Por un proyecto alternativo de nación en materia de cultura

martes, 5 de junio de 2012 · 14:20
MÉXICO, D.F. (apro).- Inspirados en el libro Los grandes problemas nacionales, que el escritor Andrés Molina Enríquez (1868-1940) publicó por primera vez en 1909 con un diagnóstico del país, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), organizó entre marzo y mayo pasados los Diálogos por la Regeneración de México, con el mismo título del volumen del abogado y sociólogo positivista. En torno a temas como el Medio ambiente, Energía, Democratización de los medios de comunicación, Justicia, Política, Seguridad Pública y violencias sociales, Economía, México en el mundo, Educación, Ciencia, Salud y Seguridad Social, Ética y pensamiento crítico, Trabajo y capital, Género, Campo y soberanía alimentaria, Diversidad y pueblos indígenas, Corrupción, opacidad y dispendio, Migración, Derechos humanos, Nuevo Estado de bienestar, Cultura, y Sexualidad, se convocaron a diversos especialistas, políticos, intelectuales. Entre ellos: Lorenzo Meyer, Rosario Ibarra, Enrique Semo, Porfirio Muñoz Ledo, Rodolfo Stavenhagen, Marta Lamas, Javier Sicilia, Elena Poniatowska, Claudia Sheinbaum, Carlos Toledo, Yuriria Iturriaga, Antonio Gershenson, Virgilio Caballero, Genaro Góngora Pimentel, John M. Ackerman, José Woldenberg, Rolando Cordera, Alejandro Encinas, Jorge Eduardo Navarrete, Héctor Vasconcelos, Manuel Pérez Rocha, Imanol Ordorika, René Drucker, Armando Bartra y José del Val, por citar algunos. El propósito fue reflexionar sobre los variados y “apabullantes” problemas que enfrenta México, pero tratando de derrumbar la creencia de que no tienen remedio y “generar soluciones al caos ocasionado por quienes llevan las riendas del país”. Así lo explicó el sociólogo Armando Bartra en una de las mesas organizadas por él: “Con los Diálogos para la Regeneración de México queremos dejar constancia de que nuestros problemas son grandes pero tienen remedio, las soluciones están ahí y quienes creemos en la justicia social y la igualdad las vamos a proponer, las vamos a juntar, las vamos a escribir y a compartir a fin de sacar al país de esta crisis y construir un futuro sustentable, justo y generoso con la gente. Este 2012, año de elecciones, es una oportunidad extraordinaria para construir una agenda ciudadana que cambie la ruta del país.” El historiador Enrique Semo publicó en el semanario Proceso su ponencia en dos partes, bajo el título Los límites del neoliberalismo. Establece ahí que “una oportunidad de cambio progresista por la vía electoral está con el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador. Y también que la lucha de una izquierda amplia no se limita al neoliberalismo sino “debe comprender que las raíces del mal están en el capitalismo”, y de ahí la necesidad de conformar un cuerpo de ideas, un pensamiento político, expresiones artísticas y literarias rebeldes, en suma, “una tradición de lucha que han existido durante siglos y que no pueden ser borradas de un manazo”. Educación no mercantilización Casi al cierre del encuentro de reflexión, el pasado 29 de mayo se llevó a cabo la mesa de Cultura, con la intervención del antropólogo Bolfy Cottom, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); el escritor Paco Ignacio Taibo II; el exdiputado Alfonso Suárez del Real, quien presidió la Comisión de Cultura en la LX Legislatura de la Cámara de Diputados; el cineasta Víctor Ugalde, presidente de la Sociedad Mexicana de Directores y Realizadores de Obras Audiovisuales; el actor Héctor Bonilla; el historiador Francisco Pérez Arce, investigador de Estudios Históricos del INAH; la promotora de la lectura Paloma Saiz; Benjamín González, director de la Central del Pueblo; y el historiador Pedro Salmerón El debate se centró en el binomio cultura-educación que dio origen al modelo cultural predominante durante buena parte del siglo XX. A partir de los gobiernos neoliberales impuestos desde los últimos regímenes priistas de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, y los reciente panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, ha devenido en la fórmula cultura-turismo, porque --se dijo en la mesa-- “sólo se ve en función de la ganancia económica”. Fundador del Faro de Oriente y de la red de faros en la Ciudad de México entre 2000 y 2007, Benjamín González, ahora director del Centro de Artes Libres A.C. Central del Pueblo, adelantó que desde la izquierda se piensa en crear un gran proyecto cultural para el país. Desde el próximo 1 de julio, día de las elecciones, comenzará a discutirse ampliamente un proyecto de nación en el cual la cultura sea un eje articulador de la convivencia. A decir suyo existen hoy dos concepciones de la cultura, aquella que considera que cada pueblo, cada individuo es poseedor de un proceso cultural propio. En ésta, la labor del Estado es promover, difundir, acercar el proceso cultural, ver a los sujetos como personas activas del desarrollo cultural. La otra “neoliberal que nos hace espectadores” y confunde a la cultura con el mundo del espectáculo y coloca al individuo frente al hecho cultural, sin visión crítica. En el marco de esas dos visiones preguntó: “¿Una biblioteca faraónica (en clara alusión a la costosa megabiblioteca Vasconcelos construida en el gobierno de Fox) o miles de libro-clubes donde la gente pueda actuar y pensar y convivir? ¿La visión de Calderón de crear centros de nueva vida donde se diga a los jóvenes el deber ser o proyectos como los faros que son gratuitos y están en barrios marginales donde los chavos construyen sus referentes, sus poéticas, lo que piensan? Son dos visiones, ésta es la lucha y hay que tenerla muy clara. Hay que saber, ¿cultura, para qué?” Entre sus propuestas pueden mencionarse derecho y equidad en el acceso a los bienes y servicios culturales, convertir la calle en un espacio para la cultura y no hacer más eventos cerrados, pues la cultura es un elemento fundamental para rearticular la vida comunitaria, recuperar los espacios de recintos cerrados para la multiculturalidad, llevar faros a muchos rincones del país y hacer una escuela popular de arte, pues La Esmeralda “acepta a 90 alumnos al año”. El exdiputado Suárez del Real denunció en su intervención que la cultura ha sido utilizada para hacer negocios por parte de los grupos de poder. Puso como ejemplo las fiestas “sin contenido” con las cuales se conmemoraron en el 2010 el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Sus propuestas fueron: Impulsar la participación social en cultura como expresión del ejercicio democrático, construir un estado jurídico que entienda que la cultura se produce por y para el pueblo y reconozca que el derecho del público creadores y promotores va más allá de las burocracias, proteger el patrimonio de los mexicanos y a los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes (INBA) responsables de su resguardo, no deben estar “sujetas a las veleidades de los directores y los gobiernos en turno”. Y puso énfasis en un punto que aludió al actual estado de violencia e inseguridad: “La cultura para la izquierda debe ser parte integral de la seguridad nacional, como lo es, por ejemplo, en Francia, porque construye cohesión e identidad y nos hace seres más humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos, metas necesarias para reconstruir el país.” Formar ciudadanos El especialista en legislación cultural y del patrimonio, Bolfy Cottom, centró su discusión en el tema del derecho a la cultura, plasmado en la Constitución tras la reforma al artículo 4º, aprobada en 2004, pues ha expresado desde hace tiempo que la cultura no es un derecho sino una condición humana de la cual, se derivan derechos. Reiteró con la gente nace y muere en una cultura que no es inventada por el Estado. La política cultural en cambio existe desde que surgió el Estado mexicano y es ahí donde se tomaron medidas porque se le considera fundamental para la identidad cultural. Al menos así ocurrió en los modelos impulsados por José Vasconcelos, Narciso Bassols y Jaime Torres Bodet. Después, a decir suyo, la cultura se vino a pique porque al Estado considera que es un gasto y a lo sumo una inversión que puede generar divisas. El antropólogo se refirió también a la creación de una Secretaría de Cultura, que el candidato Andrés Manuel López Obrador propuso el 14 de febrero pasado en un encuentro de Morena-Cultura en Morelia, Michoacán. Para él no tiene sentido puesto que la cultura y la educación van unidas, juntas forman ciudadanos y criterios: “El beneficio social, público, colectivo, que brindan monumentos, artes, etcétera, es educativo porque estamos formando ciudadanos y esto nos lleva a tener una identidad nacional, diversa, plural, unida por la idea de ser mexicanos. No hay que caer en el estatismo cultural. No necesitamos que el estado controle todo, eso es peligroso. Es muy importante ver lo que significaría crear un nuevo sector. Habría duplicidad con educación, habría que modificar leyes y saltarían todo tipo de empresas que buscan tener hegemonía. La construcción de políticas culturales es un proceso, no se hace en una legislatura.” Advirtió que con desplazamiento de la relación entre cultura y educación por cultura-turismo muchos servicios se brindan por la ganancia y eso es peligroso, pero aun estamos en un punto donde es posible demandar al Estado proteger los derechos culturales y reclamar a la SEP, que se ha desentendido de su papel en la cultura, que lo reasuma pues el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ya está agotado. Autor de La División del Norte: La tierra, los hombres y la historia de un ejército del pueblo y 101 preguntas sobre la Revolución Mexicana, entre otros, el historiador Pedro Salmerón expuso que un grupo de historiadores están discutiendo sobre la enseñanza de la historia en las escuelas “pues deja mucho que desear”. En su opinión se están devastando los planes de estudio, la forma de enseñar y lo que se enseña, y han aparecido “seudohistoriadores” (mencionó a Luis González de Alba y José Manuel Villalpando) que hacen una historia grata a la derecha, con propósitos políticos inmediatos como argumentar en favor de la privatización de Petróleos Mexicanos y de la contrarreforma agraria. Anunció que los historiadores académicos han acordado formar un observatorio ciudadano de la historia para vigilar que el Estado tenga un apolítica pública para la historia no para influir en el trabajo de los historiadores sino para custodiar el patrimonio del país y reformar a las instituciones que lo protegen con una visión no elitista de la cultura. Hizo ver que es inconcebible que un país con 16 mil zonas arqueológicas cuente con una sola escuela de restauración. El Estado, agregó, debe poner a la educación básica y media en el centro de sus intereses y enseñar la historia como un proceso, que permite a los estudiantes verse en su momento y en su tiempo y genere ciudadanos, mujeres y hombres que quieran a su país, sean conscientes de él y trabajen para él. Según la página oficial de Los Grandes Problemas Nacionales, aunque es común en eventos como los diálogos decir que sus resultados serán presentados a todos los candidatos a la república, ellos sólo lo harán con el Frente Progresista porque dada la militancia y trayectoria de los otros, no confían en ellos. Además están convencidos de que aunque hay cuatro candidatos, en la realidad hay sólo dos opciones verdaderas: “El cambio progresista o la continuidad de las políticas impulsadas por los gobiernos del PRI y del PAN.”

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