Alemania: 'Todos somos Juárez', un parche contra la violencia

viernes, 7 de noviembre de 2014 · 23:27
BERLÍN (apro).- Ciudad Juárez no es más la ciudad fantasma en la que casi se convirtió durante el sexenio pasado, cuando la gente literalmente dejo de salir de sus casas por miedo a engrosas las filas de víctimas de la violencia, pero tampoco es la ciudad exitosamente rehabilitada de la propaganda oficial. En Juárez la vida de la gente sigue siendo moneda de cambio y, peor aún, se ha instaurado una militarización que llegó para quedarse. Tal es el diagnóstico de Leobardo Alvarado, coordinador de la plataforma de comunicación Juárez Dialoga, que opera como trampolín informativo de la sociedad civil en la ciudad fronteriza, y para quien la reconstrucción del tejido social de la urbe chihuahuense --a partir de la implementación del programa ‘Todos somos Juárez’-- no es auténtica; de lo que en realidad se ha tratado es, dice, de la instauración de una política de control y fuerza del Estado. Alvarado formó parte de un grupo de juarenses --cuatro estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y dos representantes de la sociedad civil-- invitados por la asociación alemana Círculo de Trabajo Internacional (IAK, por sus siglas en alemán), que fomenta la formación política a través de viajes e intercambios entre Alemania y distintos países del mundo, para dar a conocer la situación actual de la que fue catalogada hace unos años como la ciudad más peligrosa del mundo: Ciudad Juárez. "Hoy en Juárez la gente en general tiene una 'vida cotidiana' inscrita en una violencia estructural. Efectivamente, ha bajado el índice de criminalidad, pero es mentira que se viva ahora una vida normal ni tampoco es cierta la versión oficial de que con ‘Todos somos Juárez’ la situación de violencia ya se solucionó", dice en entrevista con Apro. --¿Será que la gente se acostumbró a vivir con miedo?, se le pregunta. --Yo no diría eso. Más bien es que no hay otra forma de vivir. Ahora no vivimos esa situación que comenzó a partir del 2008 en que los homicidios se cometían con armas de fuego en ráfagas y con armas de alto calibre, pero eso no quiere decir que el temor y la alerta que se instaló entre la sociedad se haya ido. Está presente todavía. En 2012 Ciudad Juárez fue catalogada por el gobierno de Estados Unidos como la ciudad más peligrosa del mundo. Los niveles de violencia alcanzaron su clímax en 2010, cuando registró la tasa de homicidios más alta de su historia, con más de 3 mil sólo ese año, sin que la militarización de las fuerzas de seguridad pública en la ciudad --emprendida por el gobierno de Felipe Calderón-- desde enero de 2008 haya surtido un efecto positivo. Fue justamente en ese año, 2010, cuando el gobierno federal implementó la puesta en marcha del programa ‘Todos Somos Juárez’, cuyo objetivo fue reducir los índices de violencia, reconstruyendo el tejido social y dando un papel protagónico en ello a la sociedad civil. "Los más grave en Juárez es que en ella la vida se volvió una moneda de cambio y, dos y aún peor, se instauró la militarización en un proceso de larga duración que hoy tiene alcances muy fuertes para la sociedad", asegura Alvarado. Y es que, a decir del coordinador de Juárez Dialoga, a pesar de la salida física del Ejército de la ciudad, el método y los sistemas de éstos se quedaron, además de que los lastres de corrupción todavía hacen sombra. "Es difícil generalizar, pero sí podemos decir que en una parte importante de la población el ánimo que se vive es de incertidumbre toda vez que no hay claridad sobre cómo se resuelven los asuntos en la ciudad. Es decir, si como ciudadanos supiéramos que una persona que cometió un crimen va a tener un juicio justo y luego probablemente va a ir a la cárcel sin tener la menor duda de que no se trata de un chivo expiatorio ni de que no hay impunidad en el caso, las cosas serían distintas. Pero no lo son. Y la delincuencia es sólo un ejemplo, pero esa incertidumbre de no saber si realmente se ha resuelto el problema se vive en todos los aspectos de la vida de la ciudad. “La versión oficial dice que la situación de violencia ha mejorado, pero el tema es que se sigue asesinando gente (…) y no hay una verdadera reconstrucción del tejido social, ni política de respeto a los derechos humanos, ni de una convivencia solidaria y horizontal con la sociedad, porque lo que rige y la única forma de seguridad que conocemos es Juárez es la de la bota del policía sobre el ciudadano". Según los datos de la Mesa de Seguridad de Ciudad Juárez, en la que trabajan la organización civil y los representantes de los tres niveles de gobierno para difundir y dar seguimiento, entre otros, al tema de la seguridad pública, durante este 2014 el índice de homicidios no ha logrado estar por debajo de la meta esperada (de máximo 15 mensuales) rebasando los 30 por mes. Los meses de mayo, julio y agosto reportaron --hasta lo que va del año-- la tasa más elevada con 52, 39 y 39, respectivamente. Hasta el mes de septiembre de este año, se habían registrado en total 333 homicidios en la ciudad, equivalente a un promedio de 37 por mes. En contraste, hasta la misma fecha no se había reportado de manera oficial caso alguno de secuestro. Para el activista juarense, a pesar de que las cifras reflejan una realidad evidente, que no tiene comparación con las alcanzadas hace cuatro años, también es importante ver el método en cómo se ha llegado a ésta porque de eso dependerá un verdadero éxito a largo plazo. "En esta política de 'reconstrucción' en realidad nos han empujado como sociedad a vivir en una dicotomía, con un dejo de moralismo, entre buenos y malos. Un ejemplo: en la implementación de ‘Todos Somos Juárez’ se consideró al arte (callejero) como una forma de recuperar al espacio público y al mismo tiempo regenerar el tejido social. Entonces, se les dio espacios a los artistas jóvenes para que pintaran estos espacios y los hicieran suyos. Pero como siempre sucede, después llegó otro gobierno y lo borró porque no lo reconoce como arte. "Y ahora hay una diputada local que está impulsando una ley contra los grafiteros que implicaría hasta un año de cárcel. Y esto a lo que apunta sencillamente es a una criminalización que además no tiene que ver con una ocurrencia de la diputada, sino que es la forma de pensar --contradictoria y dicotómana-- con la que se ha venido construyendo Juárez en los últimos años". Y bajo ese contexto, advierte, sobre el peligro de la criminalización de actores débiles de la sociedad -jóvenes, migrantes, mujeres- como parte de una política nacional de seguridad. "No vemos un camino reflexivo. En Juárez estuvimos en un momento de alarma en donde las buenas voluntades, que las hay y son muchas, están encaminadas a reaccionar a lo inmediato, con la idea de que 'algo hay que hacer', pero sin el tiempo para reflexionar hacia dónde realmente vamos. Y ahora estamos o acostumbrado o desensibilizados porque ya no matan a 50 sino solo a 10. Pero la estructura sigue siendo vertical y volvemos al punto de la incertidumbre. Aunque eso sí, el discurso oficial dice que todo está bien", concluye.

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