"Protesta"

miércoles, 25 de febrero de 2015 · 12:39
MÉXICO, D.F. (apro).- Absurdos humanos: que más quisieran que parecerse a nosotros, pero por más que se esfuercen y lo intenten, nunca lo lograrán. Ustedes, los humanos, alardean de ser los reyes de la creación, bueno será que recuerden que nuestra especie es la más numerosa de este planeta, la Tierra, y de las más viejas sobre la misma, pues algunos de nuestras familias ya estaban sobre ella hace unos 25 millones de años. Al ser de todos los seres que integran el reino animal el 80% del mismo, somos de los que más y mejor hemos cumplido con el precepto divino de “crecer y multiplicarse”. También ustedes, los humanos, presumen de ser el animal que más y mejor sabe adaptarse a todos los espacios y climas, les recordamos que hay individuos de nuestra especie que viven y resisten perfectamente en aguas termales con temperaturas de 50 grados centígrados, y que en las charcas y en los tanques llenos de petróleo habitan unas determinadas especies de nuestra extensa familia que no dan muestra alguna de sentirse incómodas, cosa que no puede hacer ningún humano. Asimismo les recordamos que, a pesar de ser los más numerosos sobre el planeta, como ya indicamos más arriba, ustedes mismos tienen calculado que sólo el 10% les resultamos dañinos para el hombre, el otro 90% de los nuestros les resultamos benéficos de una manera u otra, de una manera indirecta o directa. Consideramos que esta situación de servicio, en la que salen beneficiados con nuestra simple existencia en sus vidas merece que nos demuestren algún agradecimiento y no que nos tomen como representación o símbolo de algunos de los peores vicios que únicamente son propios de la criatura humana. Como ustedes dicen, bien sabemos que todas las comparaciones son odiosas, pero nos parece que son necesarias, pues ellas, en infinidad de veces han servido para aclarar el sentido de pensamientos, palabras y obras, para afinar y afilar criterios e incluso establecer normas de conducta. Por eso, absurdos humanos, protestamos enérgicamente que hayan nombrado a esos de sus políticos, a los más discutibles entre ellos (ustedes, respetables lectores de la presente, dirán si por ineptos, ambiciosos o corruptos), con el nombre genérico que nos distingue: el de chapulines o saltamontes. Protestamos porque en nada se parecen a nosotros esos políticos que brincan de cargo en cargo, que van de una elección a otra sin cumplir con el tiempo para el que fueron elegidos, sin cumplirles las promesas que enfáticamente les hicieron cuando melosa, zalameramente solicitaban sus votos ciudadanos para ser elegidos; o peor aún, si brincan de un partido a otro de ideología contraria del que militaban. Consideramos que esos hechos muestran y demuestran que dichos sujetos o bien tienen mala memoria o no respetan su palabra (¿qué opinan al respecto los respetables lectores de la presente?), por lo que se puede pensar que más bien, esos individuos ven al electorado como caldo de cultivo para sus muy particulares intereses y ambiciones, ya que afinando el pensamiento y analizando los hechos, se ve que esos políticos viven, se alimentan, crecen y se robustecen de la masa de electores, a los que no les cumplen las prosas que les hacen. Y nada de eso, se lo aseguramos, es capaz de llevarlo a cabo ninguno de nuestra familia, pues si brincamos, lo hacemos para movernos, para desplazarnos o para huir del peligro; ninguno de los nuestros da su palabra y luego no la respeta, no la cumple, por lo que no mentimos ni engañamos y tampoco vivimos, ni nos alimentamos, ni crecemos, ni nos robustecemos aprovechándonos de nuestros semejantes, como por ejemplo, sí lo hace nuestro cercano pariente la campamocha o mantis religiosa, de voracidad y crueldad tal que no respeta y son capaces de matar y alimentarse con los de su propia familia, con otras campamochas. Aclarado lo anterior, nos gustaría que nos explicaran, pues no lo comprendemos, por qué únicamente llaman “chapulines” a ciertos políticos, cuando no faltan y más bien sobran los políticos y dizque servidores o funcionarios públicos que brincan de sus puestos a puestos de empresas privadas, tanto nacionales como transnacionales. Tampoco faltan los servidores de instituciones trasnacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, que brincan de servidores de las mismas a ser funcionarios, servidores públicos de determinados gobiernos. ¿Esos no son igualmente “chapulines”? Y este último hecho, ¿qué les dice, qué significado tiene en sus vidas y en esa globalidad, dizque, democrática en la que se mueven y los mueven? ¿Qué me dicen? En espera de que, por su bien, sean en el futuro menos absurdos y por lo tanto menos incoherentes, de ustedes.   EL CHAPULIN DE MILPA

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