"Que me entierren con narcocorridos", libro de Edmundo Pérez

martes, 25 de septiembre de 2012 · 11:40
MÉXICO, D.F. (apro).- Que me entierren con narcocorridos. Las historias de los gruperos asesinados se titula el reciente libro de Edmundo Pérez publicado en México por las editoras Grijalbo/Random House Mondadori, con prólogo del reportero de la revista Proceso Ricardo Ravelo, quien al comienzo del volumen, escribe: “Edmundo Pérez se abocó a un trabajo periodístico difícil y no menos peligroso en estos tiempos en que México es el pais más inseguro del mundo para ejercerlo… El riesgo que enfrentó Edmundo Pérez no cualquiera lo vive, y es de reconocerle este arrojo, que más bien es una documentación por contar una historia… “Las historias que narra Eduardo están contadas con un lenguaje claro y directo, siguiendo las reglas ortodoxas del buen periodismo. No hay opiniones ni se deslizan insinuaciones; tampoco comentarios ni planteamientos editorializados, vicios que arrastra el periodismo moderno, sobre todo el que practican algunos medios oficialistas. Va al grano, al nudo, al centro de las historias, para adelantarnos en una realidad que resulta ser tan poderosa, que no tiene cabida la ficción.” Crímenes y secuestros a intérpretes gruperos y cantantes, así como a sus familiares o amigos y representantes, son los temas centrales de Que me entierren con narcocorridos, que destaca las muertes de 44 músicos a lo largo de 239 páginas. Sin seguir una cronología rigurosa recoge 44 asesintatos de puros gruperos desde 1999 a la fecha, siendo 2007 el año más sangriento con once artistas ultimados. En este recuento, Sinaloa se lleva la corona de occisos con 15, le sigue a Chihuahua con 10, Michoacán en tercer luar con siete, dos en Tamaulipas y Chiapas, y uno en Oaxaca, Durango, Jalisco, Nuevo León, Sonora, Jalisco y Guerrero. Ninguno en Ciudad de México, donde el narcocorrido es menos popular. Cerró su pico “El Gallo de Oro” En 24 páginas, Edmundo Pérez desglosa en el capítulo Y todo por cantar a mis amigos” los vericuetos en la trágica historia de “el hijo consentido de Jitonhueca, Sonora” Valentín Elizalde, El Gallo de Oro, victimado a los 65 años de edad la madrugada del sábado 25 de noviembre de 2006 luego de una actuación tamaulipeca, quien solía decir: “Trata uno de repente de cuidarse un poquito, pero por más que lo haga no quedas exento, no, siempre que estás arriba en el escenario estás propenso a que todo mundo te haga daño, así como todo mundo te puede dar cariño…” Pérez recoge el testimonio de gente que abandonaba el palenque de la Exposición Reynosa a las 2:45 horas tras aplaudir a su ídolo aquella última vez: “Vimos cuando la camioneta de Valentín Elizalde salía del palenque y atrás, a gran velocidad, otras dos que le cerraron el paso; luego, tres hombres lo cercaron para ejecutarlo. Fue muy impactante porque se vio cómo estallaban las balas en la camioneta.” Del lugar se recogieron más de 70 casquillos de metralletas AR-15 y AK-47 (cuernos de chivo), así como ojivas de una pistola calibre .38 y la sofisticada 5.7 x 28, con 40 tiros en su cargador. El cuerpo del Gallo de Oro tenía 25 disparos y después lo habían “rematado” dándole “el tiro de gracia” en la frente que, según el perito del Ministerio Público, Gerardo Treviño, es un “simple formalismo o marca de poder del grupo de sicarios”, reflejo de que la acción había sido perfectamente planeada. Este capítulo aborda la defensa de Valentín Elizalde a favor de los narcocorridos, manifestación cantora y musical de México que el autor del libro define como “una expresión popular derivada del tradicional corrido mexicano que en sus inicios describía hechos históricos o crónicas que el pueblo recogía de noticias y actos heróicos”, expresión que “al paso del tiempo se fue tranformando en una exaltación de los personajes y sucesos ilícitos derivados del poder del narcotráfico”. Al presentar su disco Soy Así a la prensa, El Gallo de Oro dijo: “De ninguna manera apruebo que se prohíban porque son parte de la expresión popular, lo que el pueblo canta y lo que el pueblo quiere en términos musicales.” Desde septiembre del 2005, el gobierno mexicano “en la lucha contra la denominada narcocultura” determinó censurar la transmisión radiofónica y televisiva de temas como “La banda del carro rojo”, “El contrabandista”, “El señor de los cielos”, “El avión de Colombia”, “Contrabando y traición” “La mafia muere” y “Jefe de jefes”, temas de Los Tucanes de Tijuana y de “los mayores intérpretes de los narcocorridos”, Los Tigres del Norte, grupo surgido en 1968 en Los Mochis, Sinaloa, conformado por los hermanos Hernán, Jorge, Eduardo y Luis Hernández. Cuenta Pérez que en el repertorio discográfico de Valentín Elizalde sobresalen corridos alusivos al narcotráfico y sus personajes, como: “El Rodolfillo” “El escape del Chapo Guzmán” y “El narco batallón” en el que El Gallo de Oro canta:
Se estremecieron Los Pinos y no crean que fue en la sierra, es que hasta la presidencia llegaba la lista negra de que a 600 soldados les permitían sembrar yerba. La sierra de Mocorito para Irapuato también estaba, ¡grande el arreglo abarcó hasta San Javier!, se juntaron los rancheros y compraron el cuartel. ¡Ay, Guamúchil, Sinaloa, te llevo en mi corazón! ¡Ora te dieron más fama por el Narco Batallón! Vejación a los K-Paz de la Sierra
Otro extenso relato corresponde a uno de los asesinatos más sonados en nuestro país: el de Sergio Gómez Sánchez de K-Paz de la Sierra, ocurrido entre noviembre y diciembre de 2007 cerca de Morelia, Michoacán, al que el autor del libro le dedica 20 páginas. Comienza con una cita de Humberto Durán, exintegrante de K-Paz de la Sierra: “Al principio me dijo algo que me sorprendió desde el concierto en Tlalnepantla, me dijo que se sentía nervioso, muy raro, y yo lo abracé. En Morelia, antes del concierto me dijo: ‘¿Sabes algo? No tengo miedo miedo de morirme, y si me muero lo hago feliz porque he llevado al grupo (K-Paz de la Sierra) hasta donde he querido.” Sergio estaba consolidado como uno de los artistas más exitosos del género musical grupero, cosechaba triunfos en gran parte del territorio mexicano y el sur de los Estados Unidos, y gracias al sonido “duranguense” en sólo cuatro años pudo convertirse en uno de los artistas más prolíficos en este ámbito, sustenta el también autor de La enciclopedia Pedro Infante, Celebridades del suicidio y Galería de tumbas de los famosos. Los apartados de este capítulo, Le adviertieron que no se presentara en Morelia, comienzan con el denominado 30 de noviembre de 2007, sobre aquel sábado cuando K-Paz se presentó en Morelia ante 40 mil personas con Joan Sebastian, Sergio Vega, El Shaka; Germán Montero y el conjunto Tierra Calí. Tras la presentación fue secuestrado. Sigue el capítulo Un cuerpo desconocido a orillas de la carretera, sobre el decubrimiento de su cadáver, que tenía huellas de tortura y vejación. Continúan Identificación: un tatuaje en forma de pantera, ¿Amenazas de muerte?, Creador del sonido duranguense, Grupo galardonado con los más importantes pemios de la música, La ruptura de los K-Paz de la Sierra, Último proyecto musical y Un funeral de varios días, donde se narra: “Por la saña con que se cometió el crimen de Sergio Gómez, la noticia de su muerte cimbró el ambiente grupero que apenas un año antes se había conmocionado con otro asesinato, el de Valentín Elizalde, acribillado cuando salía de una presentación en Reynosa, Tamaulipas… “Durante diez días, el cuerpo de Sergio Gómez vivió un peregrinar por varias ciudades en el que recibió diversos homenajes. El martes 4 de diciembre fue trasladado a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, donde recibió una misa solemne, y posteriormente fue llevado a Indianápolis –lugar en domde residía--… La mañana del jueves 13 de diciembre, luego de 10 días de funerales, Sergio fue sepultado en el cementerio West Ridhe Park (EU)…” Además, El grupero, la muerte de un cantante trata sobre una película estrenada el 28 de agosto de 2008 en torno al crimen, atribuido ficticiamente en la cinta a la esposa de Sergio Gómez, por haber contratado a un sicario para ejecutarlo, y en Conflictos por los derechos legales del grupo K-Paz de la Sierra, Edmundo Pérez menciona que en su testamento, el músico había estipulado que todos los beneficios económicos que legase al morir irían a parar a manos de su esposa Felicitas García, a pesar de que llevaban tres meses separados a la hora del deceso. El capítulo conclluye en la página 128 con el último apartado, El asesino de Sergio Gómez, donde se lee: “El domingo 26 de junio de 2011, casi cuatro años después del crimen de Sergio Gómez, el Procurador General de la República dio a conocer al presunto asesino del cantante. “De acuerdo con su expediente, dos pistoleros que en ese entonces pertenecían a la organización criminal de La Familia Michoacana, declararon ante la SIEDO que quien mató al cantante y líder de K-paz de la Sierra, fue Arnoldo Rueda Medina, alias La Minsa, operador de esta cédula y quien fue detenido por la policía federal el 11 de julio de 2008…” Contrario a los rumores sobre los motivos para matar a Gómez con tanta vileza porque se había metido con alguna mujer de “cierto tenebroso capo de Morelia”, quien supuestamente le advirtió no reresar a Michoacán para tocar so pena de morir allí mismo, el capítulo concluye, así: “La Minsa realizó la ejecución de Sergio Gómez, tras haberse negado a pagar un soborno.” En el libro Que me entierren con narcocorrdos. Las historias de los gruperos asesinados, se involucran nombres como: Chalino Sánchez, Lupillo Rivera, Beatriz Adriana, Joan Sebastian, Beto Quintanilla, J.A. Sepúlveda El koquillo de Sinaloa, Julio Preciado, Carlos Ocaranza El loco Elizalde, Fabián Ortega Piñón El halcón de la sierra, Jesús Rey David Alfaro Pulido El gallito y Jenni Rivera, La diva de la banda. De los gruperos, aparece una larga lista: Ramón Ayala y sus Bravos del Norte, Los Tucanes de Tijuana, Sentimiento Norteño, Explosión Norteña, Los Padrinos de la Sierra, Tecno Banda Fugaz, Los Implacables del Norte, La Quinta Bala, Los Lizárraga, Herederos de Sinaloa, Los Alazanes de Sonora, La Banda que Manda, El Sapo y sus Ondeados, Grupo Clímax, Enigma Norteño, Los Invencibles, Los Cuates de Sinaloa, Los Herederos de Choix, Los Invencibles, Ciclones de Arroyo, Los Caciques, Alacranes Musical y Bronco. El periodista Edmundo Pérez se inició como reportero en el diario El Nacional, colaborando durante tres lustros en revistas faranduleras como TvyNovelas, TV Notas, TV Pasillo, y TV y Más. Actualmente escribe el libro La historia derás del mito en TV Azteca (www.megustaleer.com.mx).

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