¿Cuáles son las respuestas?

martes, 6 de noviembre de 2012 · 21:00
MÉXICO, D.F. (apro).- Respetables y respetados humanos: durante cientos de años, ¿qué digo?... por miles, nos han usado para irse conociendo, para saber qué son, de dónde vienen y a dónde van a ir, qué admiten y qué rechazan, y cómo contemporizar, con quién o qué, lo cual, a algunos de nosotros, nos ha servido también para ir conociéndolos mejor a ustedes y a nosotros mismos. Servidor es uno de esos afortunados y no de poca fama en esa su memoria colectiva. Esa mi experiencia compartida con ustedes, en estos días de muertos, me ha llevado a reflexiones, que según mi parecer, bien merecen que les dé noticia, pues considero que las mismas pertenecen a ese toma y daca de actos, ejemplos compartidos, tal es el motivo de la presente a este buzón. Comienzo con un reclamo: para nada me parece justo, y por lo tanto no me satisface, que después de siglos de haber admitido que estábamos animados por un alma, como ustedes, luego, esa su religión rectora del mundo, el cristianismo, por un largo tiempo nos la negara y hasta nos considerara como máquinas; que cuando algunas iglesias de ese mismo cristianismo terminó con concedérnosla, la hicieran, a diferencia de la de ustedes, mortal. ¿Por qué ese privilegio que les favorece? Me parece inmerecido, ya que nosotros, en vida, somos mucho mejores que ustedes. Ningún animal mata por el simple placer de matar, como lo hacen tantos de ustedes, los aficionados a la cacería. Entre los nuestros, los depredadores matan a sus presas de manera rápida, no se complacen torturándolas en un innecesario juego cruel, gozando con su miedo y dolor como han hecho y siguen haciendo tantos de ustedes… bueno… tengo que admitir con cierta vergüenza, que los de mi especie algo participan de esta tendencia… bien… sigo con el tema, como les decía ninguno de los animales, como no ignoran, mata de manera sistemática y fríamente a los de su especie, ni a los de otras, por lo que no desatamos estúpidas y crueles guerras entre nosotros, ni creamos campos de exterminio, cárceles, ni Santas Inquisiciones. Lo anterior, según mi parecer, muestra y demuestra que nuestras almas mortales son superiores que las inmortales de ustedes, ya que son muchísimo menos crueles, menos brutales y menos malignas… ¿no serían por ello más merecedoras de la vida eterna llena de ventura?, ¿No lo creen así?... ¡ay!... ¡chin!... creo que acabo de escribir una burrada –perdón, amigos burros--, pues si la inmortalidad del alma está sujeta al terrible riesgo de ir al infierno si uno se porta mal…¡mejor es que el alma sea mortal, que muera con el cuerpo!, ¿o no?... ¡uuum!... aunque pensándolo bien, como nosotros, los irracionales nada más actuamos por el instinto que Dios nos dio y como con ello somos fieles cumplidores del hacer para los que nos creó, seguro que nuestras almas irían al cielo si fueran inmortales. Pienso que debería ser así, pues de otra manera no me explico que no tengan objeto los sufrimientos y congojas que padecemos los animales por nuestra propia naturaleza y, por añadidura, los que nos causan ustedes. Se me hace difícil creer que no tengan un sentido, que sean gratuitos los palos y las heridas que nos dan y causan; que no tengan ningún precio el miedo, la desesperada desorientación y la infinita tristeza que manifiestan los ojos de un perrillo arrojado a la calle porque ya es un estorbo en la casa; que no valgan para nada los horrorosos sufrimientos de tantos mariscos a los que matan hirviéndolos vivos; la siniestra vida de los perros entrenados para que peleen entre ellos para diversión de ustedes; las malas muertes a que son sometidos tantos de los nuestros en los mataderos; la apatía de muerte de los enjaulados en estrechos espacios en los zoológicos. Me resisto a creer que los sufrimientos de nosotros, repito, sean gratuitos, inútiles, que no tengan sentido ni valor alguno, que únicamente existan y estén ahí en el mundo para hacerlo más sombrío y amargo. Me resisto. Ante este pensar, me pregunto: tanto daño, tanto sufrir de los animales, ¿Qué significado, qué sentido tiene en la Suprema Bondad que también ha sido nuestra creadora? Estas son mis dudas, temores y frustraciones, respetables y respetados humanos. Ustedes, con su superior inteligencia y como imagen y semejanza que son de la divinidad, ¿podrán despejar las primeras, suprimir los segundos y desvanecer las últimas? Lo agradecería, así como agradezco el que, por sus preferencias, me hayan dado persistencia en sus memorias. Sin más y siempre a sus órdenes. EL GATO CON BOTAS

Comentarios