MÉXICO, DF (apro).- La cinta Amor (Love, 2015) de Gaspar Noe es excitante, morbosa, conmovedora, dolorosa… Un melodrama con sexo explícito filmado en 3D, no apto para un público convencional. Las escenas eróticas son abordadas como si fuera una película porno, pero Amor es más que eso, es el dolor de dos amantes involucrados en una relación destructiva, atrapados en las garras de la pasión, las drogas y la juventud. La cinta gira en torno a Murphy (Karl Glusman), estadunidense aspirante a cineasta, y una chica llamada Elektra (Aomi Muyock), con sueños de convertirse en artista plástica. Ambos se conocen en un parque parisino e inician rápidamente una relación apasionada, construida con las promesas de amor eterno --y sueños de crecimiento que los harán tocar el cielo--, típicas de cualquier relación, pero poco a poco veremos cómo el fuego de la pasión los va consumiendo. En el juego entra una tercera persona: una adolescente de apenas 16 años llamada Omi (Klara Kristin), abierta a la vida, deseosa de amor y en contra del aborto porque ella no fue un niña deseada, pero afortunadamente sus padres apostaron por la vida. En medio del camino a la autodestrucción que Murphy y Electra van cimentando, Noe nos brinda imágenes hermosas gracias en parte al 3D que por momentos nos recuerdan las técnicas estereoscópicas que se hicieron populares en los 80 gracias al Viewmaster, que daba sensación de relieve a imágenes fijas. Así, la relación entre Murphy y Electra prácticamente puede palparse yendo de lo sublime a lo grotesco, de lo fantástico a lo cotidiano, en medio de lágrimas, risas, gritos y fluidos corporales. Amor es escandalosa en sus imágenes de sexo explícito y las conductas de sus personajes que desafían la moral, dolorosa como un amor autodestructivo y dulce y esperanzadora como las mariposas en el estómago provocadas por las promesas de un nuevo amor.