Mineras: Empresas ecocidas

viernes, 21 de febrero de 2014 · 19:57
MÉXICO, D.F. (apro).- Cuatro días antes de que los presidentes de Estados Unidos y México y el primer ministro de Canadá se reunieran en Toluca en el marco de la cumbre Líderes de América del Norte, un conjunto de organizaciones sociales se reunieron en Colima para hablar sobre los efectos de la megaminería en sus comunidades. Al final del encuentro, lanzaron una carta dirigida a los tres mandatarios: “Hay cientos de investigaciones y casos en donde se muestra cómo es que su modelo global tiene claros signos de agotamiento. Está acabando con los bienes naturales de forma dramática por su rapaz visión de mundo que comparten entre ustedes y todo el aparato que representan al entregar a las empresas trasnacionales que día a día destruyen comunidades, población y ecosistemas”, dice la misiva. Firmada por el Movimiento Mesoaméricano contra el Modelo Extractivo Minero y la Red Mexicana de Afectados por la Minería, la carta pone especial énfasis en la megaminería de Canadá, promovido por el Plan de Acción sobre Mercados Globales del primer ministro  Stephen Harper. Este encuentro no es el primero que se da entre organizaciones de diversos países para hablar sobre la megaminería canadiense. Incluso, varios de estos foros se han dado en el propio Canadá (como la iniciativa de agosto de 2012 del primer Día de Acción Continental Contra la Industria Extractiva Canadiense). Ahí también ecologistas, activistas y ciudadanos  ponen a sus comunidades, ciudades y bosques como ejemplo de lo que la megaminería está causando. Mining Watch  (Vigilancia a la Minería en castellano) es una iniciativa respaldada por organizaciones ambientalistas, laborales, indígenas y por la justicia social creada en 1999 debido que sus miembros consideraban una necesidad de respuesta ante los efectos en el medio ambiente y las comunidades en Canadá y el mundo. Ramsey Hart, Coordinador de Programas de la organización,  declara que el gobierno canadiense tiene un modelo de desarrollo “extractivista” que busca obtener el mayor lucro posible. “Tenemos una industria larga de construcción y explotación de minas, seguimos con minas que ya están produciendo por más de 100 años”, cuenta Ramsey Hart. Hoy la minería canadiense produce 650 millones de toneladas de desechos. Canadá tiene diez mil minas abandonadas que muchas veces tiene que limpiar el gobierno. Sanear las minas existentes le costaría 260 millones de Euros, una cifra muy pequeña comparada con las ganancias de las empresas, de acuerdo con datos de Mining Watch. Detalla además que las corporaciones dejan muy pocos impuestos a los gobiernos de las provincias. En Ontario se recibe sólo el uno por ciento del valor bruto de la minería. Ramsey proporcionó a Apro una larga lista de artículos e informes donde abundan los casos de contaminación por metales pesados y sustancias tóxicas en ríos, aire y casos de cáncer en las poblaciones principalmente indígenas. “Hay kilómetros de áreas, derrames importantes de sitios mineros impactando a las poblaciones; principalmente en Quebec, pero se encuentran en todas partes”, detalla. Explica además que en provincias como Ontario, Columbia Británica y Quebec (donde hay 250 mil títulos mineros que abarcan del seis al ocho por ciento del territorio dela provincia) la mega minería se desarrollará en lugares donde antes había minas de menos impacto. También se necesita de minería a cielo abierto en la región de Athabasca, Alberta, que extrae petróleo mezclado con arena difícil de aislar, para lo que necesita mucha agua, energía y sustancias químicas. Este es el proyecto industrial más grande del mundo y se ha hecho polémico en todo el mundo porque se comprobó este mes que el agua tóxica de la mina se filtraba ya al río Athabasca. Legado imperial Canadá es un país rico en minerales: potasio, uranio, aluminio, cobalto titanio, platino y diamantes. Actualmente tiene más de 100 minas de metal abiertas, según datos de Mining Watch. De acuerdo con la Asociación Minera de Canadá, 418 mil personas trabajan en el sector minero en el país y dan 52 mil millones de dólares al PIB. Canadá es el hogar de más del 70% de las empresas mineras del mundo. Desde 2008 hasta la fecha se han invertido 19 mil millones de dólares en exploración y valoración mineras de acuerdo con la página del gobierno canadiense correspondiente a Recursos Naturales. Un libro publicado en 2010 titulado Imperial Canadá Inc: refugio legal para la industria minera del mundo, lanza la teoría de que Canadá tiene un “legado imperial” desde su fundación en 1867. “Apoya la especulación, habilita flujos de capital para financiar proyectos cuestionables en el extranjero, usa una diplomacia proactiva para promover la minería, usa paraísos fiscales en el Caribe, da subsidios gubernamentales, da un amparo legal para protegerse de litigios hechos por comunidades afectadas por la minería”, dice el libro. Incluso, en Canadá existe el derecho a la “reputación” de las corporaciones, el cual hace que las empresas pueden demandar por “difamación” cualquier persona o entidad legal que cite documentos o generan análisis de sus prácticas corporativas. También, durante el gobierno de Stephen Harper se han reformado más de 100 leyes ambientales como la Ley C-38 y C-45 para limitar la participación de grupos ecológicos y comunidades en las regulaciones ambientales y se han hecho más laxas las leyes sobre tierras navegables, protección de aguas, pesca y materiales peligrosos. Además, desde el 2009 el Instituto de Defensa y Asuntos Exteriores de Canadá alertó sobre “grupos peligrosos” incluyendo “ecoterroristas” y “medioambientalistas de mainstream” como la organización Sierra Club. Detalla Hart, “Cada año hay más y más presión del gobierno frente a organismos ecológicos que resisten al modelo extractivista, hay un cierta retórica, un discurso que sale del gobierno que hasta hablar de los ecologistas como enemigos de Canadá. “Estamos muy preocupados en Canadá con el gobierno actual. Cada año es más y más difícil oponerse a este modelo. Aunque al mismo tiempo hay una resistencia”. Luchando contra Ayax Kamloops es una ciudad de la Columbia Británica situada en la confluencia de dos ríos. El lugar ya cuenta con una mina de oro y cobre bajo tierra a cargo de la empresa Newgold a siete kilómetros de la ciudad. Sin embargo, actualmente las empresas KGHM y Abacus pretenden construir el proyecto Ayax (nombre del guerrero griego que no nunca pidió ayuda de los dioses en la batalla de Troya). Don Bars, habitante y activista de la Asociación para la Preservación del Área de Kamloops (KAPA) cuenta a Apro que la mina Ayax será a cielo abierto a dos kilómetros de la escuela más cercana de la ciudad. El proyecto está actualmente en proceso de evaluación ambiental, pero expondrá a más de 90 mil personas a polvo tóxico con arsénico y aluminio, además de que usará 15 mil millones de litros de agua al año, de acuerdo con la página de KAPA. Barz denuncia que a los granjeros y rancheros locales los presionaron para vender sus tierras. “Dijeron que crearían empleos, pero su negocio no es crear empleos, preservar el medio ambiente, su asunto es crear ganancias lo más barato que puedan”, dice Don Barz sobre la minería, “son como Casanova, llegan, enamoran, se aprovechan y se van”. “Básicamente los gobiernos están abriendo las puertas y tratando de remover los obstáculos para que entre la minería y el petróleo y hacer lo que quieran”, agrega. Denuncia además falta de información, falta de reconocimiento del lado de los políticos de sus preocupaciones, pues las autoridades locales “no toman postura” y las provinciales están a favor de la minera que promete 385 empleos durante la creación de la mina. Ante la negativa de las autoridades de hacer una evaluación ambiental de alto nivel, los miembros de su ciudad colaboran junto con organismos como Mining Watch. Están, en palabras de Don, están intercambiando experiencias y puntos de vista para realizar un trabajo político y jurídico en defensa de su ciudad. Barz advierte a las personas que viven en lugares donde se pretenden realizar proyectos mineros canadienses: “Harper está promoviendo minas alrededor del mundo. Va a prometerles prosperidad con la minería. Vean lo que ocurre en Canadá, aquí no hay prosperidad”. Kitchenuhmaykoosib Inninuwug (El Lago de la Gran Trucha) está localizado a 600 kilómetros al noroeste de la Bahía del Trueno en Ontario, al sur de la Bahía del Hudson. El lugar es habitado desde antes de la colonización de Canadá por indígenas que se denominan con el mismo nombre del lago: KI. Firmaron en julio de 1929 el Tratado 9, en inglés y fuera de la tradición oral de su pueblo, un tratado en el que, de acuerdo son su entender, compartían la tierra con “Su Majestad”, Rey de Inglaterra. Los gobiernos canadienses, especialmente el provincial de Ontario lo interpretan como si cedieran su territorio y recursos para siempre. “Ellos han mandado a los súbditos de Su Majestad para venir a hurtar y saquear nuestras tierras y recursos. Esto ha sido hecho a menudo sin consultar a nuestra gente ni obtener nuestro consentimiento” denuncia John Cutfeet, indígena KI. Sobre su experiencia con la mega minería, cuenta que el 16 de febrero de 2006 los KI encontraron a una compañía de exploración (Platinex Inc.) con un programa de perforación sin su consentimiento. Dijeron a la compañía que estaban trasgrediendo y se tenían que ir. Después de diez días la compañía  regresó con una demanda de 10 mil millones  de dólares contra su comunidad. El 18 de marzo de 2008 se hicieron famosos los “seis KI”,  el jefe Donny Morris, Jack McKay, Cecilia Begg,  Sam McKay, Darryl Sainnawap y Bruce Sakakeep, sentenciados a seis meses en contra de la empresa Platinex por desafiar una orden de la corte que le daba a la compañía acceso inmediato a la tierra “desacato a la corte”. Cufteet pudo librarse porque probó la inconstitucionalidad de la sentencia.  Los seis KI fueron liberados 68 días después tras apelar a la Corte de Ontario. Al final consiguieron que la Corte abogara por una negociación de buena fe entre las partes y se avanzara en la promulgación de una nueva Ley Minera para la provincia que se apegara a la Sección 35 dela Constitución Canadiense de 1982 que habla del derecho a la consulta y resarcimiento de los pueblos indígenas si un proyecto afecta sus derechos sobre los territorios que ocupan. Cutfeet considera que el éxito de su lucha se debe a sus tácticas pacíficas legales, políticas y mediáticas como la campaña que emprendieron una campaña llamada: “el derecho a decir no”. Los KI son sólo un ejemplo dentro de todos los pueblos indígenas que se oponen a la mega minería en Canadá: los  Red Sucker Lake contra Mega Precious Metal en Manitoba, los tahltan contra  Fortune, los innu contra Inco, los secwepermc contra Taseko. Todos se han enfrentado a distintos tipos de presión, especialmente cuando cierran carreteras o hacen manifestaciones públicas. En diciembre de 2012 la jefa indígena attawapiskat Theresa Spence comenzó una huelga de hambre que derivó en un movimiento extendido por todo Canadá llamado Idle no more (no más pasividad). El movimiento liderado por indígenas, pero también apoyado por activistas de todo tipo, puso en la mesa de debate nacional el trato histórico contra los habitantes originarios de Canadá, incluyendo el tema del extractivismo en sus territorios. “Idle no more continúa educando a ambos: indígenas y no indígenas sobre el mal trato a nuestra gente. Construyó fuerza y dio orgullo. Continúa siendo una luz en las oscuras orillas del colonialismo”, opina Cutfeet. Hart opina que este modelo extractivo minero ya está extendido por todo el mundo, y en particular en los territorios indígenas de América Latina, donde las mineras canadienses tienen, dice, sus mayores inversiones. “Aquí hay represión, pero en Mesoamérica asesinan y matan a indígenas que se oponen a la minería”, revela Cutfeet; y sin embargo  es positivo en el futuro no sólo de su pueblo, sino de todos los de América: “El gobierno y la industria minera se enteraron de que no importa qué leyes aprueben sin consulta “tienen que esperar resistencia de los indígenas cuyos derechos no están contemplando”, termina Cutfeet.

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