"La civilización del espectáculo"

lunes, 22 de junio de 2015 · 22:47
MÉXICO, D.F. (apro).- Apreciado lector: la presente se debe a varios motivos. De inicio, la sincera satisfacción de que tantos millones de ustedes, los vivientes, se muevan felices en lo que Vargas Llosa etiqueta y critica duramente, en una civilización del espectáculo, pues es su legítimo derecho… y hacen muy bien en ejercerlo; se lo dice un servidor de ustedes, los vivientes, que tuvo la gran suerte de vivir en otra igual… ¿igual?... ¡para nada!... ¡mejor!... vean por qué hago tal afirmación. Si E. Hemingway escribió que “PARIS ERA UNA FIESTA”, servidor dice y sostiene que esa frase va mucho mejor, se aplica de manera más correcta a la Roma de los césares, esto es, cuando la ciudadanía de Roma fue abandonando la rígida austeridad republicana, dando de lado los severos usos y costumbres de la misma y comenzó a caminar por la senda de lo que algunos historiadores denominan el período epicúreo… en el que le tocó vivir a servidor… más volviendo a E. Hemingway, bueno será recordar que cuando Augusto sumió el poder, el calendario tenía 76 días de fiesta… y cuando su último sucesor lo dejó, 175, o sea que eran festivos un día sí y otro no, por lo que justamente se puede decir que Roma era una fiesta continua. Como es natural, esa situación impulsó la construcción de circos, anfiteatros y otros edificios, en los cuales se pudieran llevar a cabo variados espectáculos ofrecidos por los gobernantes al pueblo, y otros más costeados por particulares que, por supuesto, tenían el dinero suficiente para hacerlo. Si en sus inicios estos espectáculos mucho tenían que ver con ceremonias religiosas para honrar a tantos dioses y diosas o para celebrar victorias militares u otros hechos favorables al Imperio romano, pronto fueron perdiendo esas características y convirtiéndose en simples entretenimientos, en espectáculos grandiosos para diversión de la masa de los ciudadanos… y lo mejor de todo era que esos espectáculos eran gratuitos, no costaban nada a los que a ellos concurrían… y por añadidura, los asistentes a los mismos ya tenían asegurados el recibir medidas de cereales de trigo principalmente; y sucedía por veces que la generosidad del patrocinador del espectáculo… bien el cesar o un particular… llegaba incluso a arrojar al público unas fichas que representaban premios diversos, que podían ser un ave doméstica hasta una casa de campo. Con estos alicientes, dígame, amable lector, si no está más que justificada la apasionada asistencia de la ciudadanía romana a los espectáculos del circo… y si por lo expuesto hasta aquí, servidor tiene o no razón para afirmar que la civilización del espectáculo a la romana… por su aplicación a rajatabla del lema de PAN Y CIRCO para el pueblo… fue muy superior y mucho más satisfactorio que la civilización del espectáculo en la que se mueven los vivientes en la actualidad… que a millones les niega el pan y únicamente es pródiga, sí, en ofrecerles toda clase de diversiones, de espectáculos… que en la mayoría de los casos tiene la obligación de pagar boleto si quiere disfrutar de los mismos. Servidor no ignora que siempre ha existido… y existe… una dura crítica para la ciudadanía de la Roma epicúrea… la tachan de embrutecida, cruel y despiadada por asistir y deleitarse con las luchas entre gladiadores o entre hombre y fieras, por ejemplo… están equivocados… a este propósito, bueno será recordar que personajes tan ilustres como Cicerón y Plinio el Joven escribieron sobre los méritos incomparables de dichos espectáculos para las almas viriles ya que eran una lección contra el dolor y desprecio a la muerte, así como el hacer aparecer en esclavos y criminales… que eso eran los gladiadores en su mayoría… el amor a la gloria y el deseo de vencer… insisto, están equivocados… en vez de criticarnos, tendrían que ponerse en nuestro lugar… como recomienda el estudio de la historia en ese tiempo en que viven… que propone que el historiador no debe juzgar, sino más bien comprender la lógica interna de las sociedades, prescindir de juicios de valor o de ideas propias de la época en que viva el mismo… y sobre todo politizar los hechos históricos. Con el agradecimiento adelantado, apreciado lector de la presente, de que ustedes, los que viven, apliquen esos lineamientos del moderno estudio de la historia al juzgar la civilización del espectáculo de la Roma imperial, servidor le desea lo mejor en esa su existencia terrenal.

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