Cervantino 2015

martes, 20 de octubre de 2015 · 10:09
GUANAJUATO, GTO. (Proceso). - En el Festival Cervantino del 2015 encontramos un mayor abanico de propuestas teatrales tanto a nivel nacional como internacional que en emisiones anteriores. El Proyecto Ruelas continúa este año y lo acompaña un proyecto de ópera para niños encabezado por la obra Ana y su sombra de la compositora Gabriela Ortiz –iniciada en las aulas de la Universidad de Indiana–, donde participan en su realización jóvenes artistas de la región. Como uno de los platos fuertes en las artes escénicas estuvo presente el legendario Peter Brook con El valle del asombro, creada junto con Marie Helene Estienne, su compañera de vida y colega; y un performance, también venido de Francia, con la Compañía Non Nova: L’apres-midi d’un Foehn. Ambas son propuestas sintéticas donde, con el menor número de elementos, se intenta, en el primero, navegar por el alma humana; y en el segundo, el sentido de la creación. Con El valle del asombro Brook, a los 90 años, cierra su trilogía sobre casos sobre personas con algún trastorno neurológico: una mujer es capaz de preservar lo que oye a través de la nemotecnia: ubica las palabras en espacios, en calles y ciudades que ella tiene en su experiencia, y al visualizarlas las recuerda. La anécdota es simple pero el contenido, que arranca de un conflicto particular, es complejo. La historia va de una mujer que pasa de ser periodista a objeto de estudio de la medicina, para terminar como fenómeno en un programa de televisión. El conflicto fundamental radica en que al acumular palabras y números en esos lugares que colocó en su mente, se va llenando de basura y su vida se vuelve una locura por no poder deshacerse de lo que recuerda. Metáfora con diversas significaciones dentro de una sencillez en el trazo, la estética, la musicalidad y la sensibilidad actoral; producto de la madurez a la que suelen llegar artistas que han investigado nuevos caminos a lo largo de su carrera. Esta sencillez y riqueza de contenidos la comparte el performance de la Compañía Non Nova, que construye seres a vistas del espectador con las bolsas típicas de plástico de colores y que vuelan por el aire producido por los ventiladores que las rodean. Desde la algarabía de la creación hasta el caos, el estorbo y la destrucción de la misma, el espectador es testigo de toda una historia abstracta cuyo desarrollo impacta y que conlleva a muy variadas interpretaciones. De España vienen dos propuestas escénicas completamente diferentes. Una familiar, donde se explican fenómenos físico-químicos de una manera divertida, y en el otro extremo una tragedia sobre Helena de Troya. En Colwntifics: el laboratodoelmundorio y Monólogos científicos, dos jóvenes hispanos parodian el programa televisivo The Big Bang Theory y hacen experimentos con la participación del público infantil. Para cada experimento pasa un niño a ayudar a realizarlo: gases, hielo seco que se transforma, cohetes y burbujas. El humor, las sorpresas y la chispa de los actores son los mejores ingredientes. El caso de Juicio a una zorra, llevada a escena por Kamikaze Producciones, es deplorable. La actuación de Carmen Machi como una Helena de Troya condenada a la vejez para toda la eternidad, es de una exageración y acartonamiento insoportables. Un monólogo que parte de una buena idea donde Helena puede defenderse –de la misma manera que Margarite Yourcenar escribió en Fuegos el juicio de Clitemnestra donde ésta se defiende magistralmente–. Si bien Yourcenar llega a la profundidad y emotividad del personaje, en Juicio a una zorra, escrita y dirigida por Miguel del Arco, sólo quedan datos históricos, enumeración de acontecimientos y un ataque, que no deja de ser cierto, al machismo de los dioses, las autoridades y las tradiciones de aquella época.

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