Prófugo de la injusticia

viernes, 15 de junio de 2012 · 19:52
MÉXICO, D.F. (Proceso).- A la media noche del 15 de mayo, el teniente de caballería Julián Chontal Isidor fue conducido a la guardia del 94 Batallón de Infantería por órdenes del general de brigada Marco Antonio Covarrubias Hernández, comandante de la Novena Zona Militar de Mazatlán, Sinaloa. Retenido durante dos días sin que le notificaran los cargos en su contra ni le permitieran entrevistarse con su abogado, el oficial decidió fugarse y buscar un “juicio justo”. De 55 años, y 21 de antigüedad en el ejército, el teniente Chontal asegura que su hoja de servicio está limpia y que, ya en libertad, solicitó a través del abogado Pablo Alvarado un amparo indirecto contra las acciones del general Covarrubias Hernández, el director de la prisión militar de Mazatlán y el agente del Ministerio Público Militar adscrito a la Novena Zona, Víctor Hugo González Sánchez. Desde su autoexilio, Chontal Isidor narra a Proceso vía telefónica los episodios que ha vivido desde el medio día del 14 de mayo. Ese domingo, dice, “con mi contingente hacía un rondín de rutina en el centro del poblado El Dorado, en Culiacán. Un civil que circulaba en un carro marca Matiz, color rojo, al parecer, se asustó al ver nuestro convoy militar y aventó una maleta de color negro. Cuando la recogimos, contenía 65 gramos de mariguana en breña, dos dosis de cristal y dos listas con nombres y cantidades. La eché dentro de mi vehículo de trabajo, una Cheyenne siglas 0906357”. Al día siguiente, cuando estaba en el Ministerio Público de la localidad de Costa Rica, también en Culiacán, llegó el coronel Salvador Núñez Flores, comandante del 94 Batallón de Infantería. “Me presenté con él y le informé que estaba poniendo a disposición un carro robado de la marca Toyota color blanco de la línea RAV 4, tipo vagoneta. Me indicó que continuara con la puesta a disposición y que posteriormente platicaría conmigo. Al terminar me presenté nuevamente con él. Me dijo que lo siguiera”, relata. El teniente subió a su vehículo militar, conducido por el cabo de caballería Wendy Felipe Martínez Chan, y avanzó seguido de las dos unidades que los acompañaban. Iba detrás del automóvil del coronel Núñez Flores por la carretera de Costa Rica hacia la autopista para la ciudad de Culiacán. Al llegar a la carretera, el vehículo de Núñez se detuvo, y el oficial le ordenó a Chontal Isidor que lo llevara a su base. “Lo conduje al lugar. Cuando arribamos a la base, el coronel de infantería me pidió que formara a mi gente. Los llamé. Cuando estábamos concentrados fue conmigo y le ordenó al teniente de infantería Israel Cuevas Saavedra que me quitara mis teléfonos celulares. Luego pidió mi cartera, me preguntó cuánto traía, le dije que 800 pesos, un billete de Costa Rica y un dólar, de recuerdo. No me la regresó”. Al mismo procedimiento sometió a los 26 militares presentes. Luego revisó las casas de campaña donde dormían y sus maletas; después, los vehículos bajo el mando del teniente Chontal. “El teniente Cuevas Saavedra le informó al coronel de infantería que en el asiento del conductor de mi unidad localizó una maleta chica color negro que contenía 65 gramos de mariguana y dos dosis de cristal –prosigue el oficial–. El conductor Wendy Martínez le dijo que un día antes perseguimos a un muchacho que conducía un vehículo Matiz, pero que al percatarse de nuestra presencia tiró la maleta y se retiró en el vehículo. Confirmé la versión pero el coronel no mostró interés ni preguntó nada”. Al terminar, el coronel Núñez reunió de nuevo a la gente. Les dijo que estaba investigando acerca de una queja. Fue todo. “Cuando terminó la revisión, Salvador Núñez abandonó el campamento. Pero como a los 15 minutos regresó el teniente de infantería Israel Cuevas Saavedra y me dijo que por órdenes del coronel me incorpore a las instalaciones de la Novena Zona Militar. Reuní a mi gente, les pedí que quitaran las casas de campaña y subieran todo a los vehículos”. El coronel los esperaba en la carretera que va de El Dorado a Culiacán, donde le pidió a Chontal Isidor que se presentara en las instalaciones de la zona militar. Eran entre las 9 y las 10 de la noche. En la entrada los esperaban ya el coronel Núñez y el comandante del sexto regimiento de caballería, coronel Marco Antonio Carrera Sánchez. Estaban platicando. “Después –narra Chontal Isidor–, los dos entraron a la oficina de mi general de brigada (DEM) Marco Antonio Covarrubias Hernández. Para entonces era la media noche. Al salir de la comandancia, Núñez Flores le ordenó a Carrera Sánchez que trasladara a mi personal a la 20 Compañía de Infantería no encuadrada. Una vez ahí nos ordenó que entregáramos las armas. Accedimos”. Después, Núñez Flores ordenó al mayor de caballería José Guadalupe Santos que condujera a Chontal Isidor a la guardia en prevención del 94 Batallón de Infantería, ubicada en la Novena Zona Militar. Posteriormente ordenó que a él y al conductor los pusieran a disposición del mayor de justicia militar, el ministerio público militar Víctor Hugo González Sánchez. Ya eran las 12 de la noche. Desde entonces lo mantuvieron incomunicado. “No me permitieron hablar con mis abogados, tampoco me notificaron de mi detención, ilegal y apartada de todos los procedimientos que la ley prevé”, señala en su petición de demanda de amparo y protección de la justicia, que le concedió el 16 de mayo el segundo juez de Distrito en Sinaloa. “El responsable de la guardia era un sargento primero. Nos asignó lugar. A las 3 de la mañana del día16 llegó un doctor del 94 Batallón para pasarme revista médica. Me levanté, me quité la playera; me preguntó su había lesiones, le dije que no y me hizo el certificado”. A los 20 minutos llegó el mayor de justicia militar y lo levantó. Se veía “molesto” y le dijo al teniente Chontal que estaba detenido bajo su custodia. Después se fue. A la una de la tarde llegó un sargento bajo el mando del mayor de justicia y le presentó a Chontal un acta para que la firmara. En ella decía que el teniente Núñez Flores lo estaba poniendo a disposición con la maleta, la mariguana, el cristal y las listas. Chontal le dijo que firmaría hasta que estuviera presente su abogado, y así pasó en la guardia el resto del día 16. Al siguiente, a las 11: 15, recibió la visita de un químico de Registros Periciales de Sinaloa: “Fue a realizarme la prueba de orina. Le pregunté que si era para ver si daba positivo a alguna droga, le dije que yo nunca había consumido alguna droga, ni cigarro, ni alcohol, pero que estaba preocupado porque el día 9 encontré un laboratorio químico en donde se procesa la droga conocida como cristal. Le consulté si no había posibilidades de salir positivo, porque ahí estuve dos días ahí hasta que una empresa fue a recoger todo. Me dijo que sí había riesgos. A pesar de eso, los resultados del examen dieron negativo en todo tipo de droga”. Minutos más tarde volvió el mayor y le reclamó a Chontal por no firmar su acta: “Me dijo que no me tenían detenido, sino en calidad de ‘retenido’ y que no estaba incomunicado. Pero era al contrario. Ordenó que si llegaba mi licenciado no me pasaran ningún documento y menos permitieran que yo hablara con él. Después me enteré de que iban por mí para llevarme a la prisión militar de Mazatlán. Con la desesperación, con ganas de defenderme de esa injusticia, en ese instante me evadí del cuartel para buscar asesoramiento y un juicio justo. Me brinqué la barda de la Novena Zona, donde se encuentra el Batallón 94. No me dejaron otra opción”. Antes, como a las 9 de la mañana, el mayor de justicia sacó al teniente Chontal y al conductor Wendy Martínez del lugar de resguardo y los llevó a casetas telefónicas, en donde les tomó fotos mientras hablaban. “Era su prueba de que no estábamos incomunicados”, afirma Chontal.   La entrega   Cuando se le pregunta si se arrepiente de su evasión, el oficial insiste: –No, porque ya estoy viendo mi caso. Si me van a procesar, que sea dentro de la ley. Al conductor Martínez se lo llevaron a la prisión militar. –¿Son injustos los mandos militares? –La verdad, sí. A veces hay muchas injusticias. Si fuera mía la droga lo aceptaba, pero no es así. Mi delito será por evasión de detención, aunque en ningún momento recibí un oficio que señalara que yo estaba en calidad de detenido. El otro delito podría ser por posesión. Son dos delitos, sólo que uno llevó al otro. Estoy prófugo, aunque el amparo me lo concedieron el día 16. Hasta que se aclare mi situación me presentaré a rendir mi declaración y a responder por los delitos que he cometido, no por todo lo que me están imputando. “Quiero un juicio justo. Nuestros mandos recitan que debemos de actuar dentro de la legalidad con la población civil; yo pido que actúen legalmente conmigo. No he sido un mal elemento, he tratado de cumplir siempre con mi trabajo y la prueba está en mi hoja de servicio. Desde 2008, cada año he participado en la estrategia Operaciones de Alto Impacto Mazatlán-Culiacán- Navolato. Son cuatro años y nunca había tenido problemas”. El año pasado Chontal recibió del secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, un reloj Maxell que lleva en su muñeca como reconocimiento porque en la sierra Las Cañadas, en Culiacán, aseguró un laboratorio con una tonelada y 53 kilos de cristal. Recibió un reconocimiento por escrito y un incentivo de 13 mil 600 pesos. –¿Qué otros operativos ha encabezado? –Hace dos años, en Chimaltitlán, Guerrero, la detención de 12 personas con nueve vehículos, 15 armas largas y cuatro granadas, además de aseguramientos de menor escala. –¿El abogado ha estado negociando mientras usted está prófugo? –Sí, para que se me lleve un juicio justo. Si no hubiera escapado, habría quedado el delito de posesión con fines de venta y robo de droga. No los cometí. Soy responsable de evadirme del cuartel, pero no me dejaron otra opción. Salí a defenderme. No quiero tirar a la basura los 21 años de servicio. Es verdad lo que digo, de testigo tengo a mi contingente de 26 elementos. Al cierre de esta edición, el teniente Chontal Isidor se entregó a la justicia militar. Antes, su abogado logró quitarle los delitos más graves: el de robo y el de posesión con fines de venta. Sólo enfrentará el delito de posesión simple y el de evasión. “Se le va a internar sólo por posesión de los 65 gramos de mariguana y las dos dosis de cristal, aunque me parece ilógico que lo consignen por esta cantidad, porque el teniente es un hombre que maneja ese tipo de sustancias en grandes cantidades y debe de haber asegurado bastantes cargamentos”, confirma el abogado.

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