La herencia de Lucio Dalla (1943-2012)

martes, 7 de agosto de 2012 · 20:34
MÉXICO, D.F. (apro).- En Italia continúan las polémicas que surgieron tras fallecer hace cinco meses el cantautor italiano Lucio Dalla luego de un concierto en Montreux, Suiza, a tres días de cumplir 70 años de edad, cuando su novio de 32, el actor, fotógrafo y cantante Marco Alemanno diera a conocer su homosexualidad, durante el multitudinario velorio celebrado en Bolonia. Dalla no hizo testamento alguno y la ley determinó que sus bienes los recibirán cinco primos lejanos del prolífico músico. Nada será para el novio. Tras las exequias tributadas por las máximas autoridades culturales y eclesiásticas, así como por su pueblo natal que con medio millón de almas llenó la Piazza Grande frente a la Catedral de San Petronio el mero 4 de marzo, aquel funeral extraordinario rompió su hechizo místico al prorrumpir en llanto quien fuera la pareja de Lucio Dalla desde 2004. (http://www.youtube.com/watch?v=UlW2KJI9Kwk) Entre las posesiones que dejó el compositor destacan dos yates de lujo, una vasta colección pictórica; dos mansiones en las islas de Trémini y una casona de 2 mil 400 metros cuadrados en Azeglio 15, cerca de la Plaza Mayor de Bolonia donde vivía con Alemanno, y en la que los novios trabajaban para convertirla en gran museo sede a una fundación musical (misma que hoy parece no figurar en las prioridades de los cinco herederos). Lo más preciado del legado está conformado por las regalías de una vasta obra musical registrada ante la oficina musical de la Sociedad Italiana de Autores y Escritores (SIAE) desde que Dalla tenía 23 años de edad, en 1966, derechos que cada año arrojan beneficios de alrededor de medio millón de euros. Lucio Dalla fue autor de 581 temas, entre ellos “4 de marzo de 1943” (el cual conquistó el tercer lugar en el Festival Internacional de San Remo 1971), “Toda la vida” (que en versión castellana del cubano Franco y el mexicano Emmanuel fue enorme éxito disquero de 1986 en América Latina) y, sobre todo, “Caruso” (interpretado con maestría por Los Tres Tenores, pero de fama universal que supera en regalías a “Azul pintado de azul”, de Doménico Modugno, las dos canciones itálicas más famosas del mundo). Curioso que fuese un canal de Televisa quien diera a conocer en México a Lucio Dalla en 1971, cantando “4 de marzo de 1943”, en San Remo. El hoy tan agringado emporio comercial (entonces llamado Telesistema Mexicano) retransmitió la emisión mundial de la Radio y Televisión Italiana (RAI) del Festival de San Remo 1971 resultando ganador “El corazón es un gitano”, con Nicola di Bari, pieza que en México grabaría la joven Lupita D’Alessio. (http://www.youtube.com/watch?v=dvY4nn-zxb0) Dalla se saltó el protocolo de San Remo y en vez de ponerse frac o traje y corbata, se presentó cual campesino comunista sin rasurar y cantó “4 de marzo de 1943” con una gorra de paisano y un cinturón de gruesa hebilla, acompañado de su violinista vestido de porte folclórico. La hermosa balada que Dalla musicalizó también era diferente al formato acostumbrado de las melodías concursantes, pues carecía de introducción y tampoco recurría a la típica repetición de ritornello pegajoso. Ese poema se lo había obsequiado su amiga la profesora universitaria Paola Pallotinno y se intitulaba originalmente “El niño Jesús” (Gesù bambino). De nueve cuartetas, la balada narra de corrido la historia una mujer que en un puerto italiano se enamora de un soldado aliado quien muere en la Segunda Guerra Mundial, dando ella luz a un bebé (el cantor) al que “arrulla en la taberna” como si fuera “La Virgen María”: Tal vez fuera por relajo o quizá por amor pero ella quiso ponerme el nombre de nuestro Señor… Cuando los organizadores del Festival de San Remo consideraron que el título “El niño Jesús” le faltaba el respeto a la Iglesia católica, Lucio Dalla lo cambió por la fecha de su nacimiento, “4 de marzo de 1943 (Historia de hoy)”, aún cuando la pieza no es autobiográfica (su padre murió cuando él tenía siete años). Dalla debió aceptar además que le censuraran varios versos; por ejemplo, el final del poema decía: E ancora adesso mentre bestemmio e bevo vino per i ladri e le putanne sono io Gesù bambino. (“Y aún ahora, mientras blasfemo y bebo vino para los ladrones y las putas yo soy El niño Jesús.”) En San Remo, Lucio Dalla trocó la estrofa así: E ancora adesso che gioco a carte e bevo vino per la gente del porto mi chiamo Gesù bambino. (“Y aún ahora cuando juego a las cartas y bebo vino para la gente del puerto me llamo El niño Jesús.”) En Brasil, María Betania y Chico Buarque de Hollanda grabaron con gran triunfo la pieza bajo el título “Mi historia” (Minha historia), guardando sendas versiones del portugués rimado fidelidad al texto original. También el uruguayo Alfredo Zitarrosa haría lo propio al castellano con “Mi historia”, tomando por base la traducción brasileña. Esta historia y mi nombre temido me están esperando cuando voy de tugurio en tugurio, peleando y cantando. Todo el bajo mundo, mis amigos de copa y de cruz me conocen muy bien y me llaman El niño Jesús. No ocurriría lo mismo en 1986 con las adaptaciones líricas al español para una de las rolas más vendidas por Lucio Dalla dos años antes, “Toda la vida”, tanto de Franco (ver video producido por Rodrigo García Márquez, el hijo del Nobel colombiano Gabo, en: http://www.youtube.com/watch?v=akcDTHIpb70), como de Emmanuel, cuyos versos en italiano fueron traicionados por Luis Gómez Escolar, el mismo traductor de sendas versiones. Fue la época cuando el taurófilo Emmanuel se enamoró musicalmente de la canción popular italiana y particularmente, de la obra de Dalla, de quien grabaría posteriormente “Una vieja canción”, “La última luna” (1987, letra de Joaquín Sabina), “Luk” y “Bella señora” (1990), ésta con traducción del tal Luis G. Escolar y en coautoría con Dalla de Mauro Malavasi (quien asimismo produjo en Estudios Malavasi de Bolonia los arreglos en 1987 del noveno y último disco de Emmanuel para BMG Ariola, Entre lunas). Pero la canción considerada por el público como la mejor de Lucio Dalla es “Caruso”, dedicada al excelso tenor napolitano Enrico Caruso, quien vivió los últimos dos meses de su vida en el Gran Hotel Excélsior Vittoria de Nápoles, donde Dalla compuso la pieza: Aquí donde el mar reluce y sopla fuerte el viento, sobre una vieja terraza, frente al Golfo de Sorrento, un hombre abraza a una chica después de que ella ha llorado. Luego se aclara la voz y vuelve a dar comienzo al canto. Te quiero mucho, sabes… pero tanto, tanto, sabes... Es un cadena ahora que funde la sangre en las venas, sabes... El coro no está en italiano sino en dialecto napolitano, según el sitio web “Letra y Traducción en Español de las Canciones Italianas” (http://www.italetras.com/2007/06/caruso-lucio-dalla.html), que explica: “Caruso estaba enfermo de cáncer en la garganta y sabía que tenía los días contados pero eso no le impedía dar lecciones de canto a una joven de la cual estaba enamorado. Una noche de mucho calor no quiso renunciar a cantar para ella que lo miraba con admiración, así que, aún encontrándose mal, hizo llevar el piano a la terraza que daba al puerto y empezó a cantar una apasionada declaración de amor y sufrimiento. Su voz era potente y los pescadores, oyéndole, regresaron al puerto y se quedaron anclados bajo la terraza... Caruso no perdió las fuerzas y siguió cantando sumergiéndose en los ojos de la muchacha apoyada al piano. Esa noche su estado empeoró.” Dos días más tarde, el 2 de agosto de 1921, Caruso moría en Nápoles. Las exequias de Dalla, católico fervoroso, escandalizaron a la ex directora de RAI, Lucía Annunziata, quien en el programa Media hora expresó: “Vas a la iglesia, te conceden funerales y te entierran por el rito católico, basta con decir que no eres gay.” Hace pocos días, Alemanno se quejó de los primos herederos por mantenerlo “prácticamente encerrado” en un cuarto, la cocina y el baño de la enorme mansión donde viviera con Dalla. La prensa italiana ha manifestado suspicacias en torno a que realmente invertirán el dinero del artista para abrir en la casona un museo y la fundación musical, como fuera su última voluntad.

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