La falsa paz de Michoacán

miércoles, 14 de septiembre de 2016 · 09:38
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En Michoacán nuevamente el crimen organizado está dominando muy a pesar del canto de las sirenas que el presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador perredista Silvano Aureoles lanzaron con la detención de Servando Gómez La Tuta, el líder de los Caballeros Templarios. Todo fue una mentira porque detrás hubo un pacto de ambos gobiernos con el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y otros grupos locales del narco vestidos de autodefensas que hoy nuevamente se han entronizado con el poder de las armas y el terror. La mentira oficial comienza con Alfredo Castillo, entonces comisionado para la Paz en Michoacán, quien fue el artífice de Peña Nieto para arrebatarle el territorio a los Caballeros Templarios mediante la utilización de las autodefensas de Tierra Caliente que se convirtieron en la mejor arma de combate, sobre todo aquellos que habían sido templarios y que se transformaron en los “arrepentidos” bajo el mando de los hermanos Uriel y Juan José Farías Álvarez, El Abuelo, ligados al CJNG. Estos dos hermanos son clave para entender los pactos oscuros de Peña Nieto con el CJNG y que hoy tienen nuevamente a Michoacán en sus manos y sufriendo en una espiral de violencia y terror con ejecuciones, extorsiones y tráfico de drogas, principalmente metanfetaminas hacia los Estados Unidos desde el puerto de Lázaro Cárdenas. Pero en esta historia también es clave la presencia de otro personaje, el general colombiano Óscar Naranjo Trujillo, quien pactó con los hermanos Farías y auspició la formación de las autodefensas de Michoacán como un grupo con tintes paramilitares por el cobijo que tuvo desde el Ejército con la dotación de armas y con dinero del gobierno federal. Desde el 24 de febrero de 2013, cuando aparecieron las autodefensas en la región michoacana de Tierra Caliente, se generaron múltiples sospechas sobre su origen y financiamiento. En su momento, el gobierno de Fausto Vallejo dijo que estaban apoyadas por el CJNG y las acusó de ser delincuentes. Lo mismo sostuvo el grupo de Los Caballeros Templarios en mantas y videos de La Tuta. La mayor sospecha era que estaban apoyadas por el Ejército y el gobierno peñista que les había dotado de armas, protección y dinero para mantener a los miles de integrantes que se habían sumado con el paso de los meses. Dicha idea fue confirmada por el expresidente municipal de Tepalcatapec, Guillermo Valencia, quien aseguró que Óscar Naranjo Trujillo, estuvo en noviembre de 2012 en ese pueblo y en la Ruana, los dos pueblos donde surgieron las autodefensas, donde se entrevistó precisamente con los hermanos Farías. Naranjo fue asesor en el tema de seguridad nacional de Peña Nieto desde el 14 de junio de 2012, cuando aún era candidato presidencial. El general guardó un bajo perfil durante los dos años en los que estuvo como asesor de Peña Nieto. Era lógico que así lo hiciera pues en la década de los noventa, siendo jefe de la Policía Nacional de Colombia, fue acusado de estar detrás de los grupos paramilitares en su país y estuvo considerado el “mejor policía del mundo” luego de que desarticulara a los cárteles de Cali y Medellín. Pero la presencia del general Naranjo no pasó inadvertida para Los Caballeros Templarios. El 8 de diciembre de 2013, en ocho municipios, incluida Morelia, aparecieron mantas y volantes de este grupo acusando al general colombiano de estar vinculado con los grupos de autodefensa de la Tierra Caliente, a expensas del gobierno federal. Así, bajo el mando real de los hermanos Farías ligados al CJNG y con el auspicio del gobierno federal, las autodefensas llegaron a tener una estructura organizativa encabezada por el Consejo General –integrado por 37 comandantes que representaban cada zona ganada. Dentro de ese alto mando estuvo José Manuel Mireles, quien se convirtió en el vocero de todo el movimiento, lo que le trajo problemas con José Manuel Farías El Abuelo. Mireles fue el único de las autodefensas que defendió la idea original de convertirse en un grupo protector de la población. Fue por eso que no aceptó la entrega de las armas ni convertirse en fuerza rural, lo cual lo convirtió en un obstáculo para el gobierno que lo metió a la cárcel bajo cargos inventados. A los pocos meses de su nacimiento, las autodefensas llegaron a tener 15 mil hombres luchando en diferentes lugares y en un año consiguieron lo que en seis años Felipe Calderón no pudo: liberar y recuperar el territorio michoacano que el crimen organizado dominó por 12 años; romper los vínculos que Los Caballeros Templarios tenían con el gobierno de Fausto Vallejo; desarticular la estructura de liderazgos que imponía la ley de impuestos, cobro de cuotas y extorsiones a todos los empresarios, comerciantes, profesionistas, productores agrícolas y consorcios mineros de China, y poner fin al cogobierno que existía en la mayoría de los 113 municipios. Una vez cumplida su misión, el 26 de enero de 2014 el general Oscar Naranjo renunció y regresó a su país, para incorporarse al equipo de Juan Manuel Santos. Alfredo Castillo también renunció y Peña lo hizo comisionado de deporte. Mientras, las autodefensas de tierra caliente se convirtieron en fuerza rural y muchos se incorporaron a las filas del nuevo grupo criminal reinante en Michoacán, el CJNG con el cual pactó el gobierno de Enrique Peña Nieto y que hoy se ha erigido como el cártel más fuerte de México y uno de los más importantes en el mundo de las drogas.

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