Esperando a Godot, en el Círculo Teatral

miércoles, 15 de julio de 2015 · 00:33
MÉXICO, D.F. (apro).- El Círculo Teatral, A.C., fundado hace 11 años por los actores Alberto Estrella y Víctor Carpinteiro, no sólo es un centro de formación de primer nivel, también es un foro abierto a lo más vanguardista de la producción teatral. Prueba de ello es la impecable puesta en escena de la pieza clásica de Samuel Beckett, Esperando a Godot, por parte del experimentado José Luis Cruz. La obra no encontró cabida en ningún lugar, pero fue acogida por el Círculo Teatral y trasladada a la pauperizada realidad mexicana, otorgándole a la obra, además de su absurdo natural y de su lectura metafísica y existencialista que la vio nacer (1953), una estrujante lectura de sentido social. Así, con un reparto de lujo, arrancó en el espacio de la Avenida Veracruz 107 de la Colonia Condesa, donde estará cada miércoles hasta septiembre en horario de 20:30 horas. Si no, juzgue usted el elenco: David Ostrosky (Estragon), Josafat Luna (Vladimir), Sergio Acosta (Pozzo), Evaristo Valverde (Lucky), y Andrea Acosta (Niño). De ellos preguntará tal vez: ¿Y esta última? La joven actriz es un portento. Con oportunidades como ésta, pronto empezará a descollar en el teatro grande. En Esperando a Godot es además la asistente de la dirección. El vestuario es de Aine Martelli, la iluminación de Carlos Mendoza, la fotografía de Joel Martínez. La pieza de Beckett, en manos de Cruz (también actor, dramaturgo y figura central del Festival Internacional Ollin Khan), es una farsa trágica. Está la miseria, la violencia, la imposibilidad de elección, pero también el humor negro mexicano. Para Cruz fue una bendición el que Estrella y Carpinteiro apostaran por producir el montaje, y es que sostiene que en México se carecen de políticas públicas adecuadas para la creación, y que un pequeño círculo decide la producción escénica en instituciones como el INBA y la UNAM. El público del estreno en el reducido pero cómodo espacio cuadrado (alrededor de 60 personas) permaneció en vilo a lo largo de la hora y media de duración. Necesitó el entreacto para respirar. y el segundo acto para completar una experiencia donde la emoción y la reflexión se hermanaron en un perfecto círculo teatral. Dice Cruz en el video promocional de la obra: “Es un mundo cíclico que nos lleva a una especie de espiral para reunirnos en un espacio que es el teatro --la magia del teatro--, donde no existen más que el actor (en su soledad), con el espectador (en su soledad), que lo acompaña.”

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