X-Men: Apocalipsis, batalla contra el primer mutante

sábado, 21 de mayo de 2016 · 13:44
MONTERREY, 21 de mayo (apro).- En un intento por renovarse, la franquicia de los X-Men encontró una idea gastada, pero la incorporó a un contexto extravagante y colorido: resucitó al primer mutante y lo metió en un plan para dominar el mundo, a través del antiguo método la destrucción. En X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse), el enemigo en cuestión es un descendiente de faraones, llamado En Sabah Nur, interpretado por Oscar Isaac, gran actor, una de las figuras ascendentes en Hollywood. El egipcio, desenterrado luego de un letargo de más de cinco mil años, siente desprecio por los seres menores del mundo y decide eliminar a toda la humanidad, para instaurar un nuevo reinado. Quien lo impedirá será la primera generación de la escuela de mutantes comandada por el paraplégico Charles Xavier. ¿Una momia que regresa del más allá para acabar con la civilización? Parece una premisa conocida. En esta que es la octava entrega de la serie –incluídos los spin offs de Wolverine en sus propias aventuras-, Marvel continúa enfocado en el público juvenil, y sigue en las precuelas. El elenco de muchachos ha resultado prolífico para la marca, luego de un arranque, igual de afortunado, con un reparto de veteranos que dieron películas muy sólidas y con mucha acción de calidad, extraídos del popular cómic. Frescos y bellos todos, como requisito indispensable para ser uno de estos chicos excluidos de la sociedad, el grupo de los X se combinan para dar combate a quien es el más poderoso de todos los individuos que alguna vez han habitado la Tierra. La aventura está llena de acción, sobrecargada de efectos y de agujeros en la trama. El plan malvado, para robar todo el metal del planeta, parece un mal chiste. La simplificación llevó a la producción la orilla del precipicio, aunque la lealtad de los fans la salva del desastre. El estrábico Isaac hace un buen villano aunque, a diferencia de todos los mutantes, este parece muy consciente de que su indumentaria riñe con el entorno, aunque la anécdota transcurre en los extravagantes 80. Se reúne con cuatro aliados, en obvia referencia a los jinetes apocalípticos, todos apuestos, todos desechados del Mundo, todos sedientos de revancha contra la odiosa humanidad. El discurso de la discriminación se mantiene como impronta de la franquicia. En contraparte, los muchachos X visten a la moda y, en el desenlace, se ajustan sexys atuendos de látex. Pero son muchos, y la trama se dispersa en numerosas ramificaciones. Hay una gran escena, con una fina escena de acción y desastre. Evan Peters, en su simpático rol de Quicksilver, desarrolla una asombrosa secuencia, en una velocidad supersónica, para salvar a todos los compañeros de la escuela de Xavier, al compás de Eurythmics. Aunque son los chavos los que demuestran el músculo, todo el tiempo la película es de los veteranos de la pantalla. Sin Wolverine a la vista (quien tiene una pequeña participación de gancho), la película es de Magneto, interpretado por Michael Fassbender, quizás el mejor actor de su generación. Junto a él están otros sólidos protagonistas como James McAvoy, como el profesor; Rose Byrne, como la agente secreto; y Jennifer Lawrence, Mystique. Todos roban cámara con su simple presencia. Con X-Men: Apocalipsis, el maestro Bryan Singer hizo una cinta con mucho poder visual, pero con una trama rutinaria, y un antagonista risible.

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