Alejandra Orozco, en busca del segundo cuento de hadas

martes, 9 de agosto de 2016 · 12:30
Ganó una medalla olímpica cuando apenas era una adolescente: Alejandra Orozco tenía 15 años en Londres 2012, y ese año se colgó una plata de la mano de Paola Espinosa. Pero tras la gloria llegó la presión: su cuerpo cambió, el estrés se multiplicó, las exigencias se redoblaron y tomó conciencia de lo que se esperaba de ella. Ahora está en Río de Janeiro, con entrenadora nueva, un ciclo olímpico a cuestas y mayor madurez. Perdió la ingenuidad. Espera ganar el oro. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La historia de Alejandra Orozco comenzó por el final. Con 15 años, y prácticamente sin experiencia, ganó, junto con Paola Espinosa, plata olímpica en Londres 2012 en la prueba de clavados sincronizados desde la plataforma. Con ingenuidad infantil asumió el éxito. Se preguntó qué había después de una medalla olímpica. Y comenzó su camino a Río 2016. Su primer ciclo olímpico estuvo lleno de espinas. Enfrentó el miedo a crecer. Observó las transformaciones en su cuerpo. Piernas más largas y gruesas, muy musculosas. La aguja de la báscula no dejaba de moverse a la derecha. Cinco centímetros más de estatura. Entonces tuvo que ajustar. Primero entendió que la niña que fue no regresaría. Luego, que su condición de medallista olímpica le trajo alegrías, pero también responsabilidades. La plata se convirtió en plomo. Aprendió a tirarse de la plataforma con ese peso en sus hombros. “Estos cuatro años han sido muy largos y complicados por el hecho de tener que cargar una medalla. Estaba muy pequeña, y lo sigo estando. Los resultados hacen que la gente espere mucho de mí, pero no saben todo lo que he tenido que pasar. Tuve muchos cambios físicos. Clavados es un deporte que se basa en un prototipo: no muy alto, delgado, explosivo, y se espera que te quedes de una manera para que no tengas que ajustar. Pero crecí, mi cuerpo desarrolla fácilmente los músculos. Tuve que entrenarlo para que se haga como lo necesito. He hecho un gran entrenamiento para que no me afecten los cambios. Me adapté a mi nuevo cuerpo, a mi nueva fuerza”, dice. –¿Ganaste una medalla siendo una niña, ¿cómo mantienes los deseos de ganar? –se le pregunta. –Me pregunté qué sigue. Dije: “Tengo 15 años y para algunos la medalla olímpica es el fin. No quiero que se termine, sé que puedo hacerlo muchos años”. Luego vino el cómo. ¿De qué motivación te agarras? Yo conseguí la medalla, pero no había hecho un proceso. No había vivido completo un ciclo olímpico, entonces pensé: “Quiero completar el ciclo, independientemente de los resultados”. Es otra forma de llegar a Juegos Olímpicos. Desde el primer Mundial y en las series mundiales me veían como favorita, pero mis resultados no eran los que esperaba. Por más que entrenaba, en las competencias mis resultados eran malos. Me preguntaba qué tenía qué corregir. –¿Eso te asustó? ¿Pensaste que se había acabado? –Claro que lo pensé. Decía: “¿qué necesito? ¿Qué más tengo que hacer?”. Soy una persona que no se rinde, siempre intento y busco una solución. En un momento pensé: “¿Y si ya se acabó la magia?”. Ahí descubrí que no podía echar el tiempo atrás; se acabó una etapa y tenía que empezar una nueva. Clavados es un deporte de apreciación, en el que un cuerpo fino se aprecia mucho mejor. Me ha costado trabajo. Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2075, ya en circulación

Comentarios