La ocupación de la ciudad por Villa y Zapata

martes, 16 de diciembre de 2014 · 18:01
MÉXICO, D.F. (apro).- Si para conmemorar el Centenario de la Toma de Zacatecas por Francisco Villa y la División del Norte, en julio pasado, el titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto, recurrió a la comparación de un partido de futbol de México en el Mundial, para la celebración de los 100 años de la entrada de Villa y Emiliano Zapata a la Ciudad de México, que representó en su momento el verdadero triunfo de la Revolución Mexicana, fue omiso. Ocupado en la 24ª Cumbre Iberoamericana realizada en Veracruz, el mandatario no dedicó una ceremonia especial a la conmemoración. Incluso, el día en que se celebró el 104 aniversario de la Revolución Mexicana, la ceremonia fue en realidad una entrega de ascensos y condecoraciones a miembros del Ejército. Y en su discurso saltó en un breve recuento del llamado de Francisco I. Madero a las armas a Venustiano Carranza, el hacendado entonces gobernador de Coahuila, “quien convocó a diversos movimientos para restaurar el orden institucional” y así “nació el ejército constitucionalista… Éste es el origen del Ejército mexicano de hoy, sin duda, uno de los pilares centrales del México moderno”, dijo, pese al descrédito actual de las fuerzas armadas por su actuar en el caso de Tlatlaya. Ni una mención a los líderes de la revolución popular Francisco Villa y Emiliano Zapata. En El siglo de la Revolución Mexicana (INEHRM, 2000), el historiador Adolfo Gilly relata la escisión entre los ejércitos de Carranza y Álvaro Obregón, y los ejércitos campesinos. Carranza desconoce a Eulalio Gutiérrez como presidente y Villa y Zapata declaran la guerra al llamado jefe constitucionalista que se repliega en Veracruz: “En diciembre de 1914, los ejércitos campesinos del norte y del sur ocupan juntos la Ciudad de México e instalan allí el gobierno convencionista. Es el punto culminante de la revolución agraria, con la capital del país en poder de los campesinos en armas.” A la entrada a la capital del país (que se conmemoró el sábado 6 de diciembre con una cabalgata en la cual participó Agustín Villa, nieto del jefe revolucionario), le precedió un encuentro entre Pancho Villa y Zapata, el 3 de diciembre en Xochimilco. Recogido en Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán, el llamado Centauro el Norte dio testimonio así: “No es obra del acaso, sino de la justicia, que yo, Pancho Villa, a quien de niño, y después ya hombre, hicieron persecución los ricos y poderosos, venga a consumar mediante mi persona la unión de la causa de los pobres del Norte con la de los pobres del Sur. Porque es muy cierto que Zapata encarna la lucha de estos hombres de aquí, como encarno yo la de los hombres de allá, y que juntos los dos, obraremos la conquista de las libertades del pueblo, y el reposo para sus fatigas, y las bendiciones de su justicia…” Para Gilly --consigna en La Revolución Interrumpida-- la llegada de los campesinos mexicanos a la capital fue una “hazaña histórica”, en su momento “la punta más alta de la revolución en todo el mundo” y aunque dice que hubo ingenuidad en sus pretensiones también tuvieron la resolución de salir adelante. Describe no sin emoción: “La ocupación de México por los ejércitos campesinos es uno de los episodios más hermosos y conmovedores de toda la revolución mexicana, una expresión temprana, violenta y ordenada de la potencia de las masas que ha dejado hasta hoy su marca en el país, y uno de los cimientos históricos en que se afirman, sin que reveses, traiciones ni contrastes hayan podido conmoverlo, el orgullo y la altivez del campesino mexicano. Es, en la conciencia histórica de las masas, una cabecera de puente de la insurrección obrera, el asalto al poder y la revolución socialista.” Cuenta luego el historiador que en abril de 1915 el ejercitó de Obregón recupera la ciudad de México, separa a los ejércitos de Villa y Zapata, a los que confinó a sus respectivos lugares para vencerlos: La revolución campesina ya no se recuperaría. En el centenario de ese 6 de diciembre hubo varias movilizaciones en diversos puntos de la ciudad: Paseo de la Reforma, Centro Histórico, Monumento a la Revolución, Estela de Luz, Avenida Insurgentes, en este nuevo despertar que exige la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el pasado 26 de septiembre y la renuncia de Enrique Peña Nieto.

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