Más allá de Donald Trump

lunes, 2 de noviembre de 2015 · 23:15
MÉXICO, D.F. (apro).- Pasados la sorpresa y los justificados enojos, indignación y airados reclamos originados por las ofensivas e injustas declaraciones de Donald Trump (DT), aspirante republicano a la Casa Blanca de los USA, en las que afirmó que los inmigrantes irregulares de origen latino eran perniciosos para los USA, pues la mayoría de ellos eran violadores, narcos, gente de malvivir y, refiriéndose en particular a los mexicanos, puntualizó que “México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas. Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores”… y tomando como ejemplo la fuga del capo El Chapo Guzmán, aseveró que la misma  refuerza su mensaje sobre los problemas en que está sumergido el Estado mexicano y de la necesidad de que los estadounidenses aseguren su frontera del sur y de construir incluso un muro en la misma, que, a ser posible, deberían pagar los mexicanos. Perdone la repetición, respetado lector de la presente, pero pasada la inicial sorpresa, fundados enojos, indignación e irritados, pero lícitos reclamos nacidos por esas insultantes, y provocadoras por tanto, afirmaciones de DT, su servidor se puso a recordar y pronto cayó en cuenta de que no debió haberse sorprendido, pues fue encontrando hechos que muestran y demuestran que esa manera de pensar no es nueva entre no pocos de la gente de los USA, que más bien es una constante, un prejuicio crónico en ellos. Veamos algunos ejemplos. Corría el año de 1720, ya los colonos ingleses, blancos y cristianos, habían demostrado que lo eran acosando e incluso matando a los aborígenes, justificando tal proceder con la idea de que eran salvajes, hijos del diablo e incapaces de cooperar en la labor civilizatoria y de progreso que representaban los colonos, insisto, blancos y cristianos; en ese mismo año, al abundar los irlandeses en Massachusetts, el Tribunal General expidió una ordenanza en la que decía: “… se advierte a ciertas familias llegadas recientemente de Irlanda que deben irse…” “…familias que no eran indias ni negras… debemos suponer que eran blancas y cristianas… ¿o no? Este prejuicio contra lo deferente… e incluso contra lo igual, pero que de aluna manera es otro… no ha sido ni es privativo del común de la gente… o de los ignorantes… sino que ha tenido y tiene igualmente partidarios entre las élites del poder… e incluso entre sus próceres, como lo revela la carta del 9 de mayo de 1753, firmada por Benjamín Franklin, en la que expone su opinión sobre los alemanes: “Los que aquí vienen, generalmente, son los más estúpidos de su nación y, como la ignorancia suele estar acompañada de gran credulidad, cuando la bribonería la desorienta… es casi imposible eliminar cualquier prejuicio que abriguen… Como no están acostumbrados a la libertad, no saben cómo emplearla con moderación… Recuerdo cuando declinaban, modestamente, intervenir en nuestras elecciones; pero ahora llegan en multitud y arrasan con todo lo que se les pone por delante”. Esta actitud de tantos de los ciudadanos de los USA, ha llevado a estudiosos del tema a diversas interpretaciones. Hay quienes han afirmado que tanto prejuicio de los mismos a otros, a la inmigración irregular, no es más que hija de la inseguridad de los mentados, del miedo a que los otros, los extraños echen a perder o no comprendan el Destino Manifiesto, que anima y justifica tantas de las acciones de los USA en el crear un imperio para la libertad y la democracia. Otros hay para los que el prejuicio de tantos estadounidenses contra el otro, el inmigrante… sobre todo si es irregular… y que en nuestros días se ejerce contra los hispano-parlantes de manera general y, en particular sobre los mexicanos… siempre que no sean cerebros en fuga, por supuesto… por parte de DT y sus partidarios… sirve para crear los llamados chivos expiatorios… o sea: cosa, animal o humanos … a los que se cargan con los fracasos y frustraciones generadas por la ineptitud para conseguir la satisfacción de sus deseos… o bien manipulación de avisados con poder para mover a las masas para conseguir, preservar y hasta para aumentar su poder o su posición social. Con la ilusión de que estos mis recuerdos le sean de alguna utilidad, respetado lector de la presente, queda de usted su seguro servidor. JUAN RECUERDA  

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