Teatro Línea de Sombra en el MUAC

martes, 8 de diciembre de 2015 · 14:42
MÉXICO, D.F., (apro).- “¿Quién no ha sentido la amenaza de ser exterminado por el capitalismo?”, fue la pregunta central del encuentro “Conversaciones en el Belmont”, organizado por la compañía Teatro Línea de Sombra en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUAC). El elenco trabaja en la tendencia para cobrar conciencia, mediante el teatro, sobre la realidad actual. Por eso presentó Duran66o en versión para un espacio teatral cerrado, ya que cuenta también con una instalación escénica colocada en el estacionamiento del Centro Cultural del Bosque (ver http://www.proceso.com.mx/?p=411149). El encuentro duró dos días y tuvo participaciones de especialistas en filosofía, movimientos sociales e historiografía de las ciudades. Además se presentaron testimonios vivos de activistas duranguenses de la toma del Cerro de Mercado durante el movimiento estudiantil que defendía la idea de una industrialización justa para los habitantes. Se trata de un histórico ocurrido hace 50 años revivido por una escenificación romantizada. Teatro Línea de Sombra hizo estallar una secuencia de preguntas sobre la condición afectiva que ha dejado el sistema capitalista en la mayoría de las poblaciones del mundo, luego de medio siglo de monopolio y, al tiempo, motivó la urgencia de formular cuestionamientos sobre la efectividad de la resistencia civil. Las cuestiones formuladas fueron: “¿Cuándo se jodió México?” --paráfrasis de la pregunta ¿en qué momento se jodió el Perú?, del personaje central de la novela Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa--, ¿estamos condenados al fracaso?, ¿por qué actualizar un acontecimiento histórico?” En el auditorio del MUAC, la agrupación teatral dispuso una recreación del bar Belmont de la ciudad de Durango con servicio real de botanas, mezcal y cerveza artesanal para los asistentes; además de una armonía cercana a la original del lugar lograda por el fondo de canciones de Bob Dylan como “Knocking on heaven’s door” y “Romance en Durango”, tocadas en vivo. Benjamín Arditi, de la Facultad de Ciencias Políticas de Ciudad Universitaria --quien realiza estudios sobre la estructuración interna de las insurgencias actuales como #YoSoy132 y Ayotzinapa--, dijo: “La emancipación de Durango en 1966 no contaba con un proyecto de futuro que toda emancipación requiere para ser efectiva. En otras palabras, cuando los estudiantes duranguenses tomaron el Cerro de Mercado no tenían un plan de cambio social, lo único que contaba era la inconformidad”. Erika Alcántara de la Facultad de Arquitectura --dedicada a la historiografía de las ciudades--, expresó a su vez: “Las ciudades han sido el conflicto hecho espacio. Favorecen las movilizaciones porque en las ciudades se ha buscado un tipo de justicia socio-espacial, dado que la desigualdad es ‘espacializada’. Considero que a los jóvenes se les ha cargado de demandas revolucionarias, cuando todos hemos de hacernos cargo”. Mauricio Yenn, quien tenía 13 años en aquel movimiento de Durango en 1966 --actualmente historiador y maestro de la Universidad Juárez de ese estado--, señaló: “Hicimos un mitin diario para informar a la gente durante los 57 días que duró la movilización. La prensa no reportaba lo que ocurría en Durango. Desde aquel momento de 1966 la población duranguense siempre ha visto salir sus propios recursos por el plan de explotación de la industria. Lo único que ha quedado a los duranguenses es enfermedad por la vida en las minas. “Explotación humana, sentimientos de derrota y frustración se han acumulado en Durango desde aquella movilización estudiantil que fracasó. Somos artífices del progreso ajeno (frase que tomo del escritor Eduardo Galeano). Esto es el capitalismo”.

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