El gran "secreto" del Museo Maya de la gobernadora Ivonne Ortega
MÉXICO, D.F. (apro).- En vísperas de abandonar la gubernatura de Yucatán, la priista Ivonne Ortega Pacheco, con lágrimas en los ojos y frases para el manual de las profecías autocumplidas del 2012, inauguró la primera parte del Gran Museo del Mundo Maya de Mérida.
La obra faraónica, al estilo de la espectacularidad de la política priista que clonó a Enrique Peña Nieto en el sureste, tiene poco o nada qué ver con los mayas vivientes, los de ahora, los que padecen índices de desnutrición alarmantes; sino con un gran negocio entregado a Carlos Hank González, el nieto de dos grandes ejemplos de políticos para quienes vivir fuera del presupuesto es vivir en el error: Carlos Hank González, El Profesor, y el recién fallecido Roberto González Barrera, Don Maseco.
La obra presume de ser el primer negocio museográfico realizado bajo el esquema Proyecto de Prestación de Servicios (PPS), es decir, inversión conjunta, pública y privada, con un costo oficial de 790 millones de pesos.
La construcción faraónica e incompleta hasta ahora, estuvo a cargo de Promotora Cultural Yaxché, filial del Grupo Hermes, del empresario Carlos Hank Rohn. El diseño correspondió al Despacho 4A Arquitectos.
El inmueble inaugurado la noche del pasado lunes 24 inicia con un enorme domo metálico que simula una Ceiba, el árbol sagrado de los mayas, incluye una sala de exposiciones temporales, donde se exhibirán 80 piezas arqueológicas que se llevarán del Museo Regional de Antropología e Historia “Palacio Cantón” que actualmente está administrado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La obra incluirá una sala de exposiciones temporales, una sala de cine para más de 150 personas, tienda, cafetería y salón de usos múltiples.
Con la modestia que la ha caracterizado, Ivonne Ortega Pacheco afirmó:
“Aquí se encuentran profecías talladas en piedra desde hace 5 mil 125 años, profecías que anunciaron en este 2012 la llegada de una nueva era, pero sobre todo, aquí se refleja claramente el presente de una sociedad dinámica, el esfuerzo de habitantes del Yucatán contemporáneo.”
Por supuesto, la gobernadora lloró. Y recordó su niñez, convenientemente grabada por MilenioTV, TV Azteca, Televisa y todas aquellas cadenas televisivas para las que invirtió millones de pesos del erario yucateco en engrandecer su propia y profética figura:
“Recuerdo que de niña, sentada en la zona arqueológica de Xcambó, me pregunté cuándo volveremos a construir en Yucatán grandes obras como el castillo de Chichén Itzá, cuándo nuestros arquitectos tallarán la piedra para mostrar al mundo que la grandeza maya sigue aquí y nunca se ha ido. Y mi respuesta a esas peguntas están aquí. Ni más ni menos”.
La referencia a Xcambó no es casual. Estos vestigios arqueológicos se ubican en un gigantesco predio de mil 706 hectáreas que presuntamente adquirió Ivonne Ortega 11 meses después de asumir el poder, en el municipio de Dzemul, donde ella gobernó hace nueve años como alcaldesa.
El “gran secreto” del Museo de la Cultura Maya aún no se ha develado. Desde julio de 2011 se determinó mediante el oficio 014/Cultur/2011 girado a la Unidad de Acceso a la Información Pública del Ejecutivo yucateco que el contrato y la información relativa al mismo fueron “reservados por un periodo de dos años” y por eso no hay acceso a las cuentas claras de esta obra pública-privada.
No es por desconfiar, pero en el gobierno de Ivonne Ortega existió todo menos transparencia y rendición de cuentas. ¿Qué diría el gobierno de Enrique Peña Nieto, su amigo y a cuya administración federal piensa incorporarse Ortega Pacheco ahora que promueve el “máximo de transparencia”?
Por lo pronto, tanto Ortega Pacheco como Peña Nieto tienen a un gran padrino para las obras de relumbrón: Carlos Hank Rohn.