El Ejército en la noche de Iguala

sábado, 10 de octubre de 2015 · 19:59
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Sobre el fondo negro de la pantalla se despliega el letrero “el Pentágono de la Amapola”, seguido por imágenes de pueblos abandonados y casas destruidas. Una voz en off explica: “El Pentágono de la Amapola es una zona del tamaño de la República de Haití a la que el Estado mexicano parece haber renunciado y que los grupos del crimen organizado se disputan a balazos. Los habitantes han quedado a su merced”. Una animación muestra el mapa del estado de Guerrero. Líneas rojas señalan las carreteras por las que transita la droga y que marcan los límites del “Pentágono de la Amapola”. Todas confluyen en un punto: la ciudad de Iguala. “Aproximadamente el 60% de la producción nacional de opiáceos proviene del estado de Guerrero. Las dos terceras partes de esta cantidad –un 42% del total–, se origina en el Pentágono de la Amapola”, expone la voz en off. Precisa: “La ciudad de Iguala es el principal punto de concentración de estos narcóticos. Su posición geográfica es la adecuada para para recibir el producto y embarcarlo hacia el norte del país y la frontera con Estados Unidos. “En Iguala abundan las joyerías de oro, las casas de cambio y de empeño, que son adecuadas para disimular las transacciones ilegales y el lavado de dinero. Ahí está uno de los puntos de origen de muchas fortunas, y de la pesadilla igualteca que alcanzó un clímax terrorífico después de que llegó a la alcaldía José Luis Abarca, en 2012”. En la pantalla, sobre los límites del Pentágono de la Amapola aparecen sucesivamente símbolos verdes que representan bases militares instaladas en Iguala, Teloloapan, Chilpancingo, Acapulco, Ciudad Altamirano, Pie de la Cuesta, Atoyac y Petatlán. La voz en off ofrece un dato desconcertante: “Aunque el Estado mexicano apenas se hace sentir dentro del Pentágono de la Amapola, el ejército controla quién entra y quién sale de él, con batallones ubicados  estratégicamente en sus límites y puntos de acceso”. La explicación sobre ese perímetro aparece en el documental Mirar morir, el Ejército en la noche de Iguala, y sirve para apuntalar una de las tesis del filme: que tropas de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) controlan la zona y nada sucede sin que lo sepa o tolere, incluidas los movimientos de los cárteles del narcotráfico. Dirigido por Coizta Grecko y producido por el colectivo Ojos de Perro vs. La Impunidad, con la colaboración de Cuadernos de Doble Raya, el documental –que será estrenado el martes 20 de octubre durante el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (10DOCSDF)– enumera casos de la estrecha relación entre los mandos militares asignados en la zona y autoridades municipales. Por ejemplo, el presidente municipal de Cocula, César Miguel Peñaloza, declaró ante la Procuraduría General de la República (PGR) que Alejandro Saavedra, comandante de la 35 zona militar, le recomendó a sus dos últimos directores de Seguridad Pública. El último de ellos, Salvador Bravo Bárcenas –quien alcanzó el rango de mayor– denunció ante la PGR que su subalterno, César Nava, quien presuntamente trabaja para el cártel Guerreros Unidos (GU), le quitó mediante amenazas el mando de la corporación. Bárcenas aseguró que denunció a Nava ante el comandante del 27 Batallón, pero que sólo logró que lo detuvieran “brevemente, sin consecuencias”. En esta liga se puede ver el trailer del documental: http://bit.ly/1QL5abH Fragmento del reportaje que publica la revista Proceso 2032, ya en circulación

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