Carlos Navarro, el niño de oro con una responsabilidad de plomo

miércoles, 17 de agosto de 2016 · 13:16
El más joven de todos los seleccionados mexicanos de taekwondo ha tenido una carrera fulgurante: a los 13 años ganó su primer título mundial, y hoy, a los 20, sólo le resta conseguir la gloria olímpica. Carlos Navarro puede cumplir en Río el anhelo que tiene desde que era un niño: “No tengo otro sueño; no quiero plata ni tampoco bronce”. Este miércoles, Navarro avanzó a semifinales tras superar al brasileño Venilton Teixeira. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Carlos Navarro cumplió el sueño de muchos deportistas: clasificar a los Juegos Olímpicos en una disciplina como el taekwondo, que desde su inclusión en dicha justa mundial –en Sídney 2000– siempre le ha dado medallas a México. Hasta ahora son seis preseas (dos de oro, una de plata y tres de bronce) conseguidas por esta disciplina en los últimos 16 años. Y tras el fracaso de la selección varonil de futbol, el equipo de tiro con arco femenil y los clavados, las esperanzas de medallas se reducen a la caminata femenil 20 kilómetros, el triatlón varonil y el taekwondo. En medio de este sombrío panorama, cuatro taekwondoínes integran el equipo nacional. Ellos tienen el anhelo –y la presión– de no regresar con las manos vacías. Se trata de María del Rosario Espinoza (doble medallista olímpica) en +67 kilos, Itzel Manjarrez (subcampeona panamericana) en –49 kilos, Saúl Gutiérrez (medalla de bronce mundial) en –68 kilos, y Carlos Navarro (campeón mundial juvenil) en –58. Carlos Rubén Navarro ha tenido muy claras sus metas, y no se conforma con sólo participar en Río 2016: “Desde los nueve años he querido ser campeón olímpico”. Y su sueño, dice en entrevista con Proceso, es comparable al de un estudiante aplicado “que para sacar 10 en un examen sólo estudia y estudia”. Catalogado por la Federación Mexicana de Taekwondo como la nueva joya de esta especialidad, Navarro asume el reto y recuerda que siendo niño registró de viva voz sus propósitos en un video. Guiños del destino: a los nueve años escuchaba las historias de los Juegos Olímpicos y, en específico, de esta disciplina del arte marcial moderno por parte de su entrenador Ángel Ortega –exseleccionado nacional de taekwondo. “Por eso tengo bien claro perseguir los sueños que me propuse”. La vida de Carlos en el taekwondo está trazada por un notable desarrollo deportivo que lo instala entre los aspirantes al podio: a los 13 años ganó el título mundial juvenil en 2010 –categoría para competidores cuyas edades oscilan entre 14 y 17 años–, se adjudicó el Panamericano de la especialidad en Querétaro 2013 y el Centroamericano de Colombia 2013. Navarro, seleccionado desde 2014, también es campeón de los Juegos Panamericanos Toronto 2015 y medalla de plata en el Grand Prix Mundial de Moscú en la categoría de 58 kilos –por ahora su mejor resultado en el certamen donde sólo compiten los 32 mejores exponentes del ranking, y por invitación. El futbol también le gustaba, y, de hecho, a los ocho años intentó dejar el taekwondo –“ya no me apasionaba como antes”–, y no olvida los días en que su madre lo sacaba a empellones del automóvil cuando se rehusaba a asistir a sus clases en la academia de artes marciales. El futbolista que anotaba goles en la primaria de Ciudad Juárez permaneció meses en ese debate, hasta que un día la madre lo condicionó: “Termina como cinta negra el próximo año y luego decides”. Y tan pronto logró dicha cinta, “nunca más he vuelto a dudar del taekwondo. Está claro: lo que he logrado en esta disciplina no lo hubiera conseguido en el futbol, donde para ser alguien se necesita una chispa especial, que francamente no tenía”. Nació el 8 de mayo de 1996 en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde vivió sus primeros nueve años. Su historia en el taekwondo es peculiar: su padre fue a comprar tortillas y durante el trayecto le llamó la atención una escuela donde se impartían entrenamientos de dicha disciplina. Al día siguiente llevó al hijo a un entrenamiento. Para entonces, el niño tenía cinco años. Carlos empezó a competir a niveles avanzados a partir de que se hizo cinta negra, en 2005, año en que la familia, integrada por sus padres y una hermana, se mudó a Dallas, Texas, en busca de un mejor nivel de vida. Allí, Navarro continúo peleando. “Me iba muy bien: de pequeño gané muchos nacionales, entre los ocho y 11 años”. En 2009 fue convocado a la selección nacional juvenil. Así, luego de cinco años de residencia en Estados Unidos, Carlos abandonó el seno familiar a los 13 años para concentrarse con el representativo tricolor en la Ciudad de México, primero en las instalaciones de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) y luego en el Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos y Alto Rendimiento (CNAR), donde continuó sus estudios escolares al tiempo que cumplía sus prácticas. A esa edad se coronó campeón en el Mundial Juvenil de 2010, realizado en Tijuana. Sin embargo, perdió el título al año siguiente. En su etapa juvenil, ganó cinco veces el Abierto de Estados Unidos y, en general, las competencias de la categoría. En 2014 fue convocado a la selección mayor. No obstante, “el ranking para asistir a los Juegos Olímpicos era esencial y yo apenas empezaba a dos años de Río 2016. Prácticamente no tenía casi nada en la clasificación mundial: comencé en el lugar 60”. El salto de la categoría juvenil a adulta fue difícil para Carlos: no clasificó a los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014, al Campeonato Panamericano de la especialidad y a dos Grand Prix. Todo cambió en 2015, pues ganó la evaluación interna para ir a Juegos Panamericanos en la categoría de 58 kilos, y de manera paulatina se impuso en las competencias y en las respectivas evaluaciones. En julio de 2015 conquistó el título de los Panamericanos de Toronto, que le redituaron 40 puntos en el escalafón mundial. Tres semanas después consiguió la presea de plata del Gran Prix Mundial 1 de Moscú, en la primera vez que un atleta nacional accede a esa final en la categoría varonil desde que éstos se realizan (2013). Carlos Navarro, quien a los 20 años es el más joven de la delegación de taekwondo, finalizó en el lugar nueve del ranking mundial 2015. Desde enero de ese año a la fecha sólo ha perdido un combate en torneos abiertos internacionales. Fue en Canadá, este año, en un duelo que se resolvió con punto de oro. “A Río 2016 –dice– no llegaremos como nuevos, dado que ya hay una base. Lo que me hace un competidor peligroso y distinto es que puedo hacer de todo: pierna delantera, giros, patadas. Todo lo que me pongan lo puedo realizar bien. Muchos atletas sólo hacen movimientos con una pierna, un ataque y un contraataque y no saben hacer más… aunque para ganar sólo se necesitan dos cosas: ataque y contraataque…” Carlos, quien disfruta uno de los mejores momentos de su vida, puntualiza: “No puedo asegurarle nada a nadie. Lo que sí puedo afirmar es que estoy soñando con la medalla de oro, que es muy distinto, porque me visualizo con el título olímpico y no tengo otro sueño; no quiero plata ni tampoco bronce. “Cualquier cosa puede pasar ese día. Estoy consciente de que un error, un descuido puede cambiarlo todo. A lo mejor me quedo con el oro, la plata o el bronce, o tal vez con nada. Tengo que estar preparado para todo, pero aquí se entrena para ganar la presea de oro.” –Para cristalizar ese sueño, ¿cuál será tu estrategia? –En general, tiene que ser con mentalidad ganadora, agresividad y tranquilidad. Con esas tres cosas puedo ganar los Juegos Olímpicos. Sé lo que he entrenado y de lo que soy capaz… A los nueve años, cuando soñaba con ser campeón mundial y olímpico, Carlos tuvo como referencia al estadunidense Steven Lopez, quien compite en taekwondo y va por sus quintos Juegos Olímpicos a Río de Janeiro. Steven ha conquistado cinco veces el campeonato del mundo y es bicampeón olímpico –en Sídney 2000 y Atenas 2004–. “Siempre había visto a Steven; fue el primer competidor que vi, porque de niño no tienes muchas referencias de los deportistas. Lo seguí por la tele cuando ganó en Atenas 2004 y ahora voy a compartir con él unos Juegos Olímpicos”. El monarca de los Juegos Panamericanos Toronto 2015 entrará a Río 2016 en el escalafón olímpico número cuatro. “Estoy tan ilusionado con el resultado –el título olímpico–, porque siempre ha estado presente en mí. Ahora estoy poniendo todo en la línea, entregándome todos los días en el área de taekwondo para cumplir mi sueño”.

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