4 estaciones 4, así cierra la OCBA el 2015

martes, 15 de diciembre de 2015 · 20:08
MÉXICO, DF (apro).- Con un programa singular aunque no inédito o nuevo del todo, pero siempre atractivo, cerró su fructífero año de actividades la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA), con su titular José Luis Castillo al frente. El concierto de clausura se presentó gratuitamente, como viene acostumbrando la OCBA desde hace algunos años con todos los dominicales de su temporada, este primer domingo de mes al medio día en el Conservatorio Nacional, espacio en el que ya creó un público numeroso que semana a semana llena el auditorio Silvestre Revueltas que así, merecidamente, se llama esta sala de conciertos. El programa escogido fueron las muy famosas y gustadas Cuatro estaciones de Antonio Vivaldi, que se complementaron con otras cuatro estaciones menos conocidas y menos gustadas pero igualmente interesantes y, cronológicamente, mucho más cercanas a nosotros, las de Astor Piazzolla. Compuestas entre 1965 y 1970. Es decir, la más antigua hace “apenas” cincuenta años, mientras que las vivaldianas datan del primer cuarto del siglo XVIII. Diametralmente distintas en su intención, estas obras de cada uno de ambos compositores tienen propósitos distintos y, naturalmente, estructuras y desarrollos diferentes que parten desde su concepción y fuentes originales de inspiración, condiciones que se ven reflejadas en la dotación musical y que, en el caso de Piazzolla, incluye el argentinísimo y tanguero bandoneón. El combinarlas y presentarlas juntas en una misma audición es lo que hace singular este programa. Las Cuatro estaciones de Vivaldi son puramente descriptivas de cada una de las etapas en las que climatológicamente hemos convenido en que está dividido el año; así por ejemplo, en “El Invierno”, concierto en tres movimientos, el Allegro non molto nos “cuenta” cómo la nieve cae, las tormentas se desatan, de cómo a la intemperie el frío es terrible y, en contraposición, qué cálido y reconfortante resulta el fuego del hogar. Los otros dos movimientos, Largo y Allegro, igualmente nos van “narrando” situaciones que se producen en esta temporada en Europa y en aquellos tiempos, como el atravesar ríos congelados y escuchar que el hielo se rompe, etc. Lo mismo puede decirse de los otros tres conciertos-estaciones. En el caso de Piazzolla, las cosas son un tanto diferentes por cuanto, de entrada, lo que el compositor hace es ponerle el apellido “porteño” a cada una de sus estaciones, haciendo así referencia a su muy querida Buenos Aires, quedando entonces, por ejemplo, Invierno Porteño y Primavera Porteña que, junto con las otras dos estaciones, en realidad son 4 tangos más bien de carácter anímico y escritos cada uno en momentos diferentes y sin la intención de que constituyeran una Suiteo tuvieran que tocarse juntas. Pese a estas diferencias, vale la pena repetirlo, el presentarlas en un mismo programa les otorga un atractivo especial y pone a prueba la ductibilidad y calidad de la orquesta que las aborda, así como la de sus solistas, porque ambas obras son en verdad exigentes. En este caso, muy buenos fueron los resultados y, claro, mención especial merecen Vladimir Tokarev y Francisco Ladrón de Guevara, primer y segundo concertino de la orquesta respectivamente, quienes actuaron en calidad de solistas. Así, muy buen cierre de temporada de la OCBA, felicidades por ello.

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