"Amnistía anticipada" una acción de política pragmática

jueves, 25 de agosto de 2016 · 18:00
Cuando Andrés Manuel López Obrador dijo en Acapulco que si llega a la Presidencia de la República en 2018 garantizará el “perdón” a los corruptos, se desató la polémica. Aunque ya había planteado eso en 2010, enfrentó críticas de la izquierda, que lo consideró una promesa de impunidad, y de la derecha, que lo tildó de “perdonavidas”. El historiador Lorenzo Meyer y el politólogo Octavio Rodríguez Araujo analizan el mensaje del líder de Morena en sus aspectos político y moral. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Si estamos empeñados en establecer la democracia y transformar al país es mejor que, desde ahora, se sepa qué haríamos con los corruptos y traficantes de influencias al triunfo de nuestro movimiento”, planteó Andrés Manuel López Obrador. “Aquí es oportuno volver a responder sobre el trato que recibirán los integrantes de la mafia del poder”. Y ante el auditorio que lo escuchaba la noche del jueves 11 en Acapulco recalcó que, de ganar la Presidencia de la República en 2018 –“la tercera es la vencida”–, garantiza desde ahora que no habrá represalias ni persecuciones a los corruptos, sino perdón. “Declaramos esta amnistía anticipada porque lo que se necesita es justicia, no venganza (…) Respetamos a quienes sostienen la máxima de ni perdón ni olvido, pero no la compartimos. Podríamos decir: olvido no, perdón sí. En esta virtud, igual que en la honestidad, reside la esperanza de un mejor porvenir.” Esta “amnistía anticipada” de López Obrador, incluida en un amplio documento denominado Cambio y porvenir de México (una visión hacia el 2018), ha concitado interpretaciones encontradas: pacto de impunidad, maniobra pragmática, propuesta ingenua; desde la derecha lo han tildado de “perdonavidas”. La propuesta de López Obrador se produjo después del perdón que pidió el presidente Enrique Peña Nieto por el escándalo de corrupción de la Casa Blanca y en medio del desplome de la aprobación ciudadana a su gobierno, avalado sólo por 23% de la población, según Reforma. Dos prominentes intelectuales de izquierda, Lorenzo Meyer, investigador de El Colegio de México, y Octavio Rodríguez Araujo, maestro emérito de la UNAM, analizan la propuesta de López Obrador y coinciden en que se trata de un mensaje de conciliación, particularmente a las élites que lo ven aún como “un peligro para México”, como lo definió en 2006 el panista Felipe Calderón. Coinciden en que la “amnistía anticipada” a los corruptos plantea en realidad un “borrón y cuenta nueva” para quienes se han beneficiado de la corrupción, pero eso no significa impunidad ni “patente de corso” para el futuro, sino punto de partida para una nueva legalidad en México. “Lo que ha hecho Andrés Manuel es aprender de sus fracasos”, expone de inicio el historiador Lorenzo Meyer, quien explica que esta propuesta se enmarca en la “escuela realista del poder” porque, además del perdón, tampoco propone ningún cambio profundo. “No solamente está ofreciendo amnistía. Eso es lo más inmediato, yo diría lo más epidérmico. Lo más profundo es que su programa no está proponiendo ningún cambio de estructura de propiedad, no está proponiendo ninguna expropiación, ninguna medida que antes se consideraba de izquierda.” Y enjuicia: “Está siendo la mar de tibio, porque es el siglo XXI y a la Unión Soviética se la llevó el demonio y China se volvió capitalista. Entonces lo único que está proponiendo son reformas administrativas. ¡Eso es la lucha contra la corrupción!”. –¿Debería López Obrador delimitar su amnistía para que no sea un borrón y cuenta nueva a partir de su hipotético triunfo? –Siendo realista, sería bueno que así fuera: borrón y cuenta nueva. Lo que nos interesa es la cuenta nueva. Pero el borrón, como parte de la cuenta nueva, políticamente no sería lo más prudente, porque entonces se le vienen encima parte de sus potenciales seguidores. Meyer entiende que algunos rechacen el perdón a los que saquean el presupuesto nacional, pero advierte que lo contrario es más costoso: “Este tipo de amnistía es una falla moral, pero estamos en un mundo muy inmoral. Hay que hacer un balance entre lo que se puede ganar y lo que se puede perder. Lo que podemos perder ya lo sabemos. Se perdió en 2006 y qué pasó: un desastre, literalmente un baño de sangre y una corrupción más honda. “Ya se pagó un precio muy alto, hay que verlo así. Esta es una manera de minimizar el precio. Y entre dos males, hay que optar por el que menos daño haga, no sólo al presente, sino al futuro.” –¿Es la real politik? –Sí, la escuela realista, y nadie queda contento. Todavía a Maquiavelo le seguimos dando vueltas si está bien o está mal, si se puede aceptar una parte y rechazar otra o se le tiene que tomar por completo. Lo que hace Maquiavelo es hacer un montón de fregaderas, pero al final hay un objetivo que sí es altruista: unificar Italia, que estaba hecha un desastre. En este caso sería: no nos gusta, pero la alternativa es peor. Para Meyer, pese a las críticas, aun de sus seguidores, López Obrador está tomando el riesgo de “transigir” para quitarle el miedo a las élites: “Él toma la delantera y dice: ‘No hay que pedir el todo o nada’”. Y tiene razón, opina, porque son rarísimos, únicos los momentos en la historia en que sí se vale el todo o nada, pero ahora no. “Este es momento de transigir en aras de algo que sí vale la pena: darle a México la oportunidad que se perdió en 2000 y en 2006, y evitar el miedo de las élites de que los va a meter a la cárcel”. Explica el mensaje de López Obrador: “Vamos a quitarlos, a hacerlos a un lado. Ese será realmente su castigo, quedarse al lado del camino y ser juzgados históricamente como uno de los grandes obstáculos que representan históricamente: los enemigos de un proceso de decencia política”. Ceder y conciliar Para Rodríguez Araujo, quien el jueves 18 presentó su más reciente libro: Democracia, participación y partidos, López Obrador envía con su “amnistía anticipada” un mensaje de “conciliación” a quienes lo consideran todavía un peligro, pero también porque de llegar a la Presidencia tendrá la facultad constitucional del indulto. Doctor en Ciencias Políticas y Administración Pública, autor de más de 28 libros propios y colaborador en más de 30 colectivos, Rodríguez Araujo afirma que el presidente de Morena ha tenido que ceder: “Si se quiere un país con estabilidad, se tiene que conciliar, y conciliar quiere decir también conceder”. Explica: “Si se piensa en términos de nación y de bien común, se tiene que ceder, porque si no, se está entercado; si gana, será muy a fuerza, y si pierde, está perdido. La política es una guerra sin armas, pero es negociación, lo cual quiere decir que alguien tiene que ceder”. Rodríguez Araujo, articulista del diario La Jornada, niega que la “amnistía anticipada” de López Obrador implique “necesariamente” un pacto de impunidad con los que han robado al erario, porque él no permitirá esos actos en su gobierno. “Es como borrón y cuenta nueva”. –Pero borrón y cuenta nueva es perdón. –Sí, pero no es que esté dando una patente de corso y de impunidad a quienes delinquieron o cometieron ilícitos. –Eso es lo que dice, que va a perdonar mediante la “amnistía anticipada”. –Es una atribución presidencial el indulto. –Pero entonces, si lo está diciendo desde ahora y se cometieron y se siguen cometiendo actos de corrupción, se van a perdonar. –Sí, pero cuando llegue a la Presidencia no es que vaya a olvidar que son unos corruptos, lo que pasa es que no los va a perseguir, pero va a ponerles diques a todos para que, mientras él gobierne, no cometan esos mismos ilícitos. –Pero ese es el deber de todo presidente y servidor público. –Pues sí, pero sabemos que, en los hechos, en la vida cotidiana, esa responsabilidad no se cumple. El jueves 18, justo una semana después de emitir su mensaje de perdón en Acapulco, López Obrador se quejó, desde Panamá, de que “con motivos distintos se volvieron a unir periodistas de izquierda y derecha” en su contra, y defendió su “amnistía anticipada a los integrantes de la delincuencia de cuello blanco”. Desde el país canalero, a donde fue a presentar su libro Catarino Erasmo Garza Rodríguez, ¿revolucionario o bandido?, rei­teró su planteamiento de perdonar, pero no olvidar, e imploró: “Además, comprendan que si nos empantanamos en persecuciones, perderemos el tiempo. Justicia, no venganza”. Incluso recordó que en su libro La mafia que se adueñó de México y el 2012, editado en 2010, ya había hecho ese planteamiento, como se lee en la página 190. Prácticamente es lo mismo que expresó en Acapulco, sólo cambió “oligarquía” por “grupo en el poder”: “Ahora, de nueva cuenta, les decimos a los integrantes de la oligarquía que, a pesar del gran daño que le han causado al pueblo y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que, ante su posible derrota, en 2012, no habrá represalias. Declaramos esta amnistía anticipada, porque lo que se necesita es justicia, no venganza, y ellos tendrán que entender que ningún grupo, por importante y poderoso que sea, puede seguir conspirando contra la paz social. Nada ni nadie puede valer más que el bienestar y la felicidad del pueblo.” Dos días antes, el martes 16, en Mérida, el dirigente de Morena aclaró que en su “amnistía anticipada” está incluido el presidente Enrique Peña Nieto: “Va a haber una amnistía, porque lo que necesitamos es sacar adelante al país, sin odios ni rencores”. Para Rodríguez Araujo, lo que pretende López Obrador es evitar lo que sucedió en la elección de 2006, cuando los organismos cúpula del sector privado se articularon en su contra, y por eso también plantea una “república amorosa”, que a un sector de la izquierda no le agrada. “Él es cristiano, no sé de qué religión, y de ahí viene su discurso de poner la otra mejilla, todos somos hermanos, hijos de Dios, y amamos al prójimo. Esta es la parte religiosa del discurso. Pero también tiene la parte política: no seamos enemigos de nosotros mismos, conciliemos, busquemos las fórmulas adecuadas para mantener la estabilidad del país, para que pueda prosperar con la participación de toda la gente.” –¿No es ingenuo pensar que, porque cambia este discurso, los que lo han obstaculizado van ahora a modificar su conducta? –Podría considerarse como una declaración ingenua, pero algunos dirán: Bueno, vamos a probar. Él planteó una alianza con algunos empresarios y los sumó al Consejo Consultivo de Morena. No son ingenuos, pero habrá gente que le tome la palabra. “Así hay que considerarlo: es una declaración política que tiene una intención, en apariencia ingenua, pero que en el fondo para mucha gente significa que no le van a quitar su televisión de 32 pulgadas, como se dijo en 2006 cuando lo comparaban con Hugo Chávez, quien tampoco le quitaba la bicicleta a los niños, pero mucha gente lo creyó.” Rúbrica: “Es una declaración política que tiene una intención y que, además, es una atribución que tiene cualquier presidente de la República por la Constitución, que es el indulto. Esto no está a discusión, está en el texto constitucional”. “Transigir” para ganar La “amnistía anticipada” de López Obrador le evoca a Lorenzo Meyer el caso de Sudáfrica que, con la diferencia del contenido racial, implicó la transición de un régimen de explotación a uno democrático a partir del perdón a los integrantes del viejo régimen. “Pero es un perdón condicionado. Andrés Manuel no lo explica exactamente, pero deja la posibilidad abierta a que si hay perdón, pero no olvido, y entonces se saque a la luz pública el enorme saqueo y la corrupción”, subraya. Ante las críticas de personajes de la derecha, como Germán Martínez, expresidente del Partido Acción Nacional (PAN) y enriquecido en el sexenio de Calderón, quien lo tachó de “perdonavidas”, el historiador dice que el planteamiento del líder de Morena es generoso. “Se ha señalado desde el montón de ángulos antilopezobradoristas, con burlas, diciéndole perdonavidas, pero es de una gran generosidad”, subraya y puntualiza que lo que se propone es un acuerdo a los grupos de poder. “Supongamos que gana –tengo muchísimas dudas de que lo dejen ganar– y que se le reconoce: la energía que tendría que llevar adelante el nuevo sistema para desenterrar y desenmascarar toda la corrupción. Ese es el punto: no se va hacer por la fuerza.” Interpreta: “Andrés Manuel les está diciendo: ‘No, no van a perder, ustedes van a seguir teniendo Teléfonos de México, van a seguir siendo los ganadores de un capitalismo que de por sí el mercado va a dar a ganar, pero no por la vía de la corrupción’”. Meyer revela una conversación que, junto con su esposa, tuvo con López Obrador en 2005, ante la posibilidad que tenía de ser presidente de la República: “Éramos sólo los tres, y nos dijo: ‘Yo no puedo hacer gran cosa, los poderes fácticos son enormes. Lo que puedo es empezar a dar a la mayoría de los mexicanos el sentido de que ese gobierno es suyo, y ya pasado el sexenio, quizá el que venga, si lo hacemos bien, ya se puede meter a las transformaciones estructurales, de fondo, pero primero es llegar y en un proyecto de largo o mediano plazo, pero no de inmediato, porque el poder de los otros es enorme.” –¿La Presidencia de la República bien vale el perdón que está ofreciendo? –No, yo no lo pondría así. Se me hace injusta esa apuesta. Cuando él plantea el perdón es darle una oportunidad al soberano, al votante, al pueblo mexicano, de hacer realmente del voto ciudadano, sin trampas, el instrumento necesario para la transformación de largo plazo. No es la Presidencia lo que vale eso. –¿No es ingenuo pensar que, ofreciéndole perdón a la “mafia del poder”, ésta lo va a dejar ganar? –No hay ninguna seguridad de nada. Pero algunos empresarios, no todos, no toda la mafia, ya se dan cuenta de que en el largo plazo este país está perdiendo viabilidad. Lo que Andrés Manuel les está diciendo es lo mismo que dijo la embajadora Roberta Jacobson: hay que atacar la corrupción, porque a esto se lo va a llevar el carajo.

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