Argentina: Debate sobre la pobreza

lunes, 29 de junio de 2015 · 00:39
BUENOS AIRES, 26 de junio (apro).- “Yo salgo con el carro a las seis de la mañana y vuelvo a la casa más o menos al mediodía. Como algo y a las tres de la tarde salgo de vuelta hasta la medianoche o la una”, dice Jorge G. a Apro. El muchacho de 20 años vive con su mujer y sus dos hijos de 2 años y 9 meses en una casa precaria de la Villa 31 en Buenos Aires. Ahora empuja su carro –un armazón de madera montado sobre dos ruedas de auto– por una calle coqueta del barrio de Palermo. La carga que recoge es su medio de vida: cartón y papel de diarios. El tránsito a su lado es intenso. Jorge G. repite el mismo recorrido desde hace cuatro años. Esta noche enfrenta el frío del otoño con una camiseta deportiva de mangas cortas. La polémica en torno al índice de pobreza que en estos días ocupa a políticos y periodistas le resulta un poco ajena. “Yo sé que salgo a la calle y sé que tengo que pelearla”, explica. “Pero llego a casa y sé que tengo mi moneda en el bolsillo, que no ando robando, que no me ando drogando: Tengo mi plata porque me rompo el lomo para conseguirla”, subraya, sin abandonar el tono calmo. “Por eso no le presto mucha atención”, dice, refiriéndose al debate en los medios. El lunes 8, en Roma, la presidenta Cristina Kirchner sostuvo que el índice de pobreza en Argentina está por debajo de 5%. La mandataria recibió ese día una distinción de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en reconocimiento a las políticas públicas de Argentina contra el hambre en los últimos 25 años. Un día después, en una entrevista de radio, el jefe del Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández, sostuvo que en Argentina hay menos pobres que en Alemania. Algunos medios aclararon las diferencias metodológicas con las que se mide la pobreza en un país y en otro. En Argentina se le hace en términos absolutos. Es pobre quien no logra cubrir con sus ingresos una canasta básica de alimentos y servicios. El último registro oficial data de 2013 y alcanza a 4.7% de la población. En Alemania es considerado pobre quien no gana al menos 60% del ingreso medio. El 15.5% de la población germana registrada como pobre en 2013 tiene en general cubiertas sus necesidades básicas. El 35% de los habitantes de Argentina sería pobre si se aplicara el método alemán. La discusión más importante se da, sin embargo, en torno a cuál es el verdadero índice de pobreza en Argentina. La credibilidad del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) se ve cuestionada desde que el gobierno lo intervino en febrero de 2007. El organismo dejó de publicar el índice de pobreza en 2014, aduciendo problemas técnicos. Entidades provinciales e instituciones privadas le asignan un rango que va de 16.1 a 27.5%, varias veces por encima del mencionado por Cristina Kirchner. “La polémica en sí parte de tener un instituto de estadísticas intervenido y donde todos los indicadores son sospechados de manipulación, (falta de) credibilidad y calidad”, dice a Apro Graciela Bevacqua, exdirectora del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC. “Pobreza e indigencia son un tema más dentro de toda la intervención –sostiene–. Lo que la discusión trae es si se cree o no en los números de pobreza”. El economista Andrés Asiain dirige el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz. Cree que algunas mediciones privadas reflejan un claro interés político. “El cuestionamiento a los índices oficiales de precios se traduce luego en que tampoco son fiables los valores de las canastas con las que se miden pobreza e indigencia por ingresos”, dice a Apro. “Esto abre la puerta a que ciertos sectores de la oposición manipulen los datos para el otro lado, inflando los índices de pobreza”, sostiene. “Se desvirtúa así el debate sobre las causas y las soluciones al problema”. Pobres e indigentes El índice de pobreza se calcula en función de los ingresos que permiten acceder a una canasta básica total. Ésta incluye la satisfacción de las necesidades de alimentación, educación, salud, vivienda, recreación y otros servicios. El índice de indigencia abarca a quienes ni siquiera llegan a cubrir la canasta básica alimentaria. Ésta representa los productos requeridos para satisfacer un umbral mínimo de necesidades proteicas y calóricas. Según el INDEC alcanza a 1.4% de la población. El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) estima un índice de pobreza de 27.5% y un nivel de indigencia de 5.5%. Traducido a personas, serían más de 10 millones de pobres y más de 2 millones de indigentes. Los valores corresponden al último trimestre de 2013 y se basan en encuestas tanto propias como de institutos provinciales de estadística, centros académicos y consultoras privadas. La diferencia con los datos oficiales del INDEC proviene de asignar precios más altos a las canastas básicas total y alimentaria. “El mayor problema que tenemos es la existencia de una pobreza estructural, de un núcleo duro de marginalidad estructural”, dice el responsable del estudio de la UCA, Agustín Salvia, en entrevista publicada el 14 de septiembre de 2014 en el diario La Nación. Reconoce que Argentina avanzó mucho en materia de previsión social, derechos laborales, derechos de la infancia. Y que la implementación de planes sociales logró bajar la indigencia, pero no el núcleo duro de la pobreza: “Se trata de al menos 15% de la población que acumula décadas de exclusión y que actualmente sobrevive con base en empleos de indigencia y programas sociales, sin acceso a condiciones y recursos de inclusión plena en la sociedad”, sostiene. A su juicio esta pobreza no depende sólo de los ingresos, sino de “las condiciones generales de vida, el trabajo al cual se accede, la vivienda, la calidad de la educación y de los servicios de salud disponibles, la calidad de las redes sociales y el tipo de cultura que forma parte del mundo simbólico de vida. Y, no menos importante, la mayor o menor cercanía del Estado como garante y protector de los derechos de quienes tienen mucho menos poder y prestigio social”, sostiene. “Nosotros registramos en 2014 un índice de pobreza de 16.1% y otro de indigencia de 5.1%.”, señala Andrés Asiain. Tales son los resultados de un estudio coordinado por este economista para el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz. La muestra se basa en datos oficiales de cuatro provincias argentinas. Asiain recalca que la pobreza se redujo 30% desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia, en mayo de 2003, con un índice de 45.8%. Entonces prácticamente uno de cada dos argentinos era pobre. La indigencia pasó de 19.4 a 5.1%. “El estancamiento de la pobreza en el orden de 16% viene desde 2011 y coincide con el de otros indicadores: producción, empleo, informalidad, luego de un periodo anterior de creación de empleo formal e incremento de salarios”, sostiene Asiain. Luego admite la existencia de un debate en torno a si esta pobreza que no cede es estructural o no. “¿Esto es un núcleo duro de pobreza, en el sentido de que, aun creciendo la economía, no baja? ¿O tiene que ver con el estancamiento general de las variables económicas y que, en caso de una reactivación, la pobreza continuaría en descenso?", se pregunta. Su respuesta: “Es el estancamiento general de la economía el que no permite seguir reduciendo la pobreza”. Las consultoras y centros académicos que elaboran estadísticas propias reconocen la dificultad de la tarea. “Yo siempre estuve a favor de la estadística pública, ya que nada puede reemplazar a una estadística seria”, dice la exfuncionaria del INDEC, Graciela Bevacqua. “El único número que se puede sustituir desde lo privado y con conocimiento y experiencia es el índice de precios al consumidor –sostiene–. Nosotros podemos elaborar los índices alternativos por tener gran experiencia en muestras muy pequeñas. Pero en el resto es muy complicado. Creo que nos merecemos tener nuevamente un instituto de estadísticas serio y creíble”, dice Bevacqua, quien dejó el INDEC en 2009, denunciando la manipulación de los datos. Prejuicios El 25 de octubre Argentina elegirá su nuevo presidente. Los candidatos con posibilidades son el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, por el oficialista Frente para la Victoria (FpV), y el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, de Propuesta Republicana (PRO). Scioli es considerado por muchos como un cuerpo extraño dentro del kirchnerismo. En estos días ha tenido que recalcar que continuará con la política social del actual gobierno. Una política que la oposición tilda de populista. Mauricio Macri propone recortar el gasto público. Desde el oficialismo se le acusa de querer implementar las políticas neoliberales que desembocaron en la crisis terminal de 2001 y en el pico histórico de pobreza. Los sectores populares, máximos beneficiarios de los planes sociales, dan su apoyo electoral al oficialismo. “El voto de las clases humildes en Argentina no es un voto manipulable, como piensan algunos, que los pobres son tontos, engañados por la dirigencia: en realidad, defienden sus intereses, como cualquier otro sector”, explica Andrés Asiain. “La base de votos del oficialismo no se debe a errores, demagogia, populismo. Lo que hay es una mejora significativa en la calidad de vida en los últimos 12 años, después de casi tres décadas de decadencia económica y social y un empobrecimiento sistemático de la población”, grafica. Agustín Salvia, de la Universidad Católica Argentina, refuta el prejuicio social que vincula la pobreza estructural con el delito. “Las bandas delictivas se nutren de poblaciones de sectores marginales como un ejército de mano de obra barata”, dice en la entrevista citada. “Pero las bandas criminales tienen a sus principales líderes dentro de los sectores medios. La pobreza no es la que genera delito, es la desigualdad”, sentencia. De acuerdo al INDEC, el nivel de distribución del ingreso registró una leve mejora en el primer trimestre de 2015, con respecto de marzo de 2014, alcanzando 0.364 puntos en el Coeficiente de Gini. El informe, del martes 23, también consigna que la mitad de los trabajadores ocupados gana menos de 6 mil pesos al mes (unos 660 dólares) y el 10% más pobre menos de 2 mil pesos (unos 220 dólares). Jorge G. sueña con dejar la recolección de cartón y dedicarse a la albañilería, un oficio que también conoce. Actualmente no recibe ningún tipo de ayuda del Estado. La imposibilidad se debe, según cuenta, a que no fue registrado al nacer, en una provincia del noreste argentino, y recién ahora piensa tramitar por primera vez su DNI. Su mujer, por otra parte, es oriunda de un país vecino y aún no posee residencia legal. La percepción de la Asignación Universal por Hijo representaría un gran alivio para la familia. En su caso, con dos hijos, ascendería a 2 mil 700 pesos, unos 300 dólares. “Si llego a tener mi DNI, igual de todos modos no pediría nada –dice el joven–. Con que tenga mi laburo (chamba), que consiga laburo fijo, ya estoy contento”.

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