Rinden homenaje a Federico Ibarra con las óperas 'El principito” y 'Antonieta”

sábado, 20 de febrero de 2016 · 13:47
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Con un muy merecido homenaje al maestro Federico Ibarra, el más importante compositor mexicano de óperas vivo, inició la Temporada 2016 la nueva dirección de la Ópera de Bellas Artes (OBA), encabezada ahora por la soprano Lourdes Ambriz. El atinado homenaje, en ocasión de cumplir sus primeros 70 años, se materializó con la presentación de dos de sus óperas: El Principito (o El Pequeño Príncipe, de 1988) y Antonieta (2010). La primera, obviamente basada en el libro homónimo de Antoine de Saint-Exupéry con libreto-adaptación de Luis de Tavira, y la segunda, sobre la vida de esa mujer fuera de serie que fue Antonieta Rivas Mercado, hija del escultor creador del monumento símbolo de nuestra ciudad, El Ángel de la Independencia. El libreto aquí es de Verónica Musalém. La orquesta de la ópera estuvo dirigida por el cubano Iván del Prado, y el coro por el mexicano Christian Gohmer. La muy buena dirección de escena de El principito fue de Luis Miguel Lombana, auxiliado por la estupenda escenografía de Paula Sabina y el buen vestuario de Nuria Marroquín. La dirección escénica de Antonieta es responsabilidad de José Antonio Morales, quien junto a Rosa Blanes Rex, diseñaron la escenografía y ésta última, también se encargó del vestuario. En ambos casos la muy buena iluminación corrió a cargo de Víctor Zapatero. Siendo dos cosas diametralmente opuestas entre sí que necesariamente dificultan en mucho la comparación, El principito, un canto a la vida; y la poesía y Antonieta, la narración de (en última instancia) una vida perdida que desemboca en el suicido, me atrevo a afirmar que en cuanto a música, libreto y presentación escénica, la primera resulta en todo superior a la segunda. La música de El principito es escénica, se adapta perfectamente al libreto de este completo animal del teatro (en el mejor sentido del término) que es Luis de Tavira, siendo su escritura concisa, clara, directa: resumen poético del sueño que nos conduce siempre al horizonte, a la utopía inalcanzable pero eterna de la que Galeano nos hablaba. Lombana supo captar esto y así lo plasmó en escena redondeando con ello una deliciosa y siempre recordable representación escénica. No la misma teatralidad consigue el texto de Verónica Musalém, que en algunos momentos (como el de las alegorías) se siente acartonado y en otros sin la fluidez que propicie la continuidad sin contratiempos, llegando incluso a un final anticlimático; añadiendo a la que debería de ser última, una escena francamente innecesaria que destruye el efecto logrado. No obstante dichos señalamientos, en general está bien logrado el libreto de la Musalém, e interesante, sugestiva y adecuada la música de Ibarra. Imposible detallar la actuación de cada cantante en los dos diferentes elencos por lo que, ofreciendo excusas a los no nombrados pero que allí están, solo señalaré la correcta participación de la soprano Nadia Ortega como El principito, el barítono Enrique Ángeles como El piloto y, La flor y el agua encarnadas por la soprano Anabel de la Mora. En Antonieta, la encarnación de ella es la mezzosoprano Grace Echauri. Por porte, figura, actuación y canto, difícilmente se pudiera encontrar en México otra intérprete tan adecuada para esta Antonieta Rivas Mercado. Buena caracterización y bien el barítono Jesús Suaste como Antonio, padre de la protagonista. En las dos óperas, cumpliendo acertadamente van orquesta y coros. En síntesis: muy buen inicio.

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