Oros mexicanos, con entrenadores extranjeros
De 1968 a la fecha México sólo ha conseguido 39 medallas en Juegos Olímpicos. De esas, 25 fueron conseguidas por deportistas tutelados por extranjeros. Dos años antes de la celebración de la justa deportiva en la Ciudad de México, el gobierno decidió importar entrenadores con el afán de que algún mexicano subiera al podio. Y la medida dio resultado. Para colmo, cuando en alguna disciplina se decide prescindir de los preparadores de otros países, los atletas nacionales quedan muy lejos de los primeros lugares.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El Tibio Muñoz conquistó la medalla de oro en la prueba de los 200 metros pecho en los Juegos Olímpicos de México 68, Daniel Bautista fue la figura en Montreal 76 en la especialidad de caminata, misma en la que Raúl González y Ernesto Canto acapararon los dos primeros lugares del podio en Los Ángeles 84.
Los marchistas Carlos Mercenario y Bernardo Segura fueron los héroes solitarios, ganadores de las únicas preseas para las delegaciones mexicanas en Barcelona 92 y Atlanta 96, en ese orden. Soraya Jiménez apareció en escena en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 para ser la primera mexicana que asciende a lo más alto del podio; Ana Gabriela Guevara y Belem Guerrero destacaron en Atenas 2004.
Todos ellos tienen algo en común: entrenadores extranjeros.
Casi como una costumbre en las últimas cuatro décadas México ha apostado por los entrenadores de otros países, quienes han asumido el rol protagónico desde 1968 ante la carencia de instructores nacionales con capacidad para aspirar al más alto nivel.
En 1966 el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz dio las pautas para la masiva contratación de entrenadores foráneos con la idea de desarrollar las habilidades de los deportistas locales y abrir camino al podio a los competidores locales en los cercanos Juegos Olímpicos. Fue natural entonces que los instructores extranjeros se constituyeran en responsables de los éxitos de los atletas nacionales.
De las 39 medallas ganadas por México desde los Juegos Olímpicos de 1968, 25 han sido producto del aporte del entrenador extranjero. Están presentes en prácticamente todas las disciplinas. En natación, por ejemplo, buscaron a la leyenda Ronald Johnson, quien hizo ganar dos metales a México: oro con Felipe El Tibio Muñoz y bronce con María Teresa Ramírez.
El entrenador polaco Jerzy Hausleber llegó con la idea de sentar las bases de la caminata, disciplina poco difundida hasta que el sargento José Pedraza se acreditó la plata en 1968. Y dos ciclos olímpicos después México alcanzó la cúspide en esta prueba cuando Daniel Bautista selló su triunfal presencia en Montreal 76 con la medalla dorada en los 20 kilómetros.
La experiencia de Hausleber volvió a expresarse con Raúl González y Ernesto Canto en Los Ángeles 84: ambos conquistaron el oro en los 50 y 20 kilómetros, en tanto que González también obtuvo plata en los 20 kilómetros.
Hausleber también forjó las carreras de los medallistas olímpicos Noé Hernández y Joel Sánchez, ganadores de plata y bronce en Sydney 2000. El entrenador ya retirado tiene un récord único en la historia de la caminata en el país: Gracias a su aporte México ganó tres preseas de oro, cuatro de plata y dos de bronce en todas sus participaciones en Juegos Olímpicos, que convierten a esta disciplina en la de mayor producción de medallas áureas y como la segunda con más número de preseas, sólo superada por el boxeo.
Hausleber, quien llegó al país el 31 de mayo de 1966 junto a seis entrenadores polacos, impulsó el deporte nacional, rindió al máximo y fue fundamental para la cosecha total de sus andarines: 108 preseas entre Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales, Juegos Panamericanos y Centroamericanos.
Pero ahora que la caminata está en manos de los discípulos del entrenador polaco el balance es otro: 12 años sin aproximarse al podio.
Pocos nacionales
Los números son drásticos y demostrativos: De las 39 medallas olímpicas que acumula México a partir del 68 sólo en 14 ha habido presencia de un entrenador nacional. Muy pocos para reemplazar a los foráneos, aunque también hay sorpresas favorables: En 1976 por fin un técnico mexicano equilibró la balanza, pues el boxeador Juan Paredes (bronce) le dio a México su segunda medalla con Nacho Beristáin como manager, aunado al oro de Bautista.
En los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, marcados por el boicot estadunidense, México ganó cuatro medallas –una en clavados y tres en equitación– con entrenadores nacionales en su totalidad.
Para Los Ángeles 84 los preparadores extranjeros recuperaron el protagonismo. De las seis preseas sólo el ciclista Manuel Youshimatz y el luchador Daniel Aceves contaron con la asistencia de entrenadores mexicanos: José Luis Téllez y Enrique Jiménez, respectivamente. El boxeador Héctor López se colgó la medalla de plata con la ayuda del búlgaro Stavri Baclivarov, en tanto que Ernesto Canto y Raúl González confirmaron el ascenso de la escuela de Hausleber.
Luego de los éxitos de González y Canto México entró a una fase de discretas actuaciones. En Seúl 88 apenas se sumaron dos medallas: la del boxeador Mario González y la del clavadista Jesús Mena, aunque sólo el entrenador mexicano Vicente Borrego Torres acompañó a su discípulo. Mena afrontó la competencia sin su entrenador Gustavo Osorio, a quien las autoridades de su federación no le dieron permiso de viajar.
Con la raquítica cosecha en Barcelona 92 y ?Atlanta 96, en la edición siguiente únicamente Soraya Jiménez conquistó el título olímpico del total de seis preseas obtenidas en Sydney 2000.
Ana Gabriela Guevara, en 400 metros planos, y Belem Guerrero, en la carrera ciclista por puntos, se adjudicaron el subcampeonato olímpico en Atenas 2004, mientras que los hermanos Óscar e Iridia Salazar ganaron la plata y el bronce en taekwondo. En todas estas medallas los entrenadores cubanos fueron piezas fundamentales: Raúl Barreda condujo a Guevara al éxito y Óscar Echavarría hizo lo propio con Guerrero, en tanto que el entrenador Reynaldo Salazar fue asistido por un entrenador de la isla.
Guevara saltó a los primeros planos del atletismo a finales de los noventa y tras una trayectoria de 11 años conquistó el título mundial en 400 metros planos en 2003, siempre bajo la tutela de Barreda.
Cuba y China
Nelson Vargas, entonces director de la Conade, decidió darle un giro a la política en las contrataciones de entrenadores foráneos. Particularmente se inclinó por dos escuelas, la cubana y la china. La primera ya con amplia presencia en el país por una serie de convenios firmados por Mario Vázquez Raña desde que dirigía al Comité Olímpico Mexicano.
Vargas estaba fascinado con los entrenadores de China; veía a ese país como la nueva potencia mundial del deporte. Y quiso demostrarlo en los hechos. Fue natural entonces la llegada de entrenadores orientales, pero surgió un imponderable: en junio de 2003 llegaron al país 39 entrenadores chinos que apenas pisaron territorio mexicano fueron puestos en cuarentena por la alerta mundial de la gripe porcina que afectaba a aquella nación.
Con ese grupo llegó la entrenadora de clavados Ma Jin, quien al principio se desempeñó como asistente del entrenador de Paola Espinosa y Rommel Pacheco, Francisco Rueda.
Pero la vida deportiva de Francisco Rueda quedó pintada con los trazos del escándalo con su discípula Laura Sánchez. El entrenador fue acusado de estupro por los padres de la deportista, y Rueda fue inhabilitado de por vida por la Federación Mexicana de Natación. Tras el gris episodio, Ma Jin se hizo cargo del equipo de clavadistas.
Guillermo Pérez y María del Rosario Espinoza se coronaron campeones olímpicos en Beijing 2008 en la modalidad de taekwondo con un entrenador nacional. Pero los Juegos Olímpicos de China fueron también la oportunidad de Ma Jin, quien logró que Paola Espinosa y Tatiana Ortiz subieran al podio tras colgarse la presea de bronce en clavados sincronizados.
En la actualidad al menos 80 entrenadores chinos trabajan en el país y unos 200 cubanos, de los cuales 130 están contratados directamente por la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) en las principales disciplinas. l