Atentado en Londres: A diez años del horror

viernes, 3 de julio de 2015 · 21:20
LONDRES (apro).- “No voy a olvidar nunca que corrí por las escaleras mecánicas en la estación londinense de King’s Cross para tratar de subirme al próximo tren del Metro. Lo recuerdo especialmente porque fue la última vez que pude correr en mi vida. Recuerdo esa sensación de correr y correr con todas mis fuerzas, y también esa sensación de determinación. Era un día con mucha gente en la estación. Nos apretujamos en el vagón y en ese momento pensé que era imposible que entrara una persona más allí dentro. Ahora me doy cuenta que había entrado al vagón junto con el atacante suicida y que estaba parada junto a él. Los dos subimos al mismo tiempo”, cuenta la australiana Gills Hicks. “Mi primer reacción instantes después de la explosión fue ‘Dios mío, Estoy sufriendo un ataque cardíaco’. Fue muy extraño escuchar también a otras personas pedir auxilio. De repente alguien me levantó y me puso en lo que quedaba de un asiento destrozado del vagón. Recuerdo mirar hacia abajo y ver que había perdido mis dos piernas. En ese momento supe perfectamente que tenía que actuar, así que me quité un pañuelo que llevaba en el cuello y me hice un torniquete en cada una de las piernas”, agrega la mujer. Hicks fue una de las decenas de personas que resultaron heridas en el vagón de la línea Picadilly que viajaba entre las estaciones de King’s Cross y Russell Square en el momento de la explosión, la mañana del 7 de julio de 2005. En ese vagón murieron 26 pasajeros. Un antes y un después “Momentos después de la explosión sentí una experiencia extraordinaria, como si alguien me estuviera dando la oportunidad de seguir viviendo o morir. Tenía esta voz interior que me decía: ¿Pero quieres seguir viviendo así? Otra voz me aseguraba que iba a ser difícil, pero que sobreviviría. “Después de eso nada fue igual. El 7 de julio de 2005 marcó un antes y un después en mi vida. Antes de ese momento fue otra vida, lo demás fue una segunda oportunidad. Volver al trabajo después del atentado fue también muy difícil, en las reuniones escuchaba a los compañeros hablar de trabajo y de temas laborales y pensaba: ‘Dios mío, estuve en un atentado terrorista y me volaron las piernas ¿Y ustedes siguen hablando de esto?’ Sentí que estaba perdiendo la cordura”, destaca Hicks. En 2007, la australiana que había vivido en Londres desde los años noventa  y que regresó a su país natal, decidió fundar el grupo MAD for Peace (Locos por la paz). “Siento mucho enojo, no me siento amargada, pero sí creo que es terrible que personas mueran o sufran heridas horribles por actos sin sentido como estos. Quiero hacer campaña para que el mensaje del terrorismo nunca gane”, subraya la mujer. El profesor John Tulloch, de 73 años, se encontraba esa mañana del 7 de julio de 2005 en un vagón de la línea Circle, entre las estaciones de Edgware Road y Paddington. “Me llevó mucho tiempo recordar lo que pasó. Al principio, sólo podía recordar estar caminando entre los amasijos de hierro que quedaban del vagón. Perdí la conciencia por algunos minutos, luego desperté y pensé que era una pesadilla, que sólo me estaba pasando a mí. Pero de inmediato me di cuenta que no era el único, todo a mi alrededor estaba cubierto de sangre”, explica el profesor británico, autor y experto en temas de riesgo y seguridad. Prosigue: “Me dirigía a Paddington. De ahí iba a tomar un tren de regreso a mi casa en Cardiff, en Gales. Había aterrizado el día previo proveniente de Australia y llevaba conmigo mi valija y varios bolsos de equipaje. Aparentemente esos bolsos me salvaron. Mis lentes volaron así que no pude ver mucho. Ahora agradezco que pasara eso, porque me impidió ver en detalle el horror que me rodeaba. Junto a mí había un crater enorme en el piso del vagón, con un hombre atrapado allí dentro. Antes de que la bomba detonara, recuerdo a dos mujeres estadounidenses hablando de hacer compras en Kensington. Una de ellas perdió una pierna en la voladura del vagón”. Tulloch cuenta además que durante las investigaciones por los atentados del 7 de julio, descubrió que todas las personas que lo rodeaban en ese fatídico vagón “habían muerto o habían perdido piernas o brazos”. “Yo estaba a sólo dos metros del atacante suicida, estaba sentado frente a él. Y sin embargo logré escapar a las heridas físicas más graves. Al día siguiente mi foto salía publicada en las portadas de los diarios, junto a la imagen de Tony Blair hablando. Ese fue mi segundo trauma. No tengo dudas que los atentados del 7 de julio ocurrieron como consecuencia de las políticas de Exterior británicas. Para el final de ese año sentía mucho enojo por la situación política, así que escribí un libro llamado Iconos de la guerra y del terrorismo. Mi próximo libro hablará sobre lo que pasó en los atentados del 7 de julio. Aún sigo sufriendo trastornos por estrés postraumático. Cuando algo ocurre de repente frente a mis ojos, puedo tener flashbacks y sufrir de vértigo o mareos que me hacen vomitar. A veces simplemente sufro de ataques nerviosos. Después de haber experimentado un atentado terrorista, te ocurre que cualquier cosa puede desatarte una crisis emocional”, concluye. Jueves negro Hicks y Tullock son sólo dos de los cientos de personas que vivieron en carne propia los hechos del jueves 7 de julio de 2005, cuando cuatro explosiones paralizaron el sistema de transporte público de Londres en plena hora punta matinal. A las 8:50 horas de esa mañana explotaron tres bombas, con 50 segundos de intervalo entre una y otra, en tres vagones del metro de la capital británica. Una cuarta bomba explotó en un autobús de dos pisos a las 9:47 horas en la Plaza Tavistock, en el céntrico barrio de Russell Square, a metros del Museo Británico. Las bombas caseras que llevaban los suicidas en sus mochilas generaron caos en la red de transporte de la ciudad y la infraestructura de telecomunicaciones, y provocaron la muerte de 56 personas, incluidos los cuatro terroristas sospechosos. En total resultaron heridas unas 700 personas, muchas de ellas que perdieron brazos, piernas, manos, o que sufrieron quemaduras o heridas graves. El saldo de fallecidos incluyó a 26 personas muertas en el vagón de la línea Picadilly que viajaba en dirección a Russell Square; seis murieron en el vagón de la línea Circle que circulaba hacia la estación de Edgware Road, otros siete murieron en la explosión de Aldgate, en la línea Circle, y 13 perdieron la vida en el autobús de la línea 30, justo en el momento en que pasaba por la Plaza Tavistock en dirección a la estación de Holborn. Esos atentados, planeados por organizaciones paramilitares islamistas con sede en el Reino Unido y vinculados directamente con el grupo Al-Qaeda, fueron los actos de terrorismo más sangrientos en el Reino Unido desde la muerte de 270 personas en el atentado de Lockerbie (Escocia) en 1988, y los más  mortíferos en Londres desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Fueron además los segundos atentados suicidas en Europa occidental con la presencia de civiles inocentes (tras el 11 de marzo de 2004 en Madrid) y ocurrieron un día después de que Londres fuera elegida sede de los Juegos Olímpicos de 2012. Los ataques ocurrieron además poco después de que el Reino Unido asumiera la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. A diez años de aquel trágico día, Gran Bretaña se prepara para conmemorar ahora esa fecha con una serie de eventos, memoriales y actos públicos en Londres y otros sitios del país. Como parte de las conmemoraciones, los anuncios por altoparlante en el metro londinense serán suspendidos y todos los autobuses de la ciudad se detendrán por un minuto en memoria de los muertos y heridos en el llamado “7-J”. El acto central se realizará el 7 de julio a las 11:30 horas con un servicio religioso en la Catedral Metropolitana de St. Paul, en el que se espera la asistencia del primer ministro David Cameron, del alcalde de Londres, Boris Johnson, miembros de la Realeza, de las Fuerzas Armadas y los servicios de emergencia, como también familiares de las víctimas y sobrevivientes. El organismo Transport for London (TfL), a cargo de la red de transporte de la capital británica, informó que se les pedirá a los millones de pasajeros que utilicen el metro, observar el minuto de silencio en honor a los muertos de ese fatídico día hace diez años. Además, se realizará un acto con ofrendas florales en un memorial instalado en el céntrico Hyde Park londinense, también en honor a las víctimas. Ese memorial incluye 52 pilares de acero que representan a cada uno de los fallecidos por el atentado. Otros eventos incluirán lecturas por parte de sobrevivientes, misas y recordatorios. Alertas Como parte de las medidas de seguridad, los pasados días 30 de junio y 1 de julio los servicios de seguridad de Londres realizaron un operativo piloto titulado “Operación Torre Fuerte”, para prepararse en caso de un nuevo atentado terrorista en la ciudad. La acción involucró a cientos de soldados de las fuerzas especiales SAS, así como también a trabajadores de servicios de emergencia, como  bomberos y camilleros en distintos puntos de la capital, incluido el Metro y zonas muy populosas de la ciudad. La alerta de seguridad en Londres por atentados terroristas sigue siendo “severa”, que significa que un ataque es “altamente probable”. Ese nivel de amenaza sigue sin cambios desde los últimos meses. La alerta de seguridad es evaluada constantemente por el gobierno británico en base a evidencia que recibe periódicamente por parte de los servicios de Inteligencia como el MI5, el MI6 y el Cuartel General de Comunicaciones (CGHQ). De acuerdo con la cadena de televisión BBC de Londres, en la última década el tipo de amenaza de grupos extremistas violentos ha cambiado. Mientras que los atentados del 7 de julio de 2005 fueron planeados por seguidores de Al-Qaeda en Pakistán y Afganistán, actualmente el peligro proviene de extremistas del grupo Estado Islámico (EI), especialmente de jóvenes musulmanes británicos radicalizados por esa organización. “El Estado Islámico ha logrado proyectar una imagen utópica de un califato, además de presentar la violencia sectaria extrema como solución viable para los musulmanes sunitas que sufrieron tanto en Irak como en Siria”, destacó la cadena en un especial sobre seguridad en el Reino Unido. “Esa mezcla tóxica, proyectada por jóvenes seguidores a través de las redes sociales, y ensalzada aún más bajo una supuesta profecía arcana que dice que el fin del mundo comenzará en una ciudad siria, ha logrado atraer a muchos”, agregó. Según esa investigación, aunque hay gran cantidad de escépticos que consideran que ello no representa amenaza alguna contra el Reino Unido “hay cada vez mayor evidencia de lo contrario”. “Si los recientes atentados terroristas en Túnez- en los que más de 36 personas murieron en la playa de Sousse, en su mayoría turistas británicos- no son evidencia suficiente, Francia, Australia, Canadá y Bélgica han registrado actos de violencia extremista inspirados directa o indirectamente por esa ideología del EI”, continuó. La emisora pública destacó además que aunque Gran Bretaña no ha sufrido hasta ahora atentados por parte del EI, sí fue testigo de al menos dos operativos antiterroristas a gran escala vinculados directamente con potenciales atacantes que habían recibido indicaciones de yihadistas en Siria para atacar en suelo británico. Más de 330 personas han sido arrestadas bajo sospecha de delitos de terrorismo y seguridad nacional en el Reino Unido entre abril de 2014 y comienzos de mayo pasado, un tercio más que el año previo. La edad promedio de esos arrestados es cada vez más baja, con un 20% del total que tiene  menos de 20 años. “Los servicios de emergencia británicos consideran que están mucho mejor preparados para lidiar con un atentado terrorista de la magnitud del aquel ocurrido el 7 de julio de 2005 en Londres. Pero la verdad es que desconocen por completo qué podría venirse, y nadie sabe con exactitud cuándo o cómo los grupos extremistas podrían volver a atacar al Reino Unido. Los servicios de Inteligencia británicos consideran que es cuestión de tiempo hasta que Londres vuelva a sufrir un atentado. Esperemos que estén equivocados”, concluyó la investigación.

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