Parcialidad en la prensa de EU

lunes, 1 de agosto de 2016 · 13:03
WASHINGTON (apro).– La candidatura presidencial de Donald Trump ha puesto bajo el microscopio nacional e internacional la objetividad de los medios de comunicación de Estados Unidos. El dilema que enfrentan muchos de los grandes y respetados consorcios de prensa como los diarios The New York Times, The Washington Post y Los Angeles Times, así como las revistas The New Yorker y Time, y las cadenas de televisión CNN, CBS, NBC y PBS, es precisamente lo que representa e implicaría una presidencia bajo la egolatría e ignorancia de Donald Trump. Durante la Convención Nacional del Partido Republicano, en Cleveland, Ohio, el 95% de los oradores que acudieron a proclamar a Trump como su candidato presidencial lanzaron fuertes críticas a la prensa. La declararon el enemigo número uno de su candidato y les hicieron falta adjetivos para denostar contra los reporteros, con la excepción de la cadena de televisión Fox News, que siempre ha sido la plataforma de empuje de las políticas conservadoras republicanas. Los republicanos y especialmente Trump, quien no solo critica, sino que insulta a los medios y a los reporteros que lo cuestionan y exigen rendición de cuentas sobre sus argumentos y la explicación en detalle de los que promete hacer si gana las elecciones del próximo 8 de noviembre, piden a los electores que ignoren a los periódicos, que no escuchen las noticias en la radio y que no las vean por televisión, porque propagan puras mentiras. Este inocuo argumento de Trump y los republicanos tiene sustento. La gran mayoría de los medios de comunicación de Estados Unidos reportan con parcialidad la contienda presidencial. Está claro que los periódicos mas influyentes del país, con la excepción de The Wall Street Journal, así como las cadenas de televisión, aislando a Fox News, y las estaciones de radio con mayor audiencia, dan una amplia cobertura a la campaña de Hillary Rodham Clinton, la candidata presidencial por el Partido Demócrata. En Filadelfia, Pensilvania, donde Clinton fue abanderada como la candidata de los demócratas durante su Convención Nacional, no hubo una sola mención ni critica a los medios de comunicación. La falta de objetividad en los medios estadunidenses, desde el punto de vista analítico, puede ser justificable en este caso. La ignorancia de Trump en asuntos políticos, de seguridad nacional, economía, política exterior y todos los demás temas que requiere conocer un aspirante a la presidencia de Estados Unidos, son el derrotero de la parcialidad de la prensa. Los medios estadunidenses huelen el peligro. No por nada en toda su historia han sido la criba que pule a sus políticos y sus gobiernos, y los obligan a rendir cuentas ante sus gobernados. ¿Acaso los estadunidenses ya se olvidaron del Watergate o de las mentiras con las que George W. Bush y Dick Cheney justificaron las invasiones a Irak y Afganistán? Las promesas que hace Trump de ganar la presidencia tienen aterrorizada a la prensa estadunidense. Un demagogo con posibilidades de ganar la Casa Blanca no es cualquier cosa. Trump no cree en la diplomacia, no la conoce, claro. Como no ser condescendiente de la prensa que advierte: Si Trump gana podemos estar en guerra en cualquier momento y en contra de cualquier país, cuyas consecuencias podrían causar, tal vez, y no exagero, hasta una Tercera Guerra Mundial. Olvídense del muro en la frontera con México que Trump promete construir. El gobierno de Enrique Peña Nieto no lo confrontará, y que bien. La prudencia es la mejor arma en la diplomacia. Hillary Rodham Clinton no es la mejor opción para la presidencia de Estados Unidos, pero no hay otra frente a Trump. La prensa lo sabe y los estadunidenses lo saben. No queda de otra. Hace ocho años un senador federal de raza negra prácticamente desconocido en Estados Unidos, de nombre Barack Hussein Obama, inició una revolución que movió a la juventud y a los votantes independientes al postrarse como un candidato desalineado de la aristocracia política que representan los Clinton. Obama no sólo ganó sino que apabulló a Hillary, a quien le disputó la candidatura presidencial demócrata, mostrándola como el emblema del estatus quo y de la burocracia de Washington. ¿Quién en su sano juicio y que formó parte de esa revolución se imagino que ocho años después de que eligieran al primer presidente negro, éste, ante el peligro que representa Trump, no sólo endosara, sino que asegurara que entre todos los hombres y mujeres, Hillary es la más calificada para ser presidenta? A veces la parcialidad es la ruta más indicada, y se vale.

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