Limpiarse de corrupción, imperativo de la izquierda

sábado, 7 de julio de 2012 · 19:49
Si bien la izquierda logró instalarse como la segunda fuerza política en el Congreso, está obligada a limpiarse de corrupción si es que aspira a avanzar, dice a Proceso Lorenzo Meyer. El investigador prevé un futuro incierto para aquélla, atrapada entre pleitos internos, ataques externos y tentaciones de cooptación económica. Meyer lamenta que en las olas democráticas que han llegado a todas partes, como Portugal y África del Norte, la nuestra “nos trajo al PRI de retorno”. El investigador Lorenzo Meyer advierte que una de las primeras tareas que la izquierda mexicana debería emprender, si quiere avanzar política y socialmente, es la de limpiar sus filas de corrupción. No obstante, considera que esto es muy complicado porque fuertes intereses en las llamadas tribus que la conforman han convertido a los partidos y gobiernos de izquierda en un negocio. Entrevistado mientras el Frente Amplio Progresista que encabeza Andrés Manuel López Obrador reúne las pruebas de la compra y coacción de millones de votos por el PRI mediante monederos electrónicos y despensas, el doctor en relaciones internacionales Lorenzo Meyer observa un futuro incierto para la izquierda mexicana, atrapada entre las peleas internas, los ataques exteriores y las tentaciones de cooptación económica. De entrada, el profesor de El Colegio de México hace una evaluación del proceso electoral y de los resultados preliminares favorables al candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto. Señala que mientras la izquierda se quedó como en el 2006, sin avanzar más allá del tercio de los votos, será la segunda fuerza en el Congreso de la Unión. A su vez, el PRI tendrá una mayoría relativa en el Poder Legislativo, aunque podría aliarse con el PAN para sacar las reformas en las que ambos partidos están de acuerdo. Indica que el hecho principal, ahora que pasaron los comicios, es el retorno del PRI al poder. No es un caso único, continúa. En Taiwán también nos encontramos un partido autoritario que funciona de manera no muy distinta a la del PRI, partido éste que se refugia después de su derrota y ahora regresa al poder. En una más de las olas democráticas que han llegado a todas partes, como Portugal y África del Norte, la nuestra nos trajo al PRI de retorno, apunta Meyer. El investigador percibe que si en diciembre de este año asume la Presidencia quien fue el candidato del PRI, volverán una visión y una forma de hacer política que ya parecían extinguidas y que se basan en el autoritarismo. “Alguien puede decir que es un nuevo PRI, ¿pero tenemos derecho a creérselo? Considero que sería una irresponsabilidad. Tenemos que actuar en función de lo que ha sido la historia de ese partido, que no es totalitario, no es una dictadura, pero tampoco es democrático y sí, en cambio, es autoritario”. (Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1862, ya en circulación)

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