G-7: La danza de los signos

viernes, 6 de junio de 2014 · 21:57
MÉXICO, D.F. (apro).- El presidente francés, François Hollande, cenó dos veces el pasado jueves. Una con su homólogo estadounidense, Barack Obama, en uno de los mejores restaurantes de París, y la otra con Vladimir Putin en el palacio presidencial. ¿Tuvo apetito el presidente galo? ¿Cuál fue el mejor menú?, preguntaron las decenas de periodistas presentes en Francia para cubrir la celebración de los 70 años del desembarco aliado en las playas de Normandía, el 6 de junio de 1944. Aquel histórico día, los principales países occidentales y la Unión Soviética unieron sus fuerzas para derrotar el ejército nazi en Europa. Pero hoy, siete décadas después, resultan ser los principales protagonistas de los enfrentamientos en Ucrania y de la redistribución de cartas que se está llevando a cabo en Europa del Este, reviviendo tensiones heredadas de la Guerra Fría. Oficialmente, Francia invitó el pasado viernes 6 a los representantes de las naciones que colaboraron en su liberación con el propósito de homenajear a sus veteranos y recordar a sus millones de muertos. Pero nadie se confundió: si bien se trató de una ceremonia conmemorativa, el evento revistió un carácter altamente diplomático, al reunir en el mismo lugar y por primera vez desde hace dos meses, a los presidentes de Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Ucrania, Alemania, la Unión Europea y Polonia. Los miembros de la comunidad ucraniana en Francia presionaron al presidente francés para “terminar con el amalgama entre Rusia y URSS”, ya que siete millones de ucranianos perdieron la vida en el ejército rojo, comentó el diario Le Monde. Lo anterior dio un pretexto al presidente francés para invitar de último minuto a Petro Porochenko, el recién electo presidente ucraniano, con el fin de dar legitimidad al nuevo gobierno ante Vladimir Putin. Al terminar el evento, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, urgió a los países a “nunca volver a poner en riesgo la paz”. Símbolos En busca de señales que ilustrarían un sosiego en las tensiones en Ucrania entre los países beligerantes, los comentaristas interpretaron cada detalle de los protocolos diplomáticos que se realizaron entre los dirigentes presentes en el evento. “Finalmente se estrecharon las manos”, comentó Le Monde al analizar el primer encuentro entre Putin y su homólogo ucraniano Porochenko. El día anterior, Russia Today reveló que el encuentro entre Putin y el primer ministro británico David Cameron en el aeropuerto de París resultó muy frío. Aún así, ambos jefes de Estado “revitalizaron el diálogo Gran Bretaña-Rusia” que se encontraba “congelado”, según la fuente. The Guardian notó por su parte que, al recibir a Putin en las playas de Normandía, el presidente galo le estrechó la mano, “pero no le guió con la otra mano, cómo lo suele hacer”. Los jefes de Estado se presentaron para una foto en el jardín del castillo donde iban a almorzar. En ella apareció François Hollande en el centro. A su derecha estaba la reina Elizabeth de Inglaterra, seguida de Barack Obama; a su izquierda, Margrethe II de Dinamarca seguida de Vladimir Putin. El protocolo fue respetado. Según The Guardian, ambos jefes de Estado “se evitaron deliberadamente” y “no se estrecharon las manos”. Una vez en el castillo, ocurrió el evento tan esperado: Después de comer, Putin y Obama tuvieron una plática informal “que duró alrededor de un minuto”, según el diario inglés, la primera desde la anexión de Crimea por Rusia el pasado 21 de marzo. Asimismo, durante 15 minutos Putin y Porochenko platicaron de un “cese-al-fuego” en una reunión a la que asistieron la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro francés, François Hollande. El presidente ruso aseguró al ucraniano que este sábado enviará a un embajador para su investidura como nuevo presidente. “Se pronunciaron para cesar lo más pronto posible el derrame de sangre en el sureste de Ucrania”, aseveró un vocero del Kremlin. El pasado miércoles 4, los dirigentes de los sietes países más ricos del planeta se reunieron en Bruselas para almorzar. Inicialmente el encuentro se tenía que llevar a cabo en el marco del G-8 en Sotchi, sede de las pasadas Olimpiadas de invierno en Rusia. Pero a raíz de la anexión de Crimea, calificada de “ilegal” por los países occidentales, el G-8 excluyó a Rusia por primera vez desde su entrada en el grupo en 1998, y decidió trasladar simbólicamente la reunión a la sede del Parlamento Europeo. “Les quiero desear Bon appétit”, comentó con ironía Putin el miércoles 4 ante la prensa que le cuestionaba sobre su exclusión del “club de los ocho”. La fase 3 Al terminar el almuerzo el “G-7” adoptó una resolución en la cual amenazó a Rusia con pasar a la “fase 3” de las sanciones, que consiste en castigar a sectores enteros de la economía y no sólo a altos funcionarios y empresarios cercanos al régimen. “A estas alturas consideramos que existen posibilidades diplomáticas y políticas de ver si Rusia se abre al diálogo y termina su desestabilización de Ucrania”, estimó en conferencia de prensa Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo. Obama exigió por su parte a Rusia “bloquear el flujo de combatientes y armas que cruzan la frontera entre Rusia y Ucrania”, así como “ejercer su influencia para desarmar a los separatistas y forzarlos a abandonar los edificios gubernamentales que capturaron en el este de Ucrania”. El presidente estadounidense dio un mes de plazo a Rusia para cooperar, tras lo cual aplicaría las sanciones. Según el diario The New York Times, hasta la fecha “los líderes europeos resistieron a la escalada (de sanciones hacia Rusia), porque tienen lazos económicos mucho más estrechos con Rusia que Estados Unidos”: Una tercera parte del gas natural de Alemania proviene de Siberia, los bancos británicos prosperan en Rusia, mientras que Francia vende armas al ejército ruso, hace notar el periódico. “He sido presidente por cinco años y medio, durante los cuales aprendí unas cosas sobre la Unión Europea”, confesó Obama. “Si tuviéramos que aplicar sanciones sectoriales, tomaremos en cuenta la especificidad de cada país para asegurarnos que cada quién cargue su propia parte”, añadió. El primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, calificó de “cinismo sin limites” el apoyo de los países europeos hacia el operativo militar que lleva a cabo Kiev contra los “terroristas” pro-rusos. Ante la tensión creciente, Estados Unidos insiste en incrementar la presencia occidental en el Mar Negro, ya que Rusia, al anexar Crimea, se aseguró del control de Sebastopol, su principal puerto militar en la región. En visita en Polonia el pasado martes 3, Obama pidió al Congreso estadounidense desbloquear mil millones de dólares para incentivar la presencia de la Organización del Tratado de Atlántico del Norte (OTAN) en Europa del Este. Afirmó que Estados Unidos “empezaría a desplegar tropas adicionales y (aviones caza) F-16 en Polonia”. Asimismo, el presidente solicitó a sus aliados europeos incrementar su presupuesto militar, en “desplome continuo” a raíz de los programas de austeridad que adoptaron debido a la crisis económica. Según Russia Today, cuatro buques de guerra estadounidense fondean en el Mar Negro desde que se tensaron las relaciones con Rusia. Al terminar el almuerzo del “G-7” en Bruselas, Obama también recordó que preferiría que Francia suspendiera la venta de dos buques porta-helicópteros Mistral a Rusia –cuyo contrato acordaron ambos países en 2001--, ya que se destinan a la flota rusa en el Mar Negro. Divisiones en Occidente Sin embargo, Francia no recibió con agrado la inquietud del presidente estadounidense. Primero, porque la venta de los buques de guerra representa un contrato de más de mil millones de euros, con miles de empleos y la sobrevivencia del astillero naval de Saint-Nazaire. Segundo, porque en el mismo tiempo uno de los principales bancos franceses, BNP-Paribas, se encuentra en un juicio en Estados Unidos por haber violado el embargo comercial de este país con Cuba, Irán y Sudán, entre otros. El banco francés realizó intercambio con estos países en dólares y podría pagar la mayor multa aplicada a una institución financiera en la historia de Estados Unidos, por encima de los 16 mil millones de dólares. La noticia removió a la opinión pública y el mundo político franceses. El ministro del Levantamiento Productivo, Arnaud Montebourg, aseveró que aplicar la multa al banco equivaldría a firmar su “condena a muerte”, reveló Le Monde. Las relaciones de Alemania con Estados Unidos tampoco se encuentran en su mejor momento. El procurador federal del país teutón empezó las investigaciones acerca del supuesto espionaje masivo de las telecomunicaciones alemanas, así como del celular de la canciller Angela Merkel por parte de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, por sus siglas en inglés), reportó el pasado viernes Der Spiegel. Por su parte, Vladimir Putin aprovechó las tensiones entre la opinión pública francesa y Estados Unidos para mejorar su imagen en Francia: El pasado 4 de junio acordó una entrevista con los dos mayores canales de televisión y radio privados del país durante la cual criticó la política exterior estadounidense. En la entrevista, Putin negó la presencia militar rusa en Ucrania y fustigó la responsabilidad de los países europeos y de Estados Unidos en la crisis que sacude el país, al aseverar que “no existe ningún ejército ruso, ningún instructor ruso en el Sureste de Ucrania”, aunque según las diplomacias occidentales, dicha aseveración es falsa. Además, Putin aseguró que Rusia “no tuvo otra elección” sino “socorrer a (sus amigos) de Crimea”, ya que sus “amigos” europeos y estadounidenses “sostuvieron la captura armada y anticonstitucional del poder” en Ucrania.

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