El mar Austral agoniza entre algas y desechos

viernes, 20 de mayo de 2016 · 10:58
La cría del salmón lleva cuatro décadas envenenando el mar Austral, en Chile, donde el pasado enero la naturaleza tomó revancha… precisamente con los salmones: miles de esos peces murieron y las corrientes marinas los depositaron en la línea costera de la isla Chiloé. Pero esa especie no es la única afectada: verter al agua los desechos de las salmoneras da pie a la proliferación de algas venenosas para todas las especies marinas, de las cuales viven los pescadores de esa región chilena. VALPARAÍSO (Proceso).- Después de cuatro décadas de una irracional explotación salmonera, el mar Austral está en peligro de muerte. Las salmoneras –que arribaron a Chiloé en 1976– hicieron de este mar un vertedero que hoy agoniza azotado por diferentes plagas de algas tóxicas como la “marea roja”, la “marea verde” y la Pseudochatonella sp. Horrorizados ante la desaparición de su fuente de sustento y la destrucción de su ambiente, los habitantes de la isla de Chiloé, liderados por pescadores y recolectores de orilla, tomaron el control de su territorio. “Nuestro mar no es un vertedero”, reclaman en sus mantas. “Somos el mar que se levanta para vencer”, advierten otros. “Hoy se están levantando las comunas de gran parte de la Región de los Lagos en un solo grito: la defensa del mar y su gente”, señala en entrevista Rodolfo Norambuena, concejal de la chiloense ciudad de Ancud. “Se ha planteado desde la comunidad una visión crítica del modelo de desarrollo que se ha impuesto en Chiloé y que hoy está mostrando sus más nefastas consecuencias”, agrega el edil. Chiloé es la segunda isla más grande de Chile. Se caracteriza por la belleza de su mar interior, antes rico en moluscos, mariscos y peces. Estalla la crisis El pasado 20 de abril –tres meses después de que se constatara la presencia de “marea roja” en Quellón, al sur de Chiloé– la ministra chilena de Salud, Carmen Castillo, decretó una alerta sanitaria en la Región de Los Lagos “debido a los altos niveles de toxina paralizante”, por marea roja, “detectados en mariscos, que sobrepasan la norma, en diferentes puntos de la zona”. Esta medida conllevaba la prohibición de extraer, transportar y comercializar productos del mar. Hay que tener presente que la ingesta de mariscos contaminados con “marea roja” (dinoflagelado Alexandrium catenella) puede ocasionar severas intoxicaciones e incluso la muerte. El marisco puede vivir con esa alga. Para afrontar la crisis, el 29 de abril la presidenta Michelle Bachelet decretó “zona de catástrofe” la Región de Los Lagos, a fin de disponer fluidamente de los recursos para poder ir en ayuda de los afectados, muchos de los cuales están pasando hambre. Contradictoriamente, su ministro de Economía, Luis Céspedes –a cargo de las negociaciones con la mesa social de Chiloé– ofreció un exiguo “bono” de compensación a sólo 500 personas, cuando la crisis de “la marea roja” se puede prolongar mucho tiempo y afecta a decenas de miles. “Hay que considerar que más de 80% de los cerca de 90 mil pescadores que hay en todo Chile está en la Región de los Lagos. Y la mayoría de ellos están en la provincia de Chiloé. Entonces, cuando la gente no puede sacar mariscos, se está afectando a una fuerza impresionante de trabajadores del mar que son el motor de la economía de la Región de Los Lagos, especialmente de Chiloé”, expresa en entrevista con este corresponsal el historiador de Chiloé, Víctor Bahamonde. El lunes 2 los pescadores tomaron el control de los muelles y rampas de acceso a este territorio insular. Por todo Chiloé se levantan barricadas, se hacen asambleas y masivos actos, en los cuales se organiza y da el carácter a esta movilización que tiene en jaque al cuestionado modelo político y económico chileno. Muchos han prometido luchar hasta morir. “En las calles se expresa no sólo el deseo de que se aumente el bono sino también una rabia acumulada por el aislamiento, el abandono, por los conflictos que genera estar en este territorio afectado por la industria salmonera”, complementa Bahamonde. Con el correr de los días la crisis en Chiloé se ha expandido. El lunes 9 se realizó un paro regional (en Los Lagos) de empleados públicos, cuyo acatamiento fue total. Un día después, unas 7 mil personas marcharon por Puerto Montt –capital de Los Lagos– solidarizándose con la lucha de Chiloé. El poderoso movimiento estudiantil ha hecho suya esta causa, por lo cual en la marcha de estudiantes del miércoles 11 –que sólo en la capital reunió a cien mil personas– se puso como tema central –junto a la defensa de la educación pública– la solidaridad con la lucha del pueblo de Chiloé. Este pujar contrasta con el proceder de las autoridades políticas. El martes 10 la sesión especial programada en la Cámara de Diputados para abordar los efectos de la marea roja entre los pescadores artesanales de Chiloé debió suspenderse porque sólo asistieron 24 de los 120 parlamentarios. El 9 de mayo los presentadores del programa CNN Prime, Daniel Matamala y Mónica Rincón, afirmaron: “Estamos ante una marea de descontento, que ha crecido gracias a los errores del gobierno”. Entre estas equivocaciones se cuenta la frase con la que el ministro del Interior, Jorge Burgos, reaccionó el miércoles 4 ante las demandas de los chiloetas, que en principio eran sólo compensaciones económicas: “No somos un gobierno de billetera fácil”. Decía esto horas antes del inicio del diálogo entre su gobierno –representado por el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes– y los voceros de la Mesa de Chiloé, que congrega a pescadores, mariscadores y otros sectores vinculados con la extracción de productos del mar. Burgos también ordenó el traslado de un masivo contingente de Fuerzas Especiales de Carabineros, el cual, no obstante, ha sido mantenido a raya por los chiloetas. Lo que más ha enervado a la población, en una indignación que se palpa, es ver a la presidenta Bachelet paseando en carruaje por Estocolmo –el martes 10– junto al rey Carlos XVI Gustavo, de Suecia. Esto, como parte de una gira iniciada un día antes y que será recordada también por las indignadas manifestaciones protagonizadas por colectivos de chilenos residentes. Estos hicieron ver la represión policial que afecta al pueblo mapuche y la crítica situación que afecta a Chiloé. Luego, la presidenta se desplazó a Londres, donde sus principales actividades fueron reunirse con el primer ministro, David Cameron, y asistir al “Chilean Day”, evento que congrega a representantes del sector público y privado y que tiene por fin promover las inversiones hacia la nación sudamericana. “Mientras la presidenta se pasea por Europa, en Chile se reprime a los movimientos sociales”, se quejó en Twitter la vocera de la Confederación Nacional de Estudiantes de Chile, Marta Matamala. Para hacer más complejo el escenario presidencial, el martes 10 el Centro de Investigaciones Periodísticas publicó el reportaje “Las pruebas que identifican a los políticos que recibieron $2,250 millones del Grupo Angelini”. Allí se da cuenta de que la empresa consultora Asesorías y Negocios (AyN), ligada a la precampaña presidencial de Bachelet, recibió 360 millones de pesos (540 mil dólares), encabezando la lista de beneficiados. Esto se suma a los pagos recibidos por AyN de la minera SQM –propiedad del yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou– que están siendo investigados por el Ministerio Público. Detonantes biológicos La crisis se desencadenó el pasado enero, cuando comenzaron las masivas floraciones de algas nocivas que se expandieron en forma nunca antes vista, tanto por el mar interior como por la costa pacífica de Chiloé. Los desechos y alimentos arrojados al fondo marino por los más de 700 centros salmoneros que hay en la Región de los Lagos, junto al aumento de temperatura derivado del Fenómeno del Niño, fue la combinación perfecta de la que se nutrieron las algas. A finales de enero comenzó la proliferación de Chattonella sp, la cual causa la muerte por asfixia de los salmones. Resultado: 48 mil toneladas de esos peces muertos. “Las empresas evidenciaron su incapacidad de retirar las mortalidades generando una situación que vivimos en la isla de Melinka en 2009, que es el arribo masivo de cadáveres de salmón a las playas. Como resultado de la descomposición de éstos, en aquella ocasión un solo centro de cultivos de Aqua Chile liquidó nueve kilómetros cuadrados de recursos bentónicos”, señala en entrevista Héctor Kol, biólogo del Comité de Defensa del Borde Costero de Puerto Montt. “Ahora el problema es infinitamente peor”, añade. El Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) –institución encargada de fiscalizar a empresas salmoneras y pesqueras– aseguró que la proliferación de Pseudochatonella sp se debía exclusivamente al Fenómeno del Niño. Y circunscribió la plaga a 23 centros de cultivos de la Región de Los Lagos, sin que se informara cuáles. Por medio de la Ley de Transparencia, Kol pidió la lista completa de centros de cultivos afectados. Así pudo saber que eran muchos más que los informados por Sernapesca y no sólo estaban en Los Lagos: había 53 ahí y 12 en Aysén. Kol –quien también es director de Programa Marino de la Fundación Pumalín– reconoce que el Fenómeno del Niño incidió en la ocurrencia de la proliferación. Pero afirmó: “Lo determinante fue el exceso de nutrientes en el agua (eutrofización)”. En la actual situación, tras constatar que el nivel de mortalidad –estimadas en 23 millones de salmones– era inmanejable, cuatro empresas solicitaron permiso para verterlos al mar: AquaChile, Aguas Claras, Granja Marina Tornagaleones y Trusal. Tras un informe favorable del Sernapesca, la Dirección General de Territorio Marítimo de la Armada, mediante resolución 12.600/05 del 4 de marzo, firmada por su director, Osvaldo Schwarzenberg, otorgó autorización “para efectuar vertimiento de emergencia” de 9 mil toneladas de desechos de pescados en plena descomposición, 75 millas al poniente de Faro Corona, en Chiloé. Se afirma en la resolución que este procedimiento se haría respetando el Convenio sobre la Prevención de la Contaminación del Mar, de 1972. Poco después, la Secretaría Regional Ministerial de Salud, de Los Lagos, estableció mediante Resolución Exenta 346, de 18 de marzo, la presencia de marea roja en el sector sur del Mar Interior de Chiloé, la que comprometía a especies de plancton, causantes de intoxicación por veneno paralizante. Es motivo de debate cómo se expandió por Chiloé esta marea –ocasionada por las toxinas del dinoflagelado Alexandrium catenella– que hasta hace poco estaba estacionada básicamente en la Región de Aysén. Pero cabe consignar que, en mayo de 2009, los productores de mitílidos de Quellón –sur de Chiloé– denunciaron a las salmoneras y al Sernapesca de “bioterrorismo”, “luego de que una consultora comprobara que los wellboats o buques tanque que trasladan salmones vivos desde la Región de Aysén contribuían a contaminar las aguas quelloninas con marea roja”, como consignó el diario La Estrella de Chiloé el 20 de mayo de 2009. El presidente del Colegio de Biólogos Marinos de Chile, Adolfo Velásquez, emitió el viernes 6 una declaración que responsabiliza al “calentamiento global” de la marea roja, desligando de toda responsabilidad a las salmoneras. Esta declaración fue muy difundida por los grandes medios. Lo que éstos no informaron es que Velásquez es dueño de la consultora Eccoprime, cuyos clientes son las grandes empresas salmoneras. Medios alternativos recordaron que cuando Velásquez era director del área de estudios de la Comisión Nacional de Medio Ambiente en la Región de Los Lagos, durante el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006), ocurrió el gran desastre ambiental en el humedal del Río Cruces, generado por Celulosa Celco y que sería recordado por la masiva muerte de cisnes de cuello negro. No es el único cruce de intereses que “ha florecido” estos días. El presidente de la patronal SalmonChile, Felipe Sandoval, fue subsecretario de Pesca durante el gobierno de Lagos y jefe de la Mesa del Salmón –que en 2009 y 2010 rescató a la industria de su anterior crisis sanitaria– en el primer gobierno de Bachelet. Hay que considerar que cerca de 90% de la pesca silvestre capturada en Chile –unas 5 millones de toneladas anuales– se destina a la producción de harina y aceites para consumo animal, preferentemente salmones. La presidenta de la Agrupación de Recolectores de Algas de Duhatao (Chiloé), Juana Calfunao, en comunicación con Radio Villa Francia –de Santiago– hizo un sentido relato de lo que para ella ha significado la contaminación del mar: “25 días después que se produjeran los vertimientos masivos de salmones, comenzaron a circular relatos de aparición de peces y mariscos muertos y de la irrupción de marea roja en diferentes sectores de la costa que da al Pacífico de Chiloé, donde nunca se había presentado este fenómeno. “Nos fuimos varias mujeres del sindicato a la playa de Mar Brava y vimos que había una espuma verde a lo largo de toda la orilla (marea verde), era algo que nunca habíamos visto. Comenzamos a recorrer y nos encontramos con una vaca muerta que había comido cochayuyo. “Cuando bajó la marea, aparecieron machas muertas, picorocos, piures, y jaibas: todo muerto. Entonces nos fuimos a otras playas y encontramos quetrus muertos, que son como patos y están en peligro de extinción. También encontramos muertos a gatos de mar (nutrias), que también están en peligro de extinción y se comen los mariscos. “Comenzó la psicosis. La gente no quería comer róbalo, merluza ni pejerrey, porque pensaban que estaban envenenados. Encontramos lobos marinos agonizando y con la boca hecha tira ¿Cómo iba a ser marea roja eso? ¡Era veneno! Botaron salmón con amoniaco, con químicos, es la única explicación que se nos ocurre, porque no podemos entender de dónde viene tanta muerte.” Ese testimonio hecho a Radio Villa Francia y compartido por más de 150 mil personas en Facebook, fue un mentís a las declaraciones oficiales que le bajaban el perfil a la catástrofe. Este jueves 12 vararon 300 toneladas de sardinas en Caleta La Barra de Toltén, a 13 kilómetros de Queule, donde un anterior y similar episodio depositó en sus playas más de 20 mil toneladas de sardinas. Tres días antes la playa la Lisera de Arica, en el extremo norte de Chile, amaneció cubierta de langostinos. En junio 337 ballenas sei (balaenoptera borealis) vararon en el golfo de Penas (Aysén), en un fenómeno que aún no ha podido ser explicado y constituye la mayor mortandad de esta especie registrado nunca en el planeta.

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