CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El motín en el penal de Topo Chico ubicado en Monterrey, Nuevo León, que dejó un saldo de 49 muertos y 12 heridos, fue encabezado por Jorge Iván Hernández Cantú, El Credo, y Juan Pedro Saldívar Farías, El Z-27, quienes se disputan el control del centro penitenciario, pero ninguno de los dos participó directamente en la pelea. Así lo informó el procurador general de Justicia del estado, Roberto Flores, quien destacó que el fenómeno de cotos de poder en el interior de las cárceles no es privativo de Nuevo León ni de México. Eso ocurre en todo el mundo, subrayó, y reconoció que combatir la corrupción es una tarea por cumplir de las autoridades neoleonesas. En entrevista con Denise Maerker, el funcionario estatal explicó que durante la refriega en el penal de Topo Chico, el grupo liderado por El Z-27 nunca llegó hasta la celda de El Credo, además de que El Z-27 no participó directamente en la pelea, sino que dirigió desde la retaguardia a sus sicarios. “Como si fuera un general, pero atrás de todos”, aclaró, y explicó que esa es la razón por la que ninguno de los dos criminales resultó herido durante la riña. Destacó que en los videos de seguridad del penal se ve claramente cómo El Z-27 organiza e inicia el ataque. Flores también denunció que El Credo tenía lujos en su celda, como una cama king size, una pantalla de 50 pulgadas e, incluso, la compañía de una mujer. “El Credo estaba en la celda donde se encontraba recluido, que resulta ser una celda a todo lujo, toda cómoda, una cama king size, con un baño de lujo, con una pantalla de 50 pulgadas. Estaba él ahí, acompañado de una dama, a las 11:30 de la noche”, precisó. Y reconoció que esa situación no podría darse sin la complicidad de algunas autoridades en el interior del penal, en el que hay grupos que pelean por el poder. La violencia en el interior del centro penitenciario, añadió, se dio justo por el antagonismo que tenían El Credo y El Z-27, ambos integrantes de Los Zetas.