El secreto del progreso en ajedrez

lunes, 15 de diciembre de 2014 · 17:45
MÉXICO, D.F. (apro).- En 1978 Karpov y Korchnoi jugaban el Campeonato Mundial de ajedrez, en donde los soviéticos buscaban, por todos los medios evitar que Viktor Korchnoi, que había abandonado la Unión Soviética, venciera a Anatoly Karpov, el ejemplo perfecto del ciudadano soviético. Karpov, mucho más joven que su rival, terminó venciéndole en un gran match y mantuvo su título mundial hasta 1985, cuando Kasparov lo destronó. Y hablo de esto porque en ese entonces en la televisión mexicana, en el canal 11, salió un programa en donde estaban los Maestros Jorge Aldrete y Mario Campos, este último, varias veces campeón nacional y uno de los primeros maestros internacionales que tuvo México (título avalado por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés). Recuerdo con emoción que hubiese un programa dedicado al Campeonato Mundial de Ajedrez. Había teléfonos abiertos y se podían mandar preguntas. Yo hablé y pregunté qué consejos podían dar a quien empezaba en este rudo camino de los torneos. ¿Había que estudiar mucho? ¿Cómo se preparaba, por ejemplo, Mario Campos? Las preguntas que hice fueron leídas al aire, pero para mi decepción, Mario Campos no contestó nada. Simplemente nos informó que él ya no estudiaba porque había alcanzado cierto nivel. Lamentable respuesta, porque esperaba que diera más luz sobre este tema que siempre nos tiene en una duda eterna: ¿Cómo mejorar? Es claro que para progresar en ajedrez hay que estudiar mucho, ver muchas posiciones, analizar partidas, estudiar a los ajedrecistas clásicos, resolver problemas de táctica, aprender a calcular a profundidad, estudiar las aperturas que vamos a jugar, etcétera. Es un trabajo muy duro y lleva mucho tiempo. Es importante sin embargo decir que, a pesar de todo lo que haga un jugador, no quiere decir que pueda llegar a ser un gran ajedrecista. Como dice el MI Kopec: "no hay ninguna garantía" de tener éxito en esta empresa. Desde luego que aun así, es claro que es más probable que juegue bien quien estudia ajedrez a profundidad que aquel que nunca toma un libro del tema. Aun así, no hay garantías de llegar a ser siquiera un jugador con un título internacional. ¿Entonces? ¿Qué es lo que hay que hacer? He pensado mucho en este tema y me queda claro que para mejorar no basta estudiar un par de horas diarias, sino que hay que pensar muchas horas en ajedrez. Dice Carlsen que siempre está pensando en ajedrez. Pero ¿qué significa esto? Bueno, es ver continuamente posiciones, tener por ejemplo, algún librito de táctica y hacer ejercicios en cuanto tiempo libre tengamos, incluso cuando vamos al baño, ¿por qué no? (esto último fue un consejo que el viejo maestro Bartolomé Razo me dio hace muchísimos años) La razón de esto quizás no sea aparente, pero es clara si se piensa un poco: si yo quiero empaparme de un tema, el que sea, pintura o música de Bach, por ejemplo, requiero de escuchar continuamente al compositor mencionado. Escuchar a diferentes intérpretes de su música. Hacer comparaciones, etcétera. Por ejemplo, en una ocasión le mostré a mi padre una tarjeta navideña "electrónica", que mandaba felicitaciones de fin de año en una imagen invernal, con nieve animada en la pantalla. La música de fondo era de Bach -tocada en laúd, una obra que mi padre tocaba en la guitarra. Cuando vio lo que le mostraba me dijo: "¿por qué corre el intérprete? ¿Por qué tocas tan rápido? ¡Así no se toca a Bach!" exclamó. Y entonces me di cuenta que mi padre escuchaba de una forma la música, asunto que evidentemente yo jamás había podido escuchar así. Dicho de otra manera, los años de músico de mi papá le habían llevado a la conclusión de cómo debe interpretarse las obras de Bach. Quizás no sería la única interpretación, pero me fue claro que estos años de experiencia le daban la pauta a entender estos temas sutiles en la música. Regresando al ajedrez pienso que es parecido. No basta estudiar un par de horas por día. No. Hay que estudiar digamos, "todo el tiempo disponible". Un amigo (ya fallecido), estudiaba problemas de táctica en el auto. Cuando se ponía el semáforo en verde, mi amigo estaba inmerso en el problema de ajedrez, pero el conductor de atrás le tocaba el claxon para que se moviera. El punto es pues, embeberse de ajedrez, ver tanto ajedrez y tan seguido, que el cerebro empiece a verlo como algo cotidiano, de todos los días, en donde de maneras aún desconocidas, nuestras mentes empiezan a acomodar los temas, las ideas, de maneras inexplicables, dentro de nuestra masa encefálica y de pronto ya el conocimiento es nuestro. Es quizás esa la diferencia entre los jugadores que tienen éxito y los que no logran pasar de cierto nivel: esta dedicación que hace que uno piense tanto tiempo como tenga en ajedrez. Y eso no implica, cabe señalarlo, el no trabajar o no hacer las obligaciones de la vida. Nada de eso. El asunto es que si uno trabaja de esta manera todos los días, en unos años será tan natural analizar posiciones, ver problemas, jugar partidas de ajedrez complejas, porque habríamos hecho un fuerte trabajo de "embeber" (no se me ocurre mejor término), el ajedrez en nuestras cabezas de forma permanente. Piénselo. Ya abundaré más en este tema.

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