Reestrenan "La visita del ángel" de Vicente Leñero

miércoles, 13 de enero de 2016 · 20:11
Han transcurrido 35 años del estreno de la más querida obra de Vicente Leñero, que dirigió Ignacio Retes, y hoy la retoma Raúl Quintanilla. A un año del fallecimiento del dramaturgo, narrador, guionista y periodista –fundador de Proceso–, hablan aquí los protagonistas de la pieza en dos actos que inicia temporada el jueves 14 en el Círculo Teatral. MÉXICO, DF (Proceso).- Presencia imponderable del arte dramático mexicano desde 1968 cuando asombró los teatros universitarios con el intenso realismo de su Pueblo rechazado, bajo la dirección de Ignacio Retes, para sufrir la primera de múltiples censuras a su pluma escénica, Vicente Leñero torna al Círculo Teatral el jueves 14 vía el nuevo montaje de Raúl Quintanilla La visita del ángel. Será un reencuentro simbólico con sus eternos fans y el público juvenil. –¿Qué siente usted de montar esta obra de Vicente Leñero, a un año de su partida? –Lo único que hay en La visita del ángel –responde el director Raúl Quintanilla– es, antes que nada, una melancolía que primero: es un fenómeno de nostalgia impuesta, porque son las palabras de Vicente Leñero. Y segundo: es un texto escrito en 1981 que contiene las mismas palabras que decimos los mexicanos en este momento. Señalada como la gran favorita del mismo Leñero, esta obra en dos actos corresponde a una década pródiga en creatividad del autor tapatío cuyo genio abordaría cualquier género literario, a excepción de la poesía (“el talento polimorfo de Vicente Leñero en todas sus facetas ha dejado obras importantes”, expresó Enrique Serna hace dos años). Periodo memorable que despuntó con otra consentida suya, La mudanza, llevada al teatro Arcos Caracol de la UNAM por Adam Guevara en 1979. El texto filial que la dramaturga y crítica teatral de Proceso Estela Leñero Franco elaboró para homenaje a su padre en la Feria del Libro de Los Ángeles (LéaLA) el 17 de mayo de 2015, lo retrata: “Sus preguntas como dramaturgo iban emparejadas a sus vivencias del presente, así que después de un Cortés que está perdiendo la memoria (en La noche de Hernán Cortés, dirigida por Luis de Tavira en 1992), escribió una trilogía teniendo como protagonistas a los ancianos; tal es el caso de La visita del ángel, Hace ya tanto tiempo (protagonizada en el 2000 por Retes) y Qué pronto se hace tarde (1996).” Quintanilla cita a Leñero, quien al hablar de la génesis temática en La visita del ángel, refirió hacia 1980: “Paseaba por el Parque Hundido y de pronto me encontré a dos ancianos, estaban en una banca, él leyendo el periódico, ella tejiendo. Son ancianos que hemos visto en los parques, en nuestras propias familias, parejas que ya no necesitan comunicarse, que no tienen nada qué decirse y no es que exista un fenómeno de incomunicación sino que tienen una comunicación profunda.” Ahora, aquella visión emprende vuelo libre hacia una aventura de montaje “a veinte años de que Retes y el escenógrafo Alejandro Luna presentaron su segunda puesta tan elogiada como la primera de 1981, para enfatizar la vigencia del texto e invitar a los espectadores a estar dentro del departamento de los abuelos, proponiendo un reto aún más libre del espacio”. Gastón Melo y Conchita Márquez son los abuelos protagonistas del reparto (apoyados por el experimentado coreógrafo Marco Antonio Silva en el movimiento bio-expresivo; la escenografía e iluminación de Mónica Kubli, alumna y asistente de Luna, y los diseños de vestuario por Cristina Sauza. Suman su talento juvenil en La visita del ángel las guapas actrices Estefaní Hinojosa, oriunda de Monterrey, y Carolina Miranda, guanajuatense, quienes no habían nacido cuando Leñero escribió la obra y alternan el papel de la nieta Malú, con música del novel compositor Cristóbal Maryan. Producción Yanes Casting Lourdes Gómez convocó el miércoles 6 de enero al elenco en conferencia de prensa, con probadita escénica previa de la obra en el Círculo Teatral, un foro de Alberto Estrella y Víctor Carpynteiro ubicado en Avenida Veracruz 107, colonia Condesa. Ahí serán las funciones de una breve temporada: jueves y viernes a las 20:30 hs., sábado a las 17:00 y 19:00 hs. y el domingo a las 18:00 hs. La rubia espigada Carolina Miranda, con formación en el Cefat (Centro de Formación Actoral de Televisión Azteca), señaló: “Yo creo que Leñero nos enseña y da un mensaje con La visita del ángel sobre cómo en la actualidad vivimos en casa las reuniones familiares cuando la tecnología nos envuelve y aleja de nuestros seres queridos. Supuestamente participamos pero en realidad estamos conectados a un aparato. Este problema no pasaba en 1981; pero con la dirección del maestro Quintanilla los jóvenes hoy podemos verlo porque es un no estar con nuestros abuelos y no hacerles caso. Un aparato electrónico nos mueve más emociones que una persona que estamos viendo ahí, viva, presente. “Entonces, estar interactuando entre la tecnología y los silencios de nuestros abuelos es un reto muy importante a superar que plantea este proyecto original de María Antonia Yanes para convivir con Vicente Leñero y disfrutar a aquellos a quienes más amamos.” María Antonia Yanes, productora de la obra al frente de Yanes Casting, habló con este reportero en tono gentil tras hallar dos errores en su nota de la conferencia del miércoles 6, en el sitio internet de Proceso. “Estuvo muy bonita, sólo quisiera aclararte un par de cosas… “Una menciona que el maestro Quintanilla recibió apoyo económico de Inbursa, pero no fue él, sino este proyecto se obtuvo por el estímulo fiscal cuyo contribuyente aportante es Inbursa. Así se le llama. Primero se le ha dado al cine, y luego ganamos para el teatro, obviamente con menos dinero. “En vez de ir el 10% de ISR a Hacienda se lo otorgas a una película o un espectáculo teatral, son apoyos muy importantes porque están permitiendo que se hagan bastantes obras, ya ves que el teatro se reactivó y surgieron muchos teatritos con espacios nuevos, más allá de Bellas Artes o la UNAM.” –¿Y el número dos? –Que tampoco fue Quintanilla quien ofreció a Alejandro Luna la escenografía, sino yo (ver recuadro). “O sea, Leñero ya estaba súper enterado y muy contento de la marcha del montaje, lo fuimos a ver los del taller literario que nos daba los jueves en Sogem (Sociedad General de Escritores de México) –al que le pusimos ‘Sólo los jueves’–. Y no estaba convaleciente como dices, fue hasta como cuatro meses después que enfermó.” Aquella charla transcurrió de manera casual, cuenta. “Yo en su taller había trabajado una obra, Sólo los miércoles, que mereció en marzo del 2012 el estímulo de Proyectos de Inversión en la Producción Teatral Nacional de la Ley del Impuesto sobre la Renta, la monté y produje en el Teatro Helénico. Así pude comenzar Yanes Casting y surgió la idea de escenificar la obra de Leñero.” Él sugirió otra favorita suya, La mudanza, y La visita del ángel que ella disfrutó desde su primer montaje que vio siendo estudiante en el CUT. Al oírla, Leñero le tomó la palabra: –Bueno, pues entonces prodúcela tú María Antonia. “Me dediqué a conjuntar un equipo y buscar el estímulo fiscal pero fue bastante difícil, nos rechazaron y ya el maestro Leñero no vio que en 2015 nos lo dieron, pues falleció en diciembre de 2014. ¡Me pudo tanto, me dio tanto coraje…! Pero él era muy católico, así que seguramente desde el cielo nos observa, yo hice los ajustes que pidieron para finalmente obtener el apoyo. “Ya no veíamos a Leñero, hasta que un día lo busqué: ‘Maestro, tenemos un problema porque su obra La visita del ángel no está registrada’. Me firmó todas las cartas poder necesarias: ‘María Antonia, haz lo que quieras’. Su hija Eugenia me dijo: ‘Mi papá te tiene mucha confianza’. Y yo creo que a Leñero le habría gustado nuestro trabajo y a lo mejor se hubiera sorprendido por cosas que él quizá ya no vería igual, o no había percibido… No lo sé.” Cassandra Chianguerotti sonaba para el personaje de Malú, pero otros compromisos se lo impidieron “y decidimos dar oportunidad a Carolina Miranda y Estefaní Hinojosa, todos llenos de energía para esta temporada conformamos una familia unida por la magia teatral”. –¿Y su hijo? –Mi hijo Cristóbal Maryan diseñó la música, pero debió prepararse a fondo. De hecho, participó a los trece años con el maestro Quintanilla en La casa suspendida. Después se fue a estudiar por Hong Kong y acaba de volver a México tras seis años fuera. Tejedora de sueños La diseñadora del vestuario Cristina Sauza comenta: “En su texto, Vicente Leñero apunta acotaciones precisas de cómo viste la nieta Malú en escena: mezclilla, sandalias, así, muy hippie e informal porque es estudiante universitaria. Leí la obra y acudí con Raúl Quintanilla para proponer vestuario y le dije que en mi análisis los abuelos deberían estar dignamente vestidos. “Nunca quisimos que la abuela saliera en delantal ni con un vestido arrugado y usado por estar cocinando, además de su bagaje cultural: el abuelo era académico de la UNAM y ella auxiliar del contador de su padre, les gustaba mucho la lectura y por eso cuando se conocieron, se enamoraron. “A grandes rasgos esa historia la reflejamos en su vestimenta de azules y grises. Fantaseaba primero con los colores beige y café; pero vimos que el azul sería más luminoso y máxime cuando los trajes de las chicas también van en tonos azules con sus blusones.” Carolina es más alta que Estefaní, por eso le confeccionó una gabardina de amarillo intenso para verse “lindísima, imponente al inicio de la obra, como una explosión de luz, pues Leñero dice que es una muchacha de 18 o 19 años y esa chispa de alegría juvenil contrasta con el humor menos radiante de los abuelos”. Carolina se despoja de la prenda y el espectador observa en su espalda un blusón holgado con dos alas subliminales. También creó las suyas a Estefaní, cuyo porte bruno y ojos miel acepta mejor “unas alas de nube angelical, y el chaleco que lleva como un ensamble blanco, sobre trajecito de shorts y la blusa”. –¿Cuál es su secreto? –Siempre al confeccionar un vestuario teatral se piensa en respetar la configuración física de los artistas para que se vean bien. Para ellas ideé los zapatos de alpargatas con tela de lona roja, muy colorida. El abuelo usa zapatos negros y los de la abuelita son grises. “¿Le cuento? Yo colaboré con Vicente Leñero en el Novedades, como los dos nacimos en Guadalajara compartimos gustos, y aunque yo estudié bastantes años en Italia y Argentina, mi familia es la del tequila Sauza, ¡así que imagínese…! Yo creo que a Leñero le hubiera encantado el vestuario.” Melo, el joven abuelo Nacido en Ciudad Juárez, Chihuahua, hace 78 años, Gastón Melo cierra el telón de este reportaje a un año de la muerte de Vicente Leñero: “Vicente y yo fuimos amigos, no íntimos porque yo estuve en la película de El crimen del padre Amaro y como él hizo el guión, coincidimos.” –En la presentación a la prensa usted declaró que no necesitaba fingir la gloria que siente por ser el abuelo de un montaje rodeado de amor femenino. –¡Mi personaje me es extremadamente fácil! Conchita (Márquez) y yo nos llevamos muy bien, nuestra actuación brota de manera absolutamente espontánea. “Yo nací en el teatro y me emociona vivir el cariño que fluye en este foro con ella y con mis dos bellas nietas Malú, porque mi cuna fue el teatro universitario de un Héctor Azar y un Gilberto Pérez Gallardo que ya se fueron, o de una maravillosa actriz como es Martha Ofelia Galindo…” La última llamada a Gastón Melo timbró hace cinco años, cuando Héctor Bonilla lo invitó a su periplo histriónico en el Panteón de San Fernando. No le impresiona el uso de alta tecnología en el teatro actual (“no cambia, el teatro es el mismo desde las tragedias griegas hace 30 siglos, se actuaba con la luz del sol y el único aporte ha sido la luz eléctrica”). El abuelo jovial de Leñero le viene como anillo al dedo: “Uno de joven ve la vejez tan lejos, que acaso ni se nos ocurre tocar ese tema. Pero después de los cincuenta, ya empieza uno a sentir ciertos toques de diferencia en la actuación cotidiana, en la forma que uno va recordando y olvidando cosas. Empiezas a decir: ‘¡Esto es la vejez, estoy entrando a la vejez!’ Las imaginaciones juveniles sobre llegar a la ancianidad son muy diferentes de lo real.” Ríe a la pregunta de cómo se la imaginaba en sus años mozos. “¡Pues muy bonita! ¡Con canas así… como en una película! Que no me dolían las articulaciones y que no me cansaba infinitamente por cualquier cosa, nada de eso. Yo pensaba que la vejez tenía un cierto glamour y eso no es verdad, claro que… la vejez es algo interno que crece dentro de ti. Es tu vida, la que hiciste y que de pronto, te interroga. “Te entrega muchos frutos, cierto; pero también te cuestiona otras cosas más sobre lo que hiciste. En mi caso, es la fatiga extrema y mira que físicamente estoy bien. Vivo en Oaxtepec desde hace 24 años, no me duele nada, no estoy enfermo de nada. Pero me canso. Y mucho.” Aquella era teatral universitaria en el México de los sesentas y setentas la experimentó Melo con el orgullo de una juventud llena de ideales revolucionarios en contra de los esquemas caducos de la sociedad. “En 1981 Leñero lo reflejó muy bien con los abuelos y La visita del ángel. A mi edad, ya no te dan crédito en los bancos o para comprar un carro ni nada, ya estás fuera de la carrera. Adiós, ya se acabó. Eres un viejo que no sirve y hay que tirarlo a la basura.” –¿Qué cree le diría Vicente Leñero de su actuación? –Bueno, platicamos de muchas cosas y la vejez era una de ellas. Yo creo que le hubiera gustado, él era… no un viejo juvenil de esos que nos parecen detestables, sino un viejo de su edad que miraba el mundo con alegría, con satisfacción. Su vida fue satisfactoria. Era un hombre generoso y amable. Entonces sí creo que le hubiera gustado ver que el personaje de su abuelo de La visita del ángel fuera un viejo desprendido, tierno. A veces, concluye, la vida también puede ser así: generosa y amable.

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