El extraño comportamiento de un gran maestro de élite

lunes, 20 de abril de 2015 · 21:16
MÉXICO, D.F. (apro).- El filipino Wesley So se ha incorporado lento, pero de forma segura, a la elite de jugadores de ajedrez. Poco a poco ha escalado posiciones en el ranking mundial y a inicios de este año tuvo un extraordinario torneo, Corus 2015, en donde juegan muchísimos jugadores de alto nivel. So quedó en segundo puesto, empatando con Giri, aunque el ganador fue el Campeón Mundial, Magnus Carlsen, que sigue jugando un ajedrez excepcional. El asunto es que So de pronto fue tomado en cuenta para jugar torneos de gran fuerza. De hecho, el joven gran maestro decidió dedicarse al ajedrez y renunció a su beca en una Universidad estadunidense, donde la gran maestra Susan Polgar, promueve el ajedrez universitario de gran calidad. Manuel León Hoyos, gran maestro mexicano, está estudiando en dicha universidad becado por su nivel de ajedrez. So, en el último campeonato de Estados Unidos, que ganó Nakamura, jugaba con Akobian en la novena ronda. De pronto el rival de So llamó al árbitro para decirle que su contrario estaba anotando quién sabe qué cosas en una hoja debajo de la planilla donde se anotan las jugadas. El árbitro fue al tablero y notó que So había anotado frases como “usa mejor tú tiempo”, “analiza con cuidado”, por ejemplo. Frases de motivación personal que el propio So habría escrito, pero el reglamento llama a estas anotaciones como ayuda externa, lo cual está prohibido. Es decir, So, simplemente puede anotar las jugadas, los tiempos, el momento de una propuesta de empate y listo, nada más. Toda anotación extra es para el reglamento “ayuda externa”. So fue reconvenido dos veces por el árbitro al respecto de estas anotaciones pero el gran maestro lo ignoró. Así entonces, la tercera fue la vencida y el árbitro dio por perdida la partida a So contra Akobian por ignorar las advertencias y seguir en su postura. Se desató en redes sociales entonces la polémica: ¿hizo bien el árbitro? ¿Hizo mal So en ignorarlo? La realidad es que si el jugador sancionado hubiese sido un desconocido, no habría habido discusión alguna, pero siendo un gran maestro de élite parece cambiar las cosas. La realidad es simple: el reglamento es muy claro en lo que puede o no escribir un ajedrecista en su planilla cuando juega. De hecho, por muchos años hubo jugadores que seguían la “regla de Blumenfeld” (así la describe Kotov en su libro “Piense como un gran maestro”), que indicaba que se escribiese la jugada que se iba a realizar ANTES de realizarla. Pero esta práctica no se puede ya hacer porque el criterio de la FIDE es que se está ayudando el jugador de alguna manera con este procedimiento. Y esta regla puede ser discutible, pero como está en el reglamento es lo suficientemente precisa para que no haya argumento para oponerse a la misma. Es más, la FIDE, por ejemplo, puso una regla cuando los teléfonos celulares se volvieron populares y cotidianos. Si el teléfono de un jugador suena en algún momento durante la partida, el dueño del dispositivo perderá automáticamente el encuentro. Sí, es difícil pensar que simplemente por el sonido que provoca el teléfono al sonar sea suficiente para pensar que está el jugador recibiendo ayuda externa. No parece tratarse de esto esa infame regla draconiana, de la cual nunca he estado convencido, aunque reconozco que ha sido una regla útil para evitar que en los torneos, por ejemplo, los abiertos, suene a cada rato un teléfono aquí y allá.

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