Las líneas de la UNESCO para la cultura del próximo lustro
MÉXICO, DF (apro).- La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) dio a conocer el Plan de Trabajo de Cultura para América Latina y el Caribe, correspondiente al periodo 2016-2021, en el cual se proponen las acciones “que se implementarán en materia cultural a escala nacional y regional” en dicha área geográfica.
El documento, de 22 cuartillas, aprobado por la Conferencia General de la UNESCO, plantea dos objetivos estratégicos: 1. Proteger, promover y transmitir el patrimonio, y 2. Fomentar la creatividad y la diversidad de las expresiones culturales.
Para dar cumplimiento al primero, se pretende la aplicación efectiva de la Convención de 1954 y sus dos protocolos de 1954 y 1999, relativa al tema de conflictos armados y patrimonio; la Convención de 1970, para la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales; la Convención de 1972, acerca del patrimonio mundial cultural y natural; la Convención de 2001, sobre la protección del patrimonio subacuático, y el proyecto de La Ruta del Esclavo: resistencia, libertad y patrimonio, la Historia General de África y el Programa de Historias Generales y Regionales.
En cuanto al segundo eje de acción que se propone la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial y el desarrollo de industrias culturales y creativas, busca el cumplimiento de las convenciones de 2003, relativa al patrimonio inmaterial, y la de 2005 sobre industrias creativas y culturales.
El plan de trabajo tiene los ambiciosos propósitos globales de contribuir al impulso del sector cultural en los Estados miembros de la UNESCO “como medio para lograr sociedades más equitativas mediante la erradicación de la pobreza, la disminución de las desigualdades sociales, la ampliación de las oportunidades de empleo y la reducción de los índices de exclusión social…”
El programa está disponible en la página web de la UNESCO (http://www.lacult.unesco.org/docc/20151222_Plan_Trabajo_ESP.pdf). Se recuerda ahí que tuvo sus antecedentes en la reunión de jefas y jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, realizada el 29 de enero de 2014 en La Habana, Cuba, de la cual surgió una declaratoria en la cual se esbozan diferentes puntos y acciones para el desarrollo cultural.
Se explica además que la cultura puede contribuir a reducir la pobreza, pues es un “sector económico que ofrece oportunidades de empleos y de ingresos económicos”. También le atribuye facultades para “conservar el tejido social, atraer la inversión y mejorar los beneficios económicos”.
Y se exponen los objetivos de la llamada Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que habla justamente de poner fin a la pobreza en el mundo “en todas sus formas”, al hambre, garantizar una vida sana, una educación inclusiva, igualdad entre los géneros, “empoderamiento de todas las mujeres y niñas”, garantizar el agua, el acceso a una energía asequible y promover el crecimiento económico sostenido, entre otros.
Al final se anexan unas “tablas de seguimiento” que permiten “evaluar y dar seguimiento, mediante indicadores, al trabajo realizado por cada uno de los Estados” miembros de la UNESCO.
En una columna se incluyen los “productos”, relacionados con acciones como Ratificar las Convenciones de Cultura de la UNESCO; Actualizar registros e inventarios; Patrimonio material, particularmente el de la Convención de Patrimonio Mundial; Tráfico ilícito-Convención de 1970, y museos; Patrimonio cultural subacuático-Convención de 2001; Ruta del Esclavo y Sitios de Memoria; Patrimonio cultural inmaterial-Convención de 2003: Diversidad de expresiones culturales-Convención de 2005; Protección del patrimonio cultural en tiempos de conflicto-Convención de La Haya de 1954 y sus dos Protocolos de 1954 y 1999.
En otras columnas se establecen las bases con las cuales iniciaron los programas y acciones del organismo y cuáles son las metas.
Algunas de las acciones que plantea el plan de la UNESCO han sido ya adoptadas como parte de las políticas culturales en México, por ejemplo, la creación de indicadores como las llamadas “Cuentas Satélites de la Cultura”, registros e inventarios del patrimonio cultural y natural, así como de bienes, servicios y actividades culturales que a decir del organismo internacional son “parte de la actuación prioritaria de implementación de cada una de las convenciones” internacionales.
México también ha suscrito y ratificado las diversas convenciones. En 2015 inscribió, por ejemplo, por primera vez un conjunto de nueve zonas arqueológicas (Palenque, Teotihuacán, Monte Albán, Chichén Itzá, El Tajín, Uxmal, Paquimé, Xochicalco y Calakmul) en la Convención de La Haya de 1954 que brinda protección a sitios en situación de riesgo.