Mujeres activistas: "Hoy mi nombre está en una lista de muerte"
Maryam al-Khawaja addresses Amnesty's AGM from Amnesty International on Vimeo.
Maryam al-Khawaja es defensora de derechos humanos en Bahrein, país árabe del Golfo Pérsico. Desde 2011 su país vive un levantamiento popular contra el régimen del rey Hamad Al-Khalifa. Es hija de Abdulhadi al-Khawaja, fundador del Centro de Derechos Humanos de Bahrein (BCHR) y preso desde el nueve de abril de 2011 por “formar una organización terrorista para derrocar al régimen”. Desde que comenzó el levantamiento se ha dedicado a viajar para hablar sobre la violación sistemática de derechos humanos en su país. “Cuando presencias violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias, y escuchas a la gente hablar de tortura sistemática es difícil no verse involucrado y vivir contigo mismo”, cuenta Maryam. Participó en el Foro de Libertad de Oslo en mayo de 2011 y al siguiente mes recibió amenazas de muerte. Tuvo que tomar la presidencia del Centro cuando Nabeel Rajab, colega de su padre, fue detenido en julio de 2012. Hoy se encuentra exiliada y viaja con pasaporte danés. “En septiembre tuve que dejar Bahrein por amenazas de arresto”, dice. Actualmente, la hermana de Maryam, Zainab, se encuentra detenida desde marzo de 2013 por manifestarse por el encarcelamiento de su padre. Maryam refiere que en su país las mujeres son sujetas de ejecuciones extrajudiciales, sistemática física y psicológica tortura sexual, arrestos arbitrarios, heridas por uso excesivo de la fuera contra manifestantes, cateos de casas por la noche. “Una de las únicas veces en las que no hay discriminación de género por parte del gobierno en Bahrein es cuando se trata de violaciones de derechos humanos”, resalta. Específicamente por ser mujer, denuncia, tiene acosadores del gobierno que la atacan sexualmente, haciendo amenazas y comentando cosas acerca de su cuerpo. Desde que comenzó la revolución en Bahrein en febrero de 2011, las mujeres tomaron un papel protagónico. Jalila al Salman, vicepresidenta de la Asociación de Profesores de Bahréin, y Rula al Saffa, directora de la Sociedad de Enfermería de Bahréin se fueron a huelga de hambre estando presas. Miles de mujeres salen a las calles en bloques. Fueron particularmente llamativas las manifestaciones de febrero de 2012, en las que cientos de mujeres salieron a las calles por la detención de doctoras y enfermeras que curaron activistas heridos. “Es parte del cambio de la situación entera del país, pero para cambiar la situación de la mujer en Bahrein necesitamos cambiar el sistema entero en el que se basan las violaciones contra la población entera”, aclara Maryam. Vilma Vilma Almendra es una indígena colombiana. Lucha por los derechos y la autonomía de los pueblos desde la comunicación. Es hija de Luz María Quiguanás, una de las fundadoras de la Asociación de Cabildos Indígenas del Cauca (ACIN), constituida en 1994, pero con raíces en la década de los años setenta, cuando las mujeres lideraron la recuperación de tierras en manos de hacendados. Tuvo que salir de su comunidad junto con su madre hacia la Ciudad de Santader de Quilichao después de una matanza indígena en 1984. “Mi mamá estaba tan metida que no tenía tiempo para la familia; todo era el movimiento: no tiene horario de entrada, salida, sueldo, nada, pero es un compromiso uno quiere transformar y uno lo asume”, relata. En 1998 delegan a su madre a una gira en Europa para hablar del movimiento. Se ausenta y le toca reemplazarla. “Entendí lo que me estaba perdiendo”, dice. A partir de entonces comenzó a participar en el Tejido de Comunicación, parte de la organización en “tejidos de vida” dentro del ACIN. Sobre las mujeres, opina: “Estamos abajo, invisible perfil pero siempre caminando, haciendo trabajo que aunque no es visible para que los hombres sean fuertes y hagan el trabajo que se debe hacer”. “En Colombia –acota-- el cuerpo de las mujeres, se ha convertido en un botín de guerra”. Detalla que parte de las estrategias generadas a partir del conflicto armado en Colombia es atacar a la mujer porque a pesar de que no figura mucho en cargos es el sustento de los hogares, matarla y desaparecerla significa desequilibrar a la familia y la comunidad. “Tanto paramilitares que descuartizan, violan, decapitan, así como las guerrillas, se han convertido en un instrumento de terror que favorece el despojo y desplazamiento en comunidades”, dice. Se refiere luego al caso de Zuleima, de la comunidad de Tacueyó, que vendía a todo el mundo que pasara por su casa. Un miliciano de las FARC la sacó de una fiesta, la violaron, cortaron los senos y mataron por “informante”. Y hace un símil con el actual modelo extractivo y de megaproyectos: “En la madre tierra veíamos lo que pasó con el cuerpo de Zuleyma. Hay muchas mujeres indias, campesinas mutiladas. Uno ve el cuerpo de una mujer mutilada, violada y el cuerpo de la madre tierra se parece cuando ve la forma en la que sacan el oro con la minería a cielo abierto. “Es el cuerpo de la mujer violentada, acallada, es el territorio, la madre tierra que le está pasando la misma, cosa”. Pero denuncia que también dentro de las organizaciones la agresión viene de cerrar espacios, no dejar hablar, no dejar participar si se es una voz autónoma autocrítica y propositiva. Vilma saca a colación una experiencia de uno de “Tejidos de Vida” del ACIN dedicado a la cultura en el que promovieron crear vallas con diseños indígenas y las leyendas: “No parimos hijos para la guerra, el cuerpo de la mujer es el de la madre tierra: ¡Hay que respetarlo!”. En Caloto y Corinto, dos de los lugares más afectados por la guerra, las mujeres fueron a bases militares y lugares con presencia de las FARC y enterraron la valla enfrente de ellos. Fueron agredidas, tumbaron las vallas, las insultaron, pero insistieron. “Plantaron su dolor, su denuncia en un espacio público. Sembrando su palabra frente a esos actores de muerte”. Cuenta que a pesar del contexto de guerra, las mujeres de Colombia salieron el 22 de noviembre a una multitudinaria marcha en Bogotá de las mujeres por la paz. Actualmente en el proceso de “La Minga” y el Paro Agrario en Colombia las mujeres tienen un papel importante. “La paz se construye desde abajo yo pienso que mujeres indias, afros, campesinas son la clave para ese proceso de reconstrucción de la paz y consolidar la autonomía”, concluye Vilma.