Actualidades teatrales: "Humboldt: México para los mexicanos"

sábado, 27 de junio de 2015 · 09:14
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- El gran viajante Alexander von Humboldt no hubiera imaginado jamás que en pleno siglo XXI ese paraíso que recorrió y descubrió palmo a palmo 300 años atrás, se convertiría en un infierno, no sólo para los suyos, sino especialmente para los migrantes. La obra teatral Humboldt: México para los mexicanos es una dura crítica a nuestra “hospitalidad”, hecha por extranjeros que han luchado hasta lo imposible por ser parte de nuestra nación. Y ni siquiera en eso hay acuerdo, pues la pieza es un abanico que abre un sinfín de interpretaciones personales y una fuerte polémica sobre los temas fronterizos. Creación del colectivo Teatro Sin Paredes que viene de más allá de las fronteras, Humboldt… fue escrita por el chileno Ernesto Anaya Ottone, está dirigida y actuada por el francés David Psalmon, y lo acompañan en escena la japonesa Irene Akiko Iida, el brasileño Gutemberg Brito Patatiba, la rumana Adriana Butoi, el alemán Alexander Holtmann, y otra chilena, Carla Jara Drago. Parecerían querer desquitarse sutilmente con el único mexicano, Jorge Maldonado, a quien le tocan los papeles de criado, asistente, o cualquier personaje secundario útil para las necesidades de los “grandes” actores. El montaje es coproducción de La Dirección de Teatro de la UNAM y el colectivo, con el apoyo de Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) a través del Programa México en Escena, la Fundación BBVA Bancomer y Planet Audio. Estos cinco actores han renunciado, por diversas razones personales, a sus respectivas nacionalidades. El destino los ha traído a México, donde han decidido comenzar una nueva vida. Sin embargo, la situación no es nada sencilla. Entre los múltiples requisitos que el gobierno solicita se encuentra un largo y tedioso examen sobre historia del país, y basta con un error para ser descalificado. Entre las complicadísimas preguntas (que los mexicanos tampoco atinarían del todo), se anuncian: “¿Dónde está Xel-Ha?”, “¿Quién renombró a los aztecas mexicas?”, “¿Quién fue el primer extranjero en naturalizarse mexicano?” La respuesta correcta a esta última es “Alexander von Humboldt”, el científico alemán que viajó durante años por México (y otras naciones hoy latinoamericanas) haciendo, entre incontables maravillas, mapas precisos del país en una época donde los aparatos para este tipo eran de lo más precarios. Según la obra, el autor de Ensayo político sobre el reino de la Nueva España fue acusado años después de haber dado al gobierno estadunidense sus vastísimos conocimientos sobre la geografía del terreno, lo cual facilitó el robo de casi la mitad del territorio nacional. La pieza escénica transcurre en varios ejes de acción simultáneos: el México actual --donde resalta el larguísimo y tedioso proceso burocrático que sufren los personajes para integrarse--, el explorador Humboldt --con sus viajes, aventuras y experiencias personales--, y una especie de “sketchs” en los cuales se mencionan desconcertantes datos curiosos, como éste, que no sabemos si nos hacen conocer más a México o querer huir de él: La cantidad de nacimientos por cesárea es una de las tasas más altas del planeta --ya que ahorra al sector salud cantidades de dinero estratosféricas al permitir una planeación con rígidos horarios y no los de nacimiento natural. Después, este otro: tan sólo el 20% de las mujeres que se convierten en madres alimentan a sus bebés con pecho. En cierto momento los actores preguntan al público “si creen que hay muchos extranjeros en México”. Ante las respuestas afirmativas, reportan el porcentaje: abajo del 1%. Los espectadores los miran, incrédulos. Y ¡claro que son muchos!: un millón de personas. Dinámica y en muchos momentos divertida, la obra permite a Psalmon utilizar el recurso de las proyecciones para viajar de un lugar y de una etapa a otra para cambiar tema, pero seguir en la misma línea, y así contar con nuevas formas creativas. Se aprovecha cada rincón del pequeño espacio, y la isóptica es buena desde cualquier perspectiva. Dice el programa de mano, en un texto escrito por el dramaturgo: “Al momento de nacer como nación, México tenía clara la figura de la madre en la Virgen de Guadalupe, pero estaba conflictuado con la figura del padre, macho y abusador. Hidalgo y Morelos fueron rescatados de manera tardía y su calidad de sacerdotes guerrilleros, castos y con hijos, espirituales y violentos, los convirtió en padres contradictorios de una patria llena de contradicciones.” La historia corre apoyada en el trasfondo por la búsqueda del padre de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, en fragmentos que se traducen al japonés. Y cuando un personaje femenino consigue al fin la nacionalidad y decide compartir con al resto de sus compañeros todas las respuestas correctas del examen, parecería el final ideal. Sin embargo, la obra se alarga innecesariamente casi veinte minutos más hasta que el actor francés aparece vestido de manta y huaraches para declarar: “yo no quiero ser mexicano, quiero ser huichol”. Humboldt: México para los mexicanos se presenta de jueves a domingo en el Teatro Santa Catarina, pero sólo hasta el 5 de julio. Recuerde que puede aprovechar el abono “Jueves Puma”, donde todas las funciones de teatros de la UNAM cuestan 30 pesos.

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