Se desperdician en el planeta mil 300 millones de toneladas de comida al año

jueves, 4 de junio de 2015 · 14:06
MÉXICO, D.F., (apro).- La desnutrición que padecen mil millones de personas en el mundo no es consecuencia de la escasez de alimentos, es producto del uso ineficaz de los medios de subsistencia y de la producción de bienes y servicios. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anualmente se desperdician 1.3 toneladas de comida por cada persona que vive con desnutrición en todo el mundo. Dicho de otro modo. Ante este panorama, Marisa Mazari Hiriart, investigadora del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, afirma que es urgente ser eficientes en la producción de bienes y en la generación y manejo de desechos. A propósito del lema de la efeméride del PNUMA de este año -- “Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación”--, la investigadora afirma que un consumo consciente, con visión sostenible, requiere de un balance entre el uso y mantenimiento de los recursos. Esto es, dice, usar con eficacia los medios de subsistencia, así como la producción de bienes y servicios con la subsecuente generación de residuos sólidos, de acuerdo con la capacidad regeneradora del planeta. La producción de alimentos, señala Mazari Hiriart, es un claro ejemplo del consumo no sostenible. Los humanos, dice, deben ser más conscientes de que los recursos naturales son limitados; se mantienen o disminuyen mientras la población crece. Minimizar el consumo de esos recursos y la generación de desperdicios, añade, son los retos actuales, pues la forma de vida del ser humano genera desechos sólidos, líquidos y gaseosos que afectan el agua, el suelo y la atmósfera. “Debemos tener en cuenta que parte de éstos son reutilizables, pero requieren de un manejo y un costo”, apunta la doctora en ciencias ambientales e ingeniería. Refiere que en los últimos 300 años, desde la Revolución Industrial, el uso intensivo de recursos naturales ha impedido tener un balance. Al contrario, señala, el desequilibrio ha sido más drástico en el reciente medio siglo al incrementar la producción de bienes y la esperanza de vida, a la par de la deforestación, la defaunación y la pérdida de hábitats. “Tenemos una mayor demanda con una población en aumento, y una eficiencia creciente en el uso de los recursos, pero no al mismo ritmo que generamos desechos. “Creemos que la tecnología lo resolverá todo, pero no es así, aunque es de gran ayuda. Los ciclos de la naturaleza son mucho más eficaces que los que podemos hacer de manera artificial”, advierte Mazari. Un ejemplo de ello, comenta, es la explotación del petróleo y de las aguas subterráneas. Los residuos y subproductos derivados de la elaboración de fármacos, plaguicidas y alimentos, contaminan el ambiente, lo mismo que los desechos electrónicos. Se crean productos para atender un problema pero desencadena otro. Por ejemplo, explica, los detergentes, plaguicidas, disolventes y combustibles también generan residuos dañinos para el ambiente, como el exceso de nutrientes, compuestos orgánicos, metales pesados e hidrocarburos, entre otros. “Sustancias que son tóxicas en concentraciones muy bajas (de partes por millón o menores) las hemos encontrado en cuerpos de agua, pero a mediano plazo tienen efectos irreversibles en hígado, riñón y sistema nervioso central. “Ello significa que alteramos la calidad del agua, además de liberar al ambiente compuestos tóxicos que nos afectarán a nosotros; además, sus residuos impactarán a las próximas generaciones”, alerta Mazari. Para modificar este escenario, dice, los ciudadanos deben informarse y ser conscientes de lo que consumen, de cómo se producen alimentos, medicamentos, plaguicidas y equipo electrónico, entre otros artículos, así como del manejo que se hace de los desechos, concluye la científica universitaria.

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