Los narcoblindados

jueves, 14 de junio de 2012 · 22:48
Si bien la delincuencia organizada se provee de equipo y armamento cada vez más sofisticados, su capacidad de improvisación está dando lugar, por ejemplo, a insólitos vehículos blindados que utiliza para proteger cargamentos de droga. Con materiales burdos, como placas de acero y rieles de ferrocarril, la “ingeniería narca” ha creado verdaderos monstruos, imbatibles con armamento convencional. De su lugar de origen en Tamaulipas, su uso parece extenderse a otras entidades, como Zacatecas y Sinaloa. REYNOSA, TAMPS. (Proceso).- Los monstruos, vehículos blindados de manera artesanal por el Cártel del Golfo, se ensamblaban en un taller clandestino de Camargo, municipio de la “frontera chica” tamaulipeca. En junio de 2011, efectivos de la VIII Zona Militar con sede en Reynosa catearon una bodega-taller, donde encontraron dos monstruos terminados y otros 23 en proceso de armado. Estas unidades son resultado de la “paramilitarización de la delincuencia organizada impulsada por Los Zetas”, dice a Proceso Guadalupe Contreras-Correa, investigadora de la Universidad de Texas, en Brownsville, y explica: “El grupo de Los Zetas se formó a partir de elementos que pertenecieron a grupos de élite del Ejército Mexicano y fueron entrenados por asesores extranjeros en manejo de armamento altamente especializado y labores de contrainsurgencia”. Añade que un efecto de la paramilitarización introducida por Los Zetas implicó la profesionalización de las prácticas para eliminar al adversario: el uso de tácticas de ataque no convencionales, como la utilización de autosbomba y granadas de fragmentación, secuestros masivos y bloqueos de la vía pública o “narcobloqueos”. Además, prosigue, introdujeron armamento pesado y vehículos blindados, como los fabricados por el mismo grupo y por el Cártel del Golfo. En el taller clandestino de Camargo se modificaban todo tipo de vehículos para convertirlos en monstruos: tráileres, camiones de carga y de volteo, plataformas e incluso tractores. Un oficial de la Octava Zona Militar explica que a esos vehículos se les modificaba la suspensión para que soportara hasta 30 toneladas de peso. Posteriormente, indica, se recubría el motor, la cabina y la parte trasera con placas de acero de al menos una pulgada de grosor. Las defensas originales eran sustituidas por trozos de rieles de ferrocarril. El militar subraya que el blindaje de las unidades puede resistir ataques con rifles de asalto AK47 y AR15, así como con balas calibre .50 y granadas de 40 milímetros. Se diseñaron varios “modelos”; desde uno parecido al Papamóvil, un vehículo ligero cuya cabina blindada albergaba a un par de tiradores, hasta camiones de carga con capacidad para transportar a 20 francotiradores. Las paredes internas de estos vehículos eran recubiertas con poliuretano para amortiguar el ruido producido por los disparos de los fusiles de asalto. El nuevo equipo   Durante 2010 era frecuente ver a los monstruos circulando por las tradicionales rutas del narcotráfico que se bifurcan a partir del municipio de San Fernando. Esta localidad se ubica en el Golfo de México, a 120 kilómetros al sur de la frontera con Estados Unidos. “Los monstruos son utilizados únicamente para vigilar y proteger de grupos rivales el trasiego de drogas que se realiza en las brechas de Tamaulipas y Nuevo León, las cuales conducen hacia la frontera tamaulipeca”, destaca el militar, y subraya que hasta ahora los narcos no han utilizado esos vehículos para combatir al Ejército o a las fuerzas federales. La existencia de los monstruos data de los primeros meses de 2010, tras la fractura entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, otrora brazo armado de aquella organización. “La ruptura se venía fraguando desde tiempo atrás, ya que Los Zetas crecían rápidamente. Como tenían bajo su control importantes plazas, consideraron que era hora de independizarse”, afirma la investigadora Guadalupe Contreras-Correa. La escisión ocurrió luego de que, en febrero de 2010, El Concord 3, capo de Los Zetas en Reynosa, ejecutó al Metro 3, su contraparte del Cártel del Golfo. En marzo de ese mismo año, los antiguos aliados iniciaron en Tamaulipas una sangrienta disputa por el control de plazas y territorios, sobre todo de la región que llega hasta la “frontera chica”, San Fernando, Tampico y el norte de Veracruz. Como ambos bandos conocían sus lugares y métodos de operación, la disputa alcanzó proporciones de una guerra civil. “Pequeños ejércitos” se enfrentaron en cruentas batallas en Ciudad Mier, Camargo, Guerrero, Miguel Alemán y San Fernando, por mencionar sólo las poblaciones más importantes. En esta narcoguerra un aspecto importante consistió en proteger los cargamentos de droga y su trasiego. Debido a esta necesidad surgieron los monstruos, vehículos que ya comienzan a verse en otras regiones del país dominadas por la delincuencia organizada, como los estados de Zacatecas y Sinaloa. La única manera de destruir a los monstruos es atacándolos con granadas antitanque calibre 20 milímetros, agrega la fuente militar. En los últimos tres años la VIII Zona Militar ha decomisado a los narcotraficantes de Tamaulipas más de 120 vehículos blindados; entre éstos figuran seis que son unos “verdaderos monstruos”, ya que pesan más de 30 toneladas y pueden albergar a más de 20 pistoleros.

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