MÉXICO, D.F. (apro).- El homicidio de niños y adolescentes en México relacionado con el crimen organizado aumentó a más del doble en un sexenio, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). De acuerdo con el informe “Alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio con equidad” –presentado este miércoles en la sede de la ONU–, entre 2005 y 2011 la mortalidad de menores pasó de 4.6 a 11.8 por cada cien mil. “Estos datos pueden asociarse con el contexto de creciente violencia que ha experimentado el país en los últimos años, vinculado a la lucha contra y entre el crimen organizado”, asegura el documento difundido por Isabel Crowley, representante del organismo internacional en México. El estudio reporta que Guerrero y Chihuahua son los estados con la tasa más alta de homicidios infantiles al presentar 12.3 y 17.3, respectivamente, por cada cien mil habitantes. Con base en datos de la Presidencia de la República, agrega que entre diciembre de 2006 y 2010 en el país se registraron 34 mil 612 fallecimientos “presuntamente relacionados con la delincuencia organizada”. De ese total, la mayoría –10 mil 135– ocurrieron en Chihuahua y 2 mil 739 en Guerrero. Y aunque aclara que no existen datos oficiales del número de niños y adolescentes que han muerto en el combate “contra y entre” el crimen organizado, estima que entre mil 200 y mil 600 menores murieron en ese lapso y alrededor de 40 mil más quedaron huérfanos. El contexto puede explicar el fenómeno: En tan sólo un año, entre 2009 y 2010, se incrementó 34% el número de adolescentes detenidos por su actividad en la delincuencia organizada, en particular por portación de armas y delitos contra la salud, reporta el informe de la Unicef. También la pobreza los mata El informe “Alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio con Equidad”, también reporta la situación de desigualdad que padecen los niños campesinos e indígenas en México. De acuerdo con cifras oficiales, siete de cada 10 niños y adolescentes que habitan en zonas rurales del país viven en la pobreza. Tan sólo en 2012, la población menor de 18 años representaba 34.6 % del total del país; de ese total, 26.6% habitaba en zonas rurales, donde 66.9% eran pobres. De éstos últimos, 23.2 % –es decir, dos de cada 10–, padecían pobreza extrema. Esa condición derivó en una peor: 13.5% de niños menores de cinco años padecían desnutrición crónica o baja talla. En las zonas rurales del sur la proporción era el doble pues representaba 27.5 %, es decir, casi tres de cada 10. Los datos contrastan con el casi 70% de los niños que trabajan y que viven en zonas rurales. Pero no es lo único pues, según el informe de la Unicef, la niñez mexicana también sufre disparidades en educación, particularmente a partir del nivel secundaria, en mortalidad infantil, acceso a servicios sanitarios y registro de nacimientos. Al referirse a los niños indígenas, el documento reporta que en 2012, 78.5% de los hablantes de lenguas indígenas se encontraba en situación de pobreza y 33.4 %, en pobreza extrema. El estudio de la Unicef reconoce que el diseño de programas innovadores en México en los años recientes ha permitido aumentar la cobertura de los servicios sociales para mejorar los niveles de desarrollo humano y cerrar las brechas de desigualdad e incumplimiento de derechos. No obstante, destaca que aún queda camino por andar “para mejorar los mecanismos de información necesarios para evaluar plenamente su eficacia”.