es que desde el principio los aburrió y desesperó. Querían más claridad sobre sus propuestas económicas, y pronto mostró el candidato que ese es justamente su flanco más débil. No querían que repitiera lo que a diario dice acerca de cómo va a sacar al país “de esta decadencia, de esta grave crisis económica, social, política, de pérdida de valores, de inseguridad y violencia”, como él mismo dijo. Querían cosas concretas, definición de políticas públicas específicas para impulsar la economía del país, y sobre todo cómo percibe él al sistema financiero y qué cambios propone para mejorarlo. Nada. Andrés Manuel, para ese público especializado, se anduvo por las ramas de su discurso de siempre. Habló mucho y no se salió del guión acostumbrado: que con el combate a la corrupción, la honestidad y la austeridad se lograrán ingresos suficientes para echar a andar la economía. En los más de 20 minutos que duró la presentación del llamado candidato de las izquierdas, el reportero vio a un público inquieto, que nunca se sintió atraído por lo que escuchaba. Fueron constantes los murmullos, el ruido masivo de los diálogos en corto, de gestos de desaprobación y aun de risas burlonas. Una carcajada, contenida pero unánime, se escuchó cuando AMLO no pudo responder convincentemente la primera de dos preguntas que se le hicieron al final. -- El seguro obligatorio de automóviles es vital para la protección de las víctimas de accidentes, y a pesar de estar en la ley o en el reglamento de tránsito del Distrito Federal, ¿por qué no se instrumentó durante su gobierno? –se le preguntó. Y Andrés Manuel titubeó. Tardó en contestar. Y lo que dijo causó hilaridad en los presentes. -- Bueno… es un asunto que se analizó en su momento, se vio que no era viable. Yo les aseguro que, hablando de seguros, que siempre he actuado en función de lo que más conviene a los ciudadanos. Ahora hay otras circunstancias, ofrezco revisar este asunto, lo voy a revisar –respondió. Captó rápido el candidato el disgusto de sus anfitriones. Optó irse por la tangente. Político que es, habló de otra cosa, de sus ventajas sobre sus adversarios, de que él es libre y no está subordinado a ningún grupo de interés. Si nunca hubo muestras de simpatía durante su presentación, con la segunda pregunta López Obrador acabó de convencer a los financieros de que no es su candidato. -- ¿Cómo lograr que los programas de pensión para personas mayores, que usted propone, sea sustentable a largo plazo, considerando qué, como sabemos, la pirámide poblacional está cambiando y año con año el número de adultos mayores se incrementa? –se le inquirió. Era una pregunta propia de los aseguradores, especialistas en los cálculos actuariales. Pertinente y lógica, toda vez que cada año se requiere un mayor gasto para el pago de pensiones, que actualmente consume unos 400 mil millones de pesos del presupuesto de egresos de la Federación. Y si se le agrega esa pensión para todos los adultos mayores del país, pues el gasto será mucho mayor. Es decir, se necesitará cada año de mayores ingresos para cubrir ese gasto. Y Andrés Manuel nunca ha propuesto nada viable, ni creíble, en materia de ingresos. Dijo: “Ese es un planteamiento que respeto pero no comparto. Cuando iniciamos el programa de apoyo a adultos mayores decían que no se iba a poder financiar. Pues ya lleva muchos años. Desde el 2001 se aplica el programa de apoyo a adultos mayores en la Ciudad de México. Es universal. Y no ha habido problema de financiamiento y no tiene por qué haber problema de financiamiento hacia adelante”. Con la segunda parte de su respuesta, AMLO causó la risa de todos, que ahora sí no contuvieron. Sostuvo: “Yo ya tengo hecha la cuenta. Se van…” Las risas lo interrumpen: “Si… sí… se va a apoyar a cinco millones de adultos mayores. Hay cinco millones de adultos mayores de 68 años en el país, y se les va a garantizar, por ley, una pensión equivalente a medio salario mínimo mensual, como es en la Ciudad de México. “Y financiar este proyecto, que considero no es un gasto, es una inversión, va a implicar alrededor de 65 mil millones de pesos. Pero ya les dije de dónde va a salir el dinero (austeridad, honestidad y cero corrupción). Entonces lo tengo bien analizado, no hay ningún problema de financiamiento”. Insatisfecha la audiencia con la respuesta, siguieron las risas y los gestos de desaprobación. El murmullo no cesó, hasta que se fue, con más pena que gloria. Los aplausos, pocos, de cortesía. No hubo receso para esperar al siguiente candidato, que ya prácticamente estaba en la puerta. Era Enrique Peña Nieto, con toda su parafernalia de guaruras, reporteros, camarógrafos, ayudantes… Tumultuosa la entrada, entregados los aplausos. Tampoco dijo nada nuevo. Pero lo escucharon con respeto, pues al menos iba preparado para un público especializado. Y fue el de siempre: críticas a los gobiernos panistas, promesas, propuestas desancladas de medidas concretas. Muy diferente la actitud de los presentes. Lo trataron como si fuera el bueno. Y aunque no dijo nada interesante –a pesar de que sí abordó los temas económicos y financieros con más soltura--, lo despidieron con vítores. Le hicieron valla, todos querían estrecharle la mano. Fue el que más tardó en salir. Un breve diálogo, afuera del salón, captado por el reportero, dio idea de por dónde se inclinan los hombres y mujeres de las finanzas: --Really… is the next president –dijo uno. --A güevo, de calle, sin duda –respondió en español el otro, muy seguro. Un caso raro fue el de Gabriel Quadri. Fue el que llegó con menos gente, con menos reporteros. También lo recibieron con un encendido aplauso. Se condujo como pez en el agua, académico y especialista que es, acostumbrado a las audiencias. Tono didáctico el de su presentación. Muy suelto, seguro de sí. Mantuvo al público siempre atento. Iba preparado. Se manejó bien en el tema central, el que les interesaba a los ejecutivos: economía y finanzas. Incluso cuando se vio ignorante de un concepto, la gente se lo festejó, por la honestidad que mostró en reconocerlo y porque no se dedicó a hablar de otras cosas para paliar la falta. Fue al que más preguntas le hicieron, cuatro, contra dos a los dos anteriores. Y siempre sus respuestas le merecieron un fuerte aplauso, incluso cuando reconoció que no entendía el concepto de “inclusión financiera”.

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