El cerco magisterial y la torpeza peñista

jueves, 22 de agosto de 2013 · 20:38
MÉXICO, D.F. (apro).- En vísperas de su primer informe de gobierno, Enrique Peña Nieto está cercado. La ocupación del Zócalo de la Ciudad de México por parte de los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es apenas una expresión física de las presiones a las que está sometida la gobernabilidad en México. El acoso supera la esfera del Poder Ejecutivo. Alcanza al Congreso de la Unión y por eso diputados y senadores escenifican el triste espectáculo de buscar una sede para sesionar. La CNTE literalmente los ha hecho refugiarse en el Centro Banamex, propiedad del banco estadunidense Citibank. Es la respuesta de los maestros disidentes al madruguete que los diputados intentaron para aprobar las leyes secundarias de la reforma educativa, sancionada en diciembre del año pasado por el Congreso y que fue considerada como el primer éxito político de Peña Nieto y su Pacto por México. La CNTE se había sumado al Pacto con la promesa de la Secretaría de Gobernación, a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong, de que se considerarían las propuestas de la Coordinadora en las leyes secundarias. Pero de un plumazo, los diputados dictaminaron esas leyes sin tomar en cuenta las consultas y con ello dieron paso a las movilizaciones y ocupaciones de los maestros, que lograron por ahora parar en la Cámara de Diputados la dictaminación de Ley General del Servicio Profesional Docente; no así las de la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y de la Ley General de Educación. Dicen los maestros de la CNTE que no se oponen a ser evaluados, pero no de forma “punitiva y sancionadora”, sino de manera “integral”. Y en ese interés tienen “ahorcados” puntos importantes de la Ciudad de México. Ya tomaron el Zócalo de la Ciudad de México y las sedes de la Cámara de Diputados, en San Lázaro, y del Senado, en el cruce de las estratégicas avenidas de Insurgentes y Reforma. En San Lázaro, la afectación alcanza al Poder Judicial, que con su Palacio de Justicia Federal es vecino de los diputados, por lo que los juzgados ahí radicados han tenido que cerrar temporalmente. Los tres poderes del Estado están tocados, además de las afectaciones a los negocios de los alrededores y al libre tránsito de la ciudad. El escenario puede ser todavía peor cuando se sumen las manifestaciones contra la reforma energética de Peña Nieto. ¿Acaso Peña Nieto y su secretario de Gobernación no previeron un escenario como éste? ¿O será que Manlio Fabio Beltrones, el coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, les está pasando la factura por la derrota de su candidato en Baja California, Fernando Castro Trenti, en julio pasado? Antes de la elección, en los corrillos políticos se insistía en que Peña Nieto prefería entregar ese estado al PAN con tal de que el presidente de ese partido, Gustavo Madero, no abandonara el Pacto por México. No hay que olvidar tampoco que Beltrones tiene un operador en Gobernación, Felipe Solís Acero, subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación. Si está operando, no lo está haciendo para su jefe formal, Osorio Chong; su lealtad parece estar con el jefe de los diputados del PRI. Otro error atribuible al gobierno peñista es que pensó que con la reforma constitucional en materia educativa aprobada sin problemas en diciembre pasado, lo demás sería transitable sobre todo después de la encarcelación de la exdueña del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo. Pero más allá del efecto mediático de la detención, las cosas no le han resultado a Peña Nieto en el tema magisterial. Los peñistas pensaron que bastaba con el chantaje a Luis Díaz de la Torre para controlar a los maestros. A cambio de no correr la misma suerte que su mentora, a Luis Díaz no le quedaba más que apoyar la reforma educativa peñista. Y en efecto, lo ha hecho, cuidando el millonario negocio que representa el control del SNTE. Pero el líder sindical está muy lejos del oficio político de su maestra. Lo primero que hizo fue dejarse seducir por Beltrones para que el SNTE apoyara a Castro Trenti. Luis Díaz hizo público ese apoyo, a pesar de que el Partido Nuevo Alianza (Panal), la creación de Elba Esther Gordillo, formaba parte de la alianza electoral del PAN y el PRD, en contra del PRI. A esa torpeza, Juan Díaz sumó otra. Apenas en julio pasado perdió el control del estado de Chiapas, donde el llamado Bloque Democrático, adherido a la CNTE, se quedó con la dirigencia de la sección 7 del SNTE, durante un congreso seccional que tuvo que ser resguardado por la policía federal y estatal luego del intento de madruguete de Díaz y del también inexperto político Manuel Velasco, gobernador de Chiapas. Ahora Pablo Salazar, recién afiliado al PRD, busca la dirigencia de ese partido del lado de Carlos Sotelo, un maestro normalista vinculado al magisterio de Michoacán que de la mano del exgobernador querrá capitalizar la derrota del SNTE en Chiapas. El tema magisterial se le ha salido de control al gobierno federal. Gracias a la inoperancia política del peñismo, le esperan días amargos a la capital con las movilizaciones de los llamados mentores. Comentarios: jcarrasco@proceso.com.mx @jorgecarrascoa

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