"Sobre y alrededor del trabajo" (2 de 3)

martes, 9 de diciembre de 2014 · 20:57
MÉXICO, D.F. (apro).- En anterior a este buzón, estimados lectores, servidor se preguntaba por qué el trabajo, a pesar de ser la única energía creadora de valores, ha sido y es tan marginado, cuando no desperdiciado y tenido por vil; también expuse que comenzó a valorarse con la Reforma protestante. Desde esa fecha en adelante, sobre todo a partir de la Revolución industrial, ha estado y está en el centro de la problemática social. ¿Por qué fue así? ¿Y sigue siéndolo?, pues porque el industrialismo cambió el mundo, y entre otras cosas aumentó y concentró como nunca antes el número de los trabajadores, que en principio se vieron sometidos a condiciones laborales lamentables: jornales de miseria por 12 y hasta 16 horas de trabajo diario, pues ese salario insuficiente les sometió a unas vidas de hambre, de hacinamiento en viviendas inadecuadas y sucias generadoras de la promiscuidad y de enfermedades y, o añadidura, no tenían seguridad en sus trabajos, por lo que sus vidas y las de sus familias eran sórdidas y tenebrosas, como nos lo muestran toda una serie de grabados del Francés Doré y algunas de las novelas de Dickens. Pero desde ahí en adelante, se fue dando una revalorización del mismo. ¿Por comprensión de gobernantes y patrones? En modo alguno. Esa revalorización del trabajo fue debida sobre todo a las luchas de los obreros por medio de huelgas, de formación de sindicatos e incluso de movimientos insurreccionales, como ocurrió en los años cuarenta del siglo XIX en varios países de Europa o la Comuna de París en 1870, movimiento que les valió a los trabajadores, despidos, persecuciones, ser puestos en "listas negras", encarcelamientos, destierros e incluso ser fusilados a no pocos de ellos, pues delitos eran: las huelgas, el formar sindicatos o simplemente el reclamar mejores condiciones de trabajo o aumento de jornal, y eso se hacía con respeto a la ley y estricto apego al Derecho de aquellos ayeres, pues como dijera un obispo inglés, Horley, de Norwich, "la masa del pueblo nada tiene que hacer con las leyes sino obedecerlas", mientras otro reverendo, T. Malthus, en su ENSAYO SOBRE LA POBLACIÓN, preconizaba que los salarios miserables de los trabajadores se mantuvieran a nivel de subsistencia, a fin de contrarrestar la fecundidad natural de las peligrosas masas obreras. Incluso hasta el sufragio masculino universal, el conceder el voto a todos los hombres por el simple hecho de serlo, fue visto con suspicacia, combatido, pues con él, gobiernos y patronos, temían que los trabajadores adquirieran poder, hecho que les aterrorizaba. Pero las luchas obreras y también, ¿por qué no decirlo?, las necesidades en aumento del industrialismo en crecimiento, fueron haciendo viables las reivindicaciones de los trabajadores a pesar de los deseos contrarios de gobernantes y patronos y poco a poco fueron haciéndose posibles, afirmándose y extendiendo no sólo las asociaciones obreras, los sindicatos, sino incluso partidos políticos de base y orientación proletaria, lo cual fue una fuente de orgullo para los trabajadores, a quienes se le había negado por tanto tiempo el reconocimiento de su poder y dignidad. Bien, como decía servidor de ustedes, las luchas de los obreros... y las necesidades en aumento del creciente industrialismo… fueron haciendo posible que los trabajadores fueran consiguiendo organizarse por sí mismos, formaran cooperativas, sociedades de apoyo mutuo, de sindicatos, de negociar contratos colectivos, tener representantes elegidos por ellos mismos, declarar huelgas, lograr que los patronos pagaran salarios caídos a los obreros despedidos injustamente que se les reconociera el derecho de antigüedad y otros beneficios… todo lo anterior no lo hubieran logrado sin una práctica de la democracia; práctica de la misma que llegó a la utopía de soñar que por medio de ella y de los partidos de base y orientación obrera, así como también por medio del sufragio universal, los obreros llegarían al poder en algún momento de la historia, hecho con el que soñaron por año… y por años fue obstaculizado y temido por gobiernos, por el capital, por los patronos. Ustedes, estimados lectores de la presente, ¿pueden decirme si la optimista perspectiva de la clase obrera sigue vigente en esta globalidad en la que nos movemos y mueven… en ella se está haciendo más factible… o por lo contrario, ya no tiene esperanza? Que Dios los ampare con su gracia mientras les escribe de nuevo su seguro servidor. JUAN CONTRERAS

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