El voto desigual

lunes, 1 de julio de 2013 · 12:01
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La distribución geográfica de los electores es uno de los temas determinantes para garantizar el principio de “un ciudadano, un voto”, pues la agrupación de distritos electorales (uninominales o plurinominales) muy desiguales en el número de ciudadanos automáticamente se traduce en una subvaluación o sobrevaluación del voto, según pertenezcan estos a los distritos mayores o menores. Por ello lo ideal es que los distritos electorales sean exactamente iguales o al menos, lo más cercano posible en número de electores. En el caso mexicano la distribución de la población entre los 300 distritos electorales se hace con base en el Censo General de Población que se realiza cada 10 años. De esta disposición contenida en el artículo 53 de la Constitución proceden dos de los principales inconvenientes para mantener una adecuada distribución de la población: La distritación se realiza con datos extemporáneos y los tamaños de la población no siempre corresponden a los de los mayores de 18 años, es decir la población con derecho a votar. El periódico Reforma publicó el 9 de noviembre de 2012 declaraciones del secretario ejecutivo del IFE, Edmundo Jacobo Molina, en las que señala que de acuerdo con los datos del censo de 2010, 88 distritos electorales (29% de los 300) están fuera del rango de 318 mil 287 y 430 mil 623 habitantes, que resultaría de dividir la población total del país de 112.3 millones entre el número de distritos y darles un margen de más-menos 15%. Sin embargo si el ejercicio se realiza con el total de la lista nominal de electores utilizada en la elección de 2012 dividida entre 300 y se les aplica el mismo margen de tolerancia, el resultado es que los distritos fuera del mismo son 61 (20% del total). Pero el otro problema estriba en el margen de tolerancia que se establece en las políticas del IFE, pues el más-menos 15% es muy grande y de partida lleva a que la diferencia entre el límite inferior y el superior sea de 30%. El resultado es que en las elecciones de 2012 la diferencia entre el distrito con mayor cantidad de ciudadanos en la lista nominal (el 12 de Nuevo León, con 458 mil 220 electores) y el segundo más pequeño (el 2 de Oaxaca, con 188 mil 259 electores) –no se consideró el más pequeño porque es el 1 de Baja California Sur, entidad que no alcanza la población para tener dos distritos pero que accede a ellos porque por disposición constitucional es lo mínimo que puede tener cada entidad– es de 269 mil 961 electores, es decir, mayor al tamaño promedio de un distrito (264 mil 974 electores) y una diferencia de 243% entre uno y otro. Sin embargo llama mucho la atención que las diferencias dentro de los estados también son muy grandes. Las mayores se dan en Nuevo León, donde está el distrito más grande (el 12, con cabecera en Cadereyta Jiménez y 458 mil 220 electores) y uno de los más pequeños (el 7, con cabecera en Monterrey y 208 mil 371 electores) lo que implica que la diferencia entre ambos es de 249 mil 849 (119%). Es decir que el mayor es 2.19 veces el menor y casi el tamaño de un distrito promedio. Le sigue Quintana Roo, con una diferencia de 212 mil 664 (90.1%). Fragmento del análisis que se publica en la edición 1913 de la revista Proceso, ya en circulación.

Comentarios