Dolores Heredia, por "un gremio sólido" del cine nacional

domingo, 10 de enero de 2016 · 13:57
La experimentada actriz paceña Dolores Heredia comienza su gestión al frente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) con los mejores deseos. Buscará fomentar un “diálogo amable” entre la comunidad cinematográfica, cuya voz sea respetada durante las discusiones sobre una Ley de Cultura en México. Ante los múltiples retos del cine nacional, como punto de partida desglosa su convicción: “Sin un gremio sólido, no vamos a ir a ningún lado.” MÉXICO, DF (Proceso).- Con el fin de mejorar la situación del cine mexicano, la reconocida actriz Dolores Heredia plantea estructurar foros para el diálogo y la reflexión, “donde participen productores, directores, guionistas, sonidistas, fotógrafos, distribuidores y exhibidores, para que seamos un gremio sólido”. La nueva presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) propone: “Nos gustaría muchísimo ser interlocutores respetados, que tomen en cuenta nuestras sugerencias. ¡Eso sí que es importante!” Intérprete en más de 40 películas, la también activista y productora considera que los dos años que fungirá como titular de la AMACC “son muy pocos cuando hay tanto por hacer”. Desde el 1 de noviembre pasado le es “todo un reto ser presidenta de la AMACC”, pero amo el cine, creo en él, y además nos retroalimenta”. Con destacada trayectoria en la pantalla chica (intervino en las primeras tres temporadas de sonada serie de HBO Latino Capadocia) destaca la sólida estructura de la AMACC: “Sus estatutos nos marcan un camino claro en la restauración, la protección y la difusión del cine mexicano. Uno no se puede mover mucho fuera de eso. Considero que todos los que hemos aceptado ocupar la presidencia ha sido porque creemos que se pueden lograr cosas y crecer más porque amamos el cine, si bien cada quien le pone su impronta… “A mí me importa lograr una mayor vinculación entre el gremio. Creo que eso no existe. Ha habido muchos intentos y buena voluntad, pero no hay estructuras que realmente posibiliten el diálogo y una verdadera reflexión. No estamos tan acostumbrados a sentarnos enfrente del otro para escuchar puntos de vista que no necesariamente deben coincidir con los nuestros, en pos de un objetivo común. Son muchas cosas que hay que enfrentar y analizar… Si no tenemos un gremio sólido, no vamos a ir a ningún lado.” –¿Piensa que no existe un gremio sólido cuando hay un sin número de reconocimientos al cine mexicano a nivel internacional? –Creo que no hay un gremio sólido. Ni siquiera sabemos mucho del cine que crea el otro. No nos estamos viendo tanto como deberíamos, por ello no contamos con un pulso de lo que sucede en el cine nacional. “Debemos platicar del por qué estamos contando cierto tipo de historias, por qué las estamos contando así y por qué nuestro cine aparentemente gusta más fuera del país; preguntarnos qué está pasando con el público mexicano, cuáles son nuestros públicos, para quién realizamos cine, en fin. Son muchas situaciones por abordar; por ejemplo, existe una población olvidada: no hacemos cine para niños.” –¿Sería usted de la opinión de que aquí se margina el cine familiar y se le considera frívolo, incluso por los mismos críticos? –Exacto. “Si se produce cine familiar, otro gremio se siente ofendido porque no es cine de arte. Se debe crear cine de todo tipo, apostarle a la calidad y, por lo mismo, también dialogar sobre qué consideramos como calidad. Todo debe partir de reflexiones. “Nadie nos tiene que imponer nada ni llegar a decirnos qué hacer, sean del cine comercial o del cine de arte. Hay que convivir bien en común con reglas justas para todos. Empezar a preguntarnos juntos, y después estructurar foros y probablemente algunas plataformas para que nuestras asambleas en la academia se vuelvan más nutridas y participativas, ejercitando diálogos.” Ambivalencias de nuestro cine Según la Cámara Nacional de la Industria del Cine (Canacine), en 2015 se vendieron 299 millones de boletos, 16.7% más que en 2014, cuando se adquirieron 257 millones. Los ingresos en el cine ascendieron a 13 mil 900 millones de pesos (15.8% más que en 2014, cuando sumaron 12 mil 006 millones). El año pasado se sumaron 267 salas a la oferta de cines de todo el país. En total: 6 mil salas en operación, a donde acudieron 45 mil 757 personas, por lo que la asistencia por habitante en México es de 2.28%. La película más taquillera en el país fue, por supuesto, Star Wars. El despertar de la fuerza; en segundo lugar quedó Avangers: La era de Ultrón, ambas cintas distribuidas en México por Disney. Para Canacine, la lista de las 10 películas mexicanas con mayor taquilla en 2015 la encabezó Un gallo con muchos huevos, de Gabriel y Rodolfo Riva Palacio Alatriste. Le siguieron: El gran pequeño, de Alejandro Monteverde; A la mala, de Pedro Pablo Ibarra; Don gato: El inicio de la padilla, de Andrés Couturier; Gloria, de Kristian Keller; Archivos 253, de Abe Rosenberg Fishbein; Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando, de Manolo Caro; Guardianes de Oz, de Alberto Mar; Por mis bigotes, de Manolo Caramés, y Una última y nos vamos, de Noé Santillán-López. A decir de dicho organismo, el cine mexicano alcanzó 17 millones de boletos y 732 millones de pesos de ingresos. Mala noticia: son cifras 28% menores que las de 2014, cuando fueron mil 23 millones de pesos. Significa que menos mexicanos vieron las cintas nacionales y que más vieron filmes estadunidenses. En contraste, el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) informa que en 2015 las películas mexicanas estrenadas ascendieron a 79, con una asistencia de 17.5 millones de espectadores. Y destaca que el cine mexicano obtuvo 99 premios en el extranjero. “No es hora de gritoneos” Conocida por películas como Santitos, de Alejandro Springall; Ciudades oscuras, de Fernando Sariñana; El cobrador, de Paul Leduc; Rudo y cursi, de Carlos Cuarón, y Huérfanos, de Guita Schyfter, Dolores Heredia ofrece su mirada del por qué la cinematografía nacional es reconocida fuera de México: “Ocurre lo mismo de siempre. En el país las películas mexicanas no se exponen de la misma manera que las extranjeras. Lo he visto con mis propios filmes, se exhiben en horarios difíciles. Por eso creo que el diálogo puede ser muy interesante con todas las partes, no sólo con los que están involucrados en la realización, sino con los de la distribución y la exhibición. Debe haber un diálogo, pero amable.” –¿A qué se refiere con un dialogo amable? –Sí, amable porque no es momento de gritonearnos en la prensa, de que ‘tú sacas un comunicado y yo te contesto con otro’… Es muy entendible lo que pasa con los exhibidores porque es su negocio; pero los mexicanos vamos a seguir contando nuestras historias, el cine de autor va a prevalecer contra todos los vientos, y necesitamos que esté allí. Enseguida, Heredia enfatiza que “yo me resisto a creer en esa vieja expresión de la televisión de que ‘para el pueblo lo peor’. Ya no estamos en ese tenor”. Alude quizás al pensamiento de Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, quien un 10 de febrero de 1993 celebró así el éxito de la telenovela Los ricos también lloran: “México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”. Quienes ahora llevan “esos negocios”, abunda Heredia, “ya son gente más pensante, y que entiende también los negocios de otra manera. Nosotros no estamos peleados con que hagan negocio, pero ahí pueden subsistir otras cosas y el público merece ser tratado con respeto. Hay que darle opciones”. –¿Cómo ve los premios a las películas mexicanas en el extranjero? –Me da mucho gusto, pero los festivales son una cosa y el público otra. Para ella, el auténtico pulso no son los cineastas del jurado que califican en festivales, sino el espectador (“es el que te debe importar y hay que encontrar más formas para llegar a él”). No esconde su pesar de que la película La tirisia, de Jorge Pérez Solano, no quedara como representante de México en los Goya 2016; ni 600 millas, de Gabriel Ripstein, para los Oscar. –¿Qué dice respecto a lo que algunos cineastas han declarado acerca de que urge regular la ley cinematográfica mexicana? –Por eso es necesario el diálogo, para poner en la mesa los puntos que necesitamos empezar a ver y hablar de frente, no vamos a hacer marchas ni mítines, ni a echar bombazos. ¡Hablando de verdad, todos ganamos! –¿Qué se debe modificar de esa ley? –Tengo mi propia opinión, pero no está consensuada porque estamos trabajando en ese sentido, justo tenemos una comisión. Vuelvo al diálogo: se tiene que tener una reflexión muy clara, fuerte y determinada frente a esto. En 2014, la comunidad cinematográfica recibió con gusto una iniciativa para reformar la Ley Federal de Cinematografía, propuesta de la senadora panista Marcela Torres Peimbert, de la cual ya no se sabe nada. Revisar el Eficine En su informe anual, el Imcine anuncia que con un presupuesto de 750 millones de pesos se apoyó en 2015 la realización de más de 100 películas con recursos públicos, por medio de los diferentes fondos y estímulos fiscales con los que se cuenta: Foprocine, Fidecine y Eficine 189 Producción. A este último, el Comité Interins­titucional para la Aplicación del Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional (Cieficine) le autorizó 635 millones 655 mil 967.99 pesos por concepto de estímulo fiscal a 64 Proyectos de Inversión en la producción cinematográfica nacional. Y con el fin de facilitar una mejor exhibición de las películas mexicanas a través de Eficine 189 Distribución, una tajada de 38 millones 671 mil 800.73 para 32 proyectos. –Han surgido quejas de que el Eficine debe reglamentarse, que no toma en cuenta la calidad de los proyectos y que las empresas privadas aportan dinero si no se habla mal, por ejemplo, del presidente. ¿Cuál es su visión sobre este artículo que apoya al cine nacional? –Se deben revisar muchos aspectos del Eficine. Es un filtro muy importante con el cual se está definiendo buena parte del cine que se hace. Tenemos que tocar la puerta y que reciban nuestras recomendaciones, es entrar a una madeja muy, pero muy complicada. “Es necesario meterse a entender cómo funciona, quiénes son los actores que la llevan adelante, en quién recae la última decisión, cuáles son los filtros… Los procesos se pueden mejorar y se deben adecuar pues existe una sensación clara de que algo está ocurriendo y que no es lo mejor para el cine.” Artista nacida en La Paz, Baja California Sur, Dolores Heredia argumenta sobre la importancia del premio Ariel que otorga la AMACC: “Significa difusión, promoción e impulso, coincide con los objetivos de la academia. Es la presea que nos damos entre pares. No hay otra premiación en México que sea de cineastas a cineastas, y eso es muy importante.” –Con su anterior presidenta, la actriz Blanca Guerra, la AMACC estuvo muy inmiscuida en la restauración y preservación de películas. ¿Y con usted? –Seguirá la discusión de cómo preservar las películas de ahora, y también hay una comisión al interior de la academia; al frente está el sonidista Nerio Barberis, es un tema muy importante. Anunció que la siguiente película que se restaurará entre la Filmoteca y la AMACC es La barraca. El chihuahuense Roberto Gavaldón debutó como director en 1944 con esta cinta basada en la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez. Domingo Soler encabezó su reparto. Además, impulsa otro rescate de trascendencia: “Hay casi dos horas de partituras de música, con composiciones hechas para películas que obtuvieron el Ariel. Daniel Hidalgo está haciendo esa investigación. Ya se puede organizar un concierto con esas dos horas, tal vez usemos algo de ellas en la ceremonia del Ariel.” El pasado 7 de diciembre en el Palacio Legislativo de San Lázaro hubo mesas sobre la Secretaría de Cultura, en las que intervinieron creadores de distintas artes. Se abordó el cine, donde estuvieron Dolores Heredia y Arturo Risptein. –Se habla de que ese no fue un diálogo verdadero para la creación de la Secretaría de Cultura. ¿Qué la convenció de ir ahí? –En días anteriores y buscando los dineros con los que funcionará la AMACC, me encontré con el panista Santiago Taboada, titular de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados. Ya había leído bastante al respecto, le pregunté qué sabía de la Secretaria de Cultura y le pedí que nos tomara en cuenta en los diálogos. “Sabía que la iban a crear ‘de cualquier manera’; entonces pensé: si ya es un hecho, que vaya como nosotros queremos. Ahí debe estar la lucha, para que se nos tome en cuenta.” –¿Cómo se va a tomar en cuenta al cine por una Secretaría de Cultura y en la Ley de Cultura, que es la que viene a continuación? –No sabemos, pero hay que estar allí. No podemos decir: ‘Estamos en desacuerdo, entonces me salgo de la jugada…’ ¡Ni máis! “¿Ser marginales? ¡Yo no acepto esa posición por nada del mundo! Debemos entender más las leyes; si ahorita no las hay y se van a hacer, pues queremos estar. No buscar la confrontación, hay que entrarle de otra manera. Así, la actriz remata: “Es un carro veloz y pesado: o nos aplasta o nos trepamos a él. A mí me parece que hay que treparnos y ser parte, con lo que nosotros pensamos, para lograr cambios. ¡Es muy fuerte! Con la polaridad ya vimos que nomás no se avanza.”

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