Teatro: "Los acreedores"

martes, 29 de enero de 2013 · 20:44
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Nuevamente August Strindberg (1849-1912) aparece en la cartelera teatral de la Ciudad de México con la obra Los acreedores, bajo la dirección de Fernando Reyes. Como muchos de sus otros textos, contiene una buena dosis de desprecio hacia el género femenino y gran profundidad en la situación psicológica de sus personajes. En su primera época, Strindberg desarrolla de manera naturalista su dramaturgia, tal es el caso de Los acreedores, La más fuerte, El padre y La señorita Julia, y plantea “la lucha de cerebros” y el incansable juego de poder. En Los acreedores se da el tiempo, tal vez demasiado, para plantear las circunstancias en las que se encuentran los personajes y exponer las fichas con las que la mentalidad maquiavélica del protagonista derrotará a un matrimonio. El exmarido de Tekla se presenta como incógnito en la casa de ella aprovechando su ausencia y entabla amistad con su marido. Maliciosamente lo va debilitando e inculca en este último dudas y malos pensamientos. Él viene a cobrarle a su exmujer el haberlo abandonado y recuperar su orgullo quitándoselo a ella. La venganza es su principal motivación. El autor desarrolla progresivamente los mecanismos psicológicos que utiliza el que juega el papel del fuerte, para doblegar al débil. Los conflictos personales que reproduce el autor en esta obra tienen una raíz completamente autobiográfica, y Los acreedores es su propia venganza. Strindberg se casó con Siri, una actriz a la cual impulsó e incluyó en sus obras, pero que nunca prosperó. Él la acusó de traición e infidelidad y ella terminó abandonándolo. En Los acreedores, escrita en 1888, la mujer es una escritora y el esposo un pintor que considera que su mujer le debe todo –dice que le enseñó desde la ortografía. A través de los poderosos diálogos de Strindberg vamos tejiendo los procesos psicológicos de cada personajes y la transformación que van teniendo. La palabra es un arma poderosa que logra destruir al otro sin que haga falta algún arma o accidente. Para que el espectador comparta esa dolorosa evolución se requeriría de la verosimilitud de los personajes, lo que difícilmente se logra en la puesta en escena, actualmente en el Foro del Tejedor de la Cafebrería El Péndulo (Álvaro Obregón 86, colonia Roma), pues las actuaciones requieren de profundidad. La interpretación de Alexander Holtmann, el marido debilitado, tiene como obstáculo su pronunciación extranjera, aunque se asoman su proceso emotivo a través de la mirada y el control del cuerpo. Alejandra Reyes, actriz formada en Casa Azul, no parece que genere emociones, sino que solamente responde a las indicaciones del director: ríe, se limpia una lágrima, pone cara provocadora o abre los ojos incrédula. Adonay Guadarrama reacciona con una intensidad y un movimiento corporal excesivo. Es cierto que Strindberg consideraba a Los acreedores como una tragicomedia, pero al visualizarse escénicamente, donde se caricaturizan, por ejemplo, los efectos de un ataque epiléptico o la actitud de la mujer, se vuelve chocoso. El Foro el Tejedor es pequeño y la obra no requiere de muchos aditamentos para su puesta en escena. Fernando Reyes, con estudios de dirección en Casa Azul, resuelve prácticamente el espacio pero se enfrenta al problema de las escenas donde uno de los personajes observa tras la rendija de la llave desde el otro cuarto. Arriesgarse a manejar a vistas al otro personaje donde el espectador ve sus reacciones, tiene su chiste, aunque también pierde un poco de misterio.

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