El valle de Texas, contaminado de narcoviolencia

viernes, 4 de abril de 2014 · 13:32
Las tres ciudades del valle de Texas –Alamo, San Juan y Pharr– padecen una guerra de pandillas por el control y la venta de la mariguana que el Cártel del Golfo logra introducir a territorio estadunidense. Aunque el objetivo de los traficantes es Houston, la droga que se queda en la franja fronteriza trastoca la vida cotidiana de esas poblaciones, propicia tiroteos, invasiones de domicilio, robos de autos... Y ahora policías locales temen que lleguen hasta allá las reacciones del crimen organizado por la detención del Chapo Guzmán. SAN JUAN, TEXAS (Proceso).- Hasta hace poco muchos consideraban a esta pequeña población fronteriza, de alrededor de 26 mil habitantes, como un refugio contra la violencia del lado mexicano, pero ya se convirtió en campo de batalla de unas 30 pandillas que pretenden controlar la venta de droga contrabandeada por el Cártel del Golfo a través del río Grande (el Bravo en México). El jefe de la policía local, Juan González, considera que en el sur de Texas, colindante con el turbulento estado mexicano de Tamaulipas, no hay por ahora región con más actividad delictiva que San Juan. Explica que a últimas fechas aquí prolifera el delito de invasión de domicilio: los pandilleros entran a una casa donde saben o suponen que se guarda droga, golpean a los moradores y roban la mercancía ilegal. A este problema se asocian delitos colaterales como el robo de coches. A decir de González, 20 minutos después de apoderarse de un vehículo, el ladrón lo lleva al otro lado del puente de Hidalgo y lo entrega a sus contactos en Reynosa, Tamaulipas. También se ha incrementado el tráfico de personas, lo cual agudiza  la inseguridad en las calles. Pero especialmente el allanamiento de casas ha repuntado en esta zona del valle de Texas, comprendida por las ciudades de Pharr, San Juan y Alamo, vecinas de la industrial y comercial de McAllen, y únicamente a 20 kilómetros de Tamaulipas. Para González, en la franja fronteriza con México la capital de la invasión de domicilio era Phoenix, Arizona, pero en los últimos dos años la ha superado el valle de Texas. El también llamado Valle de río Grande tiene una población aproximada de 1 millón 300 mil habitantes, 90% de origen hispano. Tan sólo en San Juan se ha cometido un promedio de ocho allanamientos o invasiones por mes, es decir, unos 100 por año. Sus tres ciudades mencionadas se han convertido en el punto más caliente, afirma el sargento Rolando García, encargado de operaciones especiales contra el narcotráfico, pandillas y robo de autos en la policía de San Juan. Indica que en una semana fueron asegurados aquí 3 mil 500 indocumentados y nueve toneladas (unas 20 mil libras) de mariguana. La zona texana que le sigue es la de Corpus Christi, 260 kilómetros al norte de la frontera, que en el mismo lapso reportó media tonelada de mariguana (unas mil libras) y ningún indocumentado detenido. En Laredo, la puerta comercial a Latinoamérica, las cifras son menores. En la semana de referencia fueron interceptados 860 kilos (mil 900 libras) de mariguana y mil migrantes sin documentación. En El Paso se incautaron mil 360 kilos (3 mil libras). Dice el sargento García: “Te puedes dar cuenta de la gran diferencia en la cantidad de mariguana y gente que pescamos en esta área, nada más porque estamos cerquita del río. También vemos, con estos números, que quienes pasan por aquí van hacia el norte. Como vemos, no los están agarrando allá”. González coincide con él en que por aquí pasa todo: indocumentados,  drogas, armas, invasiones de domicilio, robos de cargamentos y hasta violaciones sexuales: “Cuando llegan a Corpus de aquel lado, ya no se observan muchos incidentes. Nomás pasan el punto de revisión de Falfurrias (50 kilómetros al norte de la frontera) y pueden más libremente mover drogas y gente a diferentes lugares”. El principal objetivo de los contrabandistas es Houston, a 500 kilómetros de la frontera, desde donde se distribuyen las mercancías ilegales y los indocumentados. Violencia ascendente El oficial Juan González explica que el negocio de las drogas en San Juan es diferente al de México. Aquí, dice, el Cártel del Golfo envía la droga a través del río Grande. La mercancía llega por el oeste del río a la zona de Hidalgo, Texas, que colinda con Reynosa. Y mientras en México hay tienditas que distribuyen la droga al menudeo, aquí se hace en puntos callejeros. No obstante, las pandillas  tienen casas adaptadas como bodegas para la droga, y como la transportan en coche, se ha incrementado en los últimos años el robo de las camionetas que utilizan en el contrabando, explica González, que tiene 20 años de labor policiaca. De acuerdo con el reporte de 2012 del Departamento de Seguridad Pública de Texas, en San Juan se denunciaron 67 robos de  coches, en Alamo 81 y en Pharr 144. Pero la estadística ha empeorado. Los narcotraficantes utilizan los talleres mecánicos locales para hacer los “clavos” o escondites de droga adaptados en los autos. Así llevan las sustancias ilegales de aquí a grandes ciudades como Dallas, Houston, Los Ángeles y Nueva Jersey. González admite que también se trafica cocaína, pero enfatiza que los mayores cargamentos son de mariguana. De acuerdo con los servicios de inteligencia de la policía local, las más activas son Barrio San Juan, Bloods, East Side ­Pharr, Gulf Cartel, Latin Kings, Loco Trece, Los Peligrosos, La Eme (Mafia Mexicana), Partido Revolucionario Mexicano, Pharrolitos, PO Boys, South Side Bandidos, South Side ­Folk, Tango Blast, Valluco, Tri City Bombers, Tri City Chicano y West Side Park. La ciudad de San Juan tiene registros de unos 260 pandilleros porque hace tres años empezó a sistematizar información sobre ellos, como sus datos generales y los tatuajes, que indican a cuál organización pertenecen. Por supuesto, hay muchos más pandilleros no registrados y además las bandas no tienen liderazgos formales, lo que dificulta el arresto de los cabecillas. También hay bandas de mujeres, como Bombitas, Pharrolitas y PO Girls. Un policía asignado al combate a las pandillas considera que ellas son igual de peligrosas que los hombres: “De dos o tres años para acá, muchas personas que transportan droga son mujeres. Los oficiales pueden pensar que no van a estar metidas en eso, pero la llevan. A veces son novias de los pandilleros y traen las armas y las drogas”, dice el agente, que no dice su nombre. Su jefe, González, describe cómo se llevan a cabo las invasiones de domicilio por los delincuentes: “Estos individuos también tienen sus servicios de inteligencia. Alguien les dice donde están las casas con droga, y son los mismos que están involucrados en el crimen. Ellos venden la droga y le piden a otra pandilla que haga la invasión”. El problema, dice, es que a veces se meten a casas de gente inocente. La Constitución estadunidense le permite a cualquier persona sin antecedentes penales tener armas de fuego en su casa, por lo que algunos civiles armados, ajenos al negocio de las drogas, han matado a intrusos que buscan estupefacientes. Señala que en México, cuando una banda invade domicilios para robar droga, por lo general ejecuta a los habitantes. En Texas es diferente, pues los ladrones entran y generalmente se limitan a golpear a los encargados para robarles los estupefacientes. “Yo he visto eso allá (en México), pero aquí está más controlado. Lo piensan dos veces cuando entran, porque en Texas la mayoría de las personas tiene pistolas en sus casas y se defiende”. Además, comenta, si un ciudadano defiende su propiedad y mata al invasor, no es común que los cómplices del fallecido tomen represalias. González trata de explicarlo: “Los que hacen los allanamientos son pandillas o personas que no son nacionales. La mayoría, según veo, son gente que no tienen papeles, y más mexicanos. (En Texas) han golpeado a gente adentro de las casas, pero recientemente no han matado a nadie. Al contrario, en algunos incidentes los dueños matan a los que están invadiendo”. Ocasionalmente hay tiroteos. El 20 de febrero, en San Juan, Hugo Gerardo Rivas, de 46 años, recibió a tiros a tres o cuatro pandilleros que intentaban entrar a su casa. No hubo lesionados, pero al llegar la policía encontró mariguana en el domicilio. La víctima del asalto fue arrestada y enfrenta cargos por posesión de drogas y de arma, así como de dar a la policía un nombre falso. En Pharr, el pasado 28 de enero Rodolfo García, de 19 años, resultó herido y su acompañante muerto cuando invadían un domicilio para robar droga y fueron baleados por el dueño. García enfrenta el cargo de robo agravado. En días pasados también hubo invasiones violentas en McAllen. El 31 de enero se registró una balacera en el Sportbar Gamehaus Gastropub, de la transitada avenida Nolana. Víctor Rodríguez, jefe de la policía de McAllen, informó que poco después de la media noche el personal de seguridad desalojó a unos nueve jóvenes que escandalizaban en el lugar. En el estacionamiento hubo una discusión. Uno de los muchachos disparó varias veces y mató a Daniel Ávila, quien llegaba al lugar y era ajeno a la riña. Su acompañante, René García, quedó herido. De acuerdo con la página privada city-data.com, que monitorea la actividad criminal en las ciudades de Estados Unidos, en 2012 Alamo era la ciudad del valle de Texas con mayor incidencia delictiva, con una tasa de 675.7 por cada 100 mil habitantes, casi el doble de la media nacional (301.1). Según la misma fuente, en San Juan el crimen también ascendió. En 2008 se registraron 208 crímenes violentos por cada 100 mil habitantes (menos de la media nacional, que entonces era de 252). A partir del año siguiente, esta ciudad superó el promedio del país y en 2012 cerró con 356, por encima de la media nacional de 214. Pese a ello, la mayoría de los delitos son patrimoniales. Entre 2001 y  2012 fueron reportados 14 homicidios en San Juan. Alerta por “El Chapo” El sargento Rolando García dice que la policía de San Juan emplea fondos federales para educar a las personas en la cultura de la denuncia. Por ejemplo, ofrecen a los ciudadanos pláticas para que detecten casas utilizadas por traficantes de migrantes indocumentados. García argumenta que como las víctimas les pagan a los coyotes, no los denuncian, así que la autoridad confía más en que lo hagan los vecinos. A su vez, González –quien fue entrenado por el FBI– indica que también han propiciado la instalación de cámaras de vigilancia fuera de las viviendas, de modo que es más sencillo detener a quienes perpetran las invasiones de domicilio. Los comercios deben instalarlas por ley. Como se trata de una zona fronteriza con fuerte tráfico de drogas y de migrantes indocumentados, señala el sargento García, la policía local tuvo que reforzar las acciones preventivas y se les destinaron más recursos federales. Agrega que el nivel de violencia en la región es el más alto en los 20 años que tiene en la corporación y provocó que los departamentos de seguridad pública de Pharr, San Juan y Alamo unieran sus fuerzas. Y aunque han tenido que combatir delitos más frecuentes, como el robo de autos, para el jefe de la policía de San Juan lo más preocupante es que con el arresto de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, pueden intensificarse el tráfico de droga y la lucha entre criminales, pues otros narcotraficantes pugnarán por ocupar su puesto en México y buscarán intimidar a sus rivales con actos más agresivos. “Ojalá que la violencia se quede allá en México, pero cuando hay cambio de liderazgo (en un cártel), acá los trabajadores de la droga siguen siendo los mismos. Pero los jefes van a querer subir y se mataran entre ellos, se robarán los cargamentos para ser los jefes del cártel”, concluye González.

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