'Victor Frankenstein”: El objetivo de la ciencia

martes, 8 de diciembre de 2015 · 14:47
MÉXICO, DF (apro).- En medio de una serie de adelantos científicos y tecnológicos que van desde la inteligencia artificial hasta el trabajo de clonación y células madre, la novela de Mary W. Shelley (Frankenstein, de 1818) parece haberse escrito ayer. La idea del hombre como un ser capaz de usar la ciencia para desafiar su condición finita y convertirse en Dios, queda perfectamente plasmada en la película Victor Frankenstein (EU-2015), dirigida por Paul McGuigan. Lo anterior no quiere decir que sea una cinta estupenda, de hecho es una película palomera, entretenida si uno decide aceptar las convenciones que la ficción plantea para no llegar a lo absurdo. La película da cuenta de la relación entre el doctor Victor Frankenstein (James McAvoy) y su asistente Igor (Daniel Radcliff); el primero, un estudiante rebelde, ambicioso y con heridas emocionales que lo llevan a la megalomanía, a la genialidad y a la autodestrucción. El segundo, un sujeto deforme, con autoestima baja pero con una inteligencia prodigiosa. Igor, que en un principio no sabemos su nombre, es un fenómeno de circo que sirve para que los payasos se burlen de él y los espectadores se rían a sus costillas… Claro, es un hambriento estudiante autodidacta de medicina y de vez en cuando sus servicios como galeno son requeridos entre sus compañeros. Durante una función, una hermosa trapecista de quien Igor está enamorado (Jessica Brown Findlay) sufre un accidente. Igor se acerca a ayudarla pero también llega otro joven que dice ser doctor (Frankenstein). Entre ambos salvan a la chica. En este encuentro, Frankenstein se da cuenta de que el “hombre” que tiene enfrente es un diamante en bruto, que sólo necesita creer en sí mismo. Así que decide ayudarlo y liberarlo del yugo del “malévolo” empresario teatral. Una vez en libertad, Igor se dará cuenta que Frankenstein lo necesita para un ambicioso proyecto relacionado con la vida y la muerte, y deberá enfrentar los pormenores de su libertad y las demandas de Frankenstein. Por su parte, éste deberá a su vez enfrentarse a la autoridad moral --encarnada por su padre (Charles Dance) y por el inspector Turpin (Andrew Scott), quien piensa que los planes del doctor son contra natura--, a su propio ego, que le incita a creer que es un Dios, y a las despiadadas ambiciones del “capital”. Los conflictos entre los personajes consiguen engancharnos; sin embargo, no se desarrollan de manera satisfactoria. Todos salvo Frankenstein son unidimensionales, lo cual resta fuerza a la trama, sin mencionar diversas situaciones que rayan en lo inverosímil (dentro de la misma ficción). Victor Frankenstein es sólo una cinta entretenida que nos hará olvidarnos del mundo por unos minutos.

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