El placer de torturar a un elefante

viernes, 15 de noviembre de 2013 · 08:27
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- ¿Los circos con animales son espectáculos benéficos para los niños o más bien vitrinas a la tortura y la insensibilización? La Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) está por votar una propuesta para prohibir el uso de estos seres como parte del entretenimiento en las carpas. La iniciativa tiene altas probabilidades de ser aprobada. A juicio de la Asociación Mexicana de Empresarios de Circo, “prohibir las presentaciones de animales en los circos es un atentado contra la cultura (…) la relación de los hombres con los animales para el entretenimiento es una práctica universal y milenaria” (Excélsior, 3 de febrero de 2013). No piensan así las organizaciones de defensa animal. AnimaNaturalis, una de las asociaciones más fuertes en materia de protección animal con presencia en ocho países y que encabeza esta iniciativa, argumenta que “los animales en los circos sufren de un ambiente pobre y largos y extenuantes viajes, siempre a temperatura ambiente (…) periodos largos de encadenamiento, atados o en jaulas, sin libertad de movimiento, resultan en comportamientos anormales que indican que sufren como resultado del empobrecimiento de su medio ambiente y las condiciones en las que viven”. En los circos, los caballos y los ponis, citan estudios de la organización, pasan alrededor del 96 por ciento de su vida atados con cuerdas o amarrados a camiones. Los tigres y los leones permanecen entre el 75 y el 99 por ciento del tiempo hacinados en jaulas de tres por dos metros, mientras que los elefantes son encadenados entre el 58 y 99 por ciento del tiempo, condiciones absolutamente contrarias a como deberían vivir en su ambiente natural. Los leones necesitan vivir en grupo en un territorio de entre 20 y 400 kilómetros cuadrados; los elefantes diariamente viajan 20 kilómetros y requieren de convivir con otros animales de su especie, pues su carácter es predominantemente social. Los caballos, cebras y ponis necesitan correr a la intemperie varios kilómetros para desarrollarse sanamente. El sufrimiento que padecen los animales en los circos está estrechamente relacionado con la violencia humana, observa Antonio Franyuti Vidal, director en México de AnimaNaturalis: “La violencia comienza por separarte del otro, yo molesto al gordo o al homosexual porque no soy yo, entonces molesto igual a los animales. Queremos educar con que no hay una separación, el otro tiene derechos y yo tengo la obligación de defenderlos; si educamos así a la sociedad, se acabaría la violencia”. Uno de los riesgos de los circos con animales es que el espectador no observa el sufrimiento detrás del telón. Los niños, principal público de estos espectáculos, comienzan a ser indiferentes ante el dolor de otros seres. En consecuencia, en las aulas escolares no será mal vista la humillación de los débiles, advierte Franyuti: “Necesitamos una sociedad que tenga empatía y levante la voz cuando alguien esté sufriendo, sea un animal, una mujer o una anciana”. La relación entre el maltrato animal y la violencia entre seres humanos está documentada y demostrada en análisis científicos. El vicepresidente de Humane Society of the United States, Randall Lockwood, advierte: “No todo individuo que haya maltratado animales acabará siendo un asesino en serie, pero casi todos los asesinos en serie cometieron actos de crueldad con animales”. En el Manual de Trastornos elaborado por la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) está incluido el trastorno de la conducta caracterizado por crueldad hacia animales y humanos. La violencia hacia los animales podría tener un valor predictivo en quienes cometen crímenes contra personas. La agencia de protección infantil de Nueva Jersey concluyó que el 88 por ciento de las familias donde hubo maltrato a menores de edad también presentó agresiones contra animales. Albert DeSalvo, “El Estrangulador de Boston”, quien asesinó a trece mujeres entre 1962 y 1963, comenzó atrapando perros y gatos en jaulas para posteriormente lanzarles flechas a través de las rejas. Una historia similar es la de los asesinos seriales: Luke Woodham, Kip Kinkel, Eric Harris y Dylan Klebold. Si bien es cierto que por el solo hecho de asistir a una presentación de circo con animales una persona no está destinada fatídicamente a ser un asesino, lo cierto es que esta práctica contribuye a perpetuar una sociedad indiferente ante el dolor, ajena al sufrimiento del otro. El doctor Melvin E. Levine, profesor de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte, señala que cuando los niños observan a animales golpeados, cosificados, humillados y privados de su comportamiento natural para simple diversión de otros, sus mentes, fácilmente impresionables, pueden contribuir a desarrollar valores sociales aberrantes. Periódicamente leemos en las noticias tragedias vinculadas al maltrato que sufren los animales en los circos. En febrero de 2011 una mujer murió en el Distrito Federal al ser pateada por un camello; en febrero pasado una tigresa de Bengala atacó y asesinó a su entrenador en plena función en un circo de los Hermanos Suárez, en Sonora, y en septiembre de 2008 la elefanta Indra, del Circo Unión, fue atropellada por un camión de pasajeros. Zapopan, Jalisco fue el primer municipio de la República en prohibir el uso de animales en los circos. Acciones idénticas han tomado las administraciones de Teocelo, Tuxpan, el Puerto de Veracruz, Xalapa, Córdova, así como Tangancícuaro, Michoacán, y Toluca, Estado de México. En Perú, Bolivia, Colombia, Nicaragua, Suecia, Austria, Costa Rica, India, Finlandia, Inglaterra, Israel, Canadá, Bélgica y Singapur están prohibidos estos espectáculos. AnimaNaturalis observa que esta prohibición daría “un mensaje a la sociedad de que el gobierno busca erradicar el maltrato desde sus raíces, lo cual causará un efecto positivo en toda la población debido a que mientras más se observa la violencia en cualquier ámbito, es más probable que uno la repita con los seres humanos”. La Comisión de Preservación del Medio Ambiente y Protección Ecológica de la ALDF ofreció votar esta iniciativa antes de que concluya noviembre, para posteriormente ser discutida en el pleno en diciembre, junto con la prohibición de las corridas de toros. De acuerdo con Franyuti, la propuesta cuenta con el aval de todos los integrantes de la Comisión del Medio Ambiente, exceptuando a su presidente, Jesús Sesma, del Partido Verde Ecologista de México, quien está deteniendo la discusión. Esta no es la primera vez que se discute la prohibición del uso de animales en los circos en el Distrito Federal. La diputada de Nueva Alianza Rebeca Parada presentó en noviembre de 2008 una iniciativa similar, que finalmente se estancó. De acuerdo con el periódico El Universal, esta iniciativa no prosperó debido a que legisladores del PAN estaban vinculados a las empresas circenses, como el caso de Andrés Atayde Rubiolo, entonces encargado de los asuntos internacionales de la Secretaría de Acción Juvenil de ese partido y nieto del fundador del circo Atayde Hermanos. Algo similar ocurrió con la iniciativa de prohibir las corridas de toros en el Distrito Federal, que fue enviada “a la congeladora” al no contar con el consenso de las distintas fuerzas políticas, según anunció en 2011 Alejandra Barrales, quien fungía como presidenta de la Comisión de Gobierno en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Antonio Franyuti Vidal anticipa que en esta ocasión será diferente, pues algunos dueños y altos directivos de circos le han expresado que tienen la intención de no usar más a los animales en sus espectáculos. De acuerdo con la diputada local priista Katia Valeria Gómez, en la Ciudad de México operan 183 circos con permiso para presentarse con animales amaestrados, sin tomar en cuenta muchos más que lo hacen sin las autorizaciones correspondientes. Actualmente operan con éxito en el mundo numerosos circos que no utilizan animales, siendo los casos más populares: Cirque Du Soleil, Slava’s Show y A Muse. Lo mismo ocurre en México con: Circus, Danza, Teatro & Performance, en Monterrey; Espacio Abierto y Dragones Rales Fire Show, en el Distrito Federal, así como Geyser Grupo Acrobático, en Zapopan, Jalisco. Por el bien del país, es necesario que la ALDF esta vez sí apruebe la prohibición del uso de animales en los circos; será una base sólida para hacer lo mismo con las corridas de toros y la utilización de animales en muchos más espectáculos donde son sometidos a sufrimiento constante. Es tiempo que la sociedad refuerce todas y cada una de las iniciativas ciudadanas para desterrar la rutina sangrienta que sufre todo el territorio nacional, más aún en tiempos donde el poder y los principales medios masivos de comunicación decidieron dar por terminada una guerra que, evidentemente, está muy lejos de concluir. Twitter: @juanpabloproal www.juanpabloproal.com

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